Parecía una persona bastante normal. Y es que su contextura era bastante delgada, era un hombre de familia, veterano de Vietnam y asistía activamente a la iglesia pentecostal. Pero recién en 2003, después de casi 20 años desde su primer asesinato, Gary Leon Ridgway enfrentó un juicio por la muerte de 48 mujeres.

Ridgway fue confesando más y más crímenes y con el tiempo llegaron a una cifra cercana a las cien. La mayoría eran prostitutas, entre 15 y 35 años. Sin embargo, nadie lo tenía en la mira, excepto el sheriff Dave Reichert, quien siempre sospechó de él, no obstante, no encontraba pruebas suficientes para culparlo.

La hermana de una de las víctimas del llamado "Asesino de Green River", Debra Estes, durante el juicio contra Gary Ridgway.

Las apariencias engañan

Gary Leon Ridgway nació en Salt Lake City, capital del estado de Utah, Estados Unidos, el 18 de febrero de 1949. Ya desde su infancia presentaba conductas irregulares, pues su madre era bastante estricta y él, de niño, se desquitaba maltratando y matando animales.

Además, a los 14 años intentó atacar con un cuchillo a un vecino que tenía 6 años. En la escuela le iba bastante mal y la mayoría de sus compañeros no se sentían cómodos con el adolescente. Al terminar la secundaria, se casó con la única compañera de colegio con la que pudo entablar una relación, aunque duró solo un año y, después de separarse, Ridgway se enroló en la Marina y pasó un año en Vietnam.

Según Infobae, volvió de la guerra “más sociable y sin arranques violentos”. Intentó incorporarse a la policía, pero fue rechazado, por lo que consiguió trabajo haciendo chapa y pintura en una fábrica de camiones. En su tiempo libre, empezó a ir a la iglesia pentecostal e incluso se pasaba horas tocando timbres para difundir el mensaje del Señor.

Ya era 1973 y con 24 años, conoció a su segunda esposa Marcia Winslow, con la que tuvo a su primer hijo. La mujer después contó que uno de los grandes problemas que tenía con Ridgway era su desenfrenado deseo sexual, pues él quería mantener relaciones sexuales varias veces por día, pero ella no.

Así fue como, para llenar su deseo, comenzó a buscar prostitutas durante las noches.

El modus operandi del asesino de Green River

Ridgway hacía subir a las trabajadoras sexuales a su auto. Las violaba y después las estrangulaba. Después, a algunas de ellas inhumanamente las violaba después de estar muertas. Los cadáveres los repartía por los bosques cercanos al Río Green, al sur de Seattle. De ahí nació el nombre El asesino de Green River. En otras ocasiones, los enterraba u ocultaba entre arbustos.

Fue así como, a mediados de 1982, la policía empezó a encontrar cadáveres de mujeres en los bosques. Las víctimas tenían entre 15 a 35 años y casi todas ejercían la prostitución en la zona. Por el modus operandi, la policía estaba convencida de que se trataba de un solo asesino en serie por lo que formaron un grupo de trabajo, junto con la FBI, de 55 personas para investigar las muertes y atrapar al macabro hombre.

En 1986, ya eran más de veinte víctimas y la policía detenía e interrogaba a distintos sospechosos. Incluso, Ridgway fue detenido dos veces (en 1983 y en 1986) cuando manejaba su auto por la Ruta 99 buscando trabajadoras sexuales. Pero lo dejaron ir ya que iba solo en el auto y su “aspecto” no convencía a la policía, pues medía un poco más de un metro y medio y pesaba 70 kilos, un perfil que, a ojos de las autoridades, no parecía ser capaz de reducir a una persona para matarla.

El asesino, sin ser descubierto, se divorció de su segunda esposa y en 1988 se casó con la tercera, Judith Mawson, con quien tuvo a su segundo hijo mientras seguía asesinando mujeres. Así pasaron 13 años, en los que nadie lo pudo atrapar, pero el sheriff Reichert continuaba sospechando de él.

Ted Bundy

La ayuda de Ted Bundy

El caso fue tan mediático que Ted Bundy, un asesino y violador de mujeres en serie que causó gran impacto en Estados Unidos, siguió la situación desde la cárcel de Florida, donde esperaba ser ejecutado por sus crímenes. Fue entonces cuando le escribió una carta al sheriff Reichert donde se ofreció para ayudar a capturar al asesino de Green River.

“No me preguntes por qué creo que soy un experto en el tema, solo acepta que algo sé de esto y empezamos desde ahí”, decía en el escrito según Infobae. El sheriff, al recibir la carta, pensó que Bundy estaba “celoso” del otro asesino que le estaba haciendo sombra, pero decidió escucharlo de todas formas.

Ya en la cárcel, Bundy le dijo tres cosas sobre el asesino de Green River: que seguramente era un ciudadano común y corriente, que estaba orgulloso de sus crímenes y que, con toda probabilidad, visitaría los lugares donde dejó los cuerpos de las víctimas para “revivir la emoción”.

Todo lo que dijo Ted Bundy se cumplió.

El ADN

La tecnología de las pruebas del ADN recién se volvieron conocidas en 2001. La policía sacó las muestras de semen que encontraron en las mujeres y las compararon con muestras de todos los sospechosos, entre los que estaba Ridgway. Fue así como pudieron identificar que tenían al hombre que había estado asesinando y violando mujeres por 20 años.

Gary Leon Ridgway fue detenido en su casa el 30 de noviembre de 2001 y después fue condenado a 49 sentencias de cadena perpetua sin derecho a acceder a libertad condicional. No obstante, evitó la pena de muerte al confesar todos sus crímenes.