¿Por qué viajas?

Viajar para mí es sinónimo de relajo, aprender, desconectarse y también el mejor método para juntar ganas de volver feliz a tu lugar. Durante ese tiempo uno se transforma en una esponja y absorbe cosas nuevas permanentemente.

¿Cuáles son tus lugares favoritos?

El sur de Chile, con esa alucinante mezcla de lagos, bosques y volcanes. He tenido memorables inviernos y veranos en Pucón, como el de este año en que corrí mi primer IronMan 70.3. Brasil también es un destino favorito al que he ido en distintos planes: mochileando, en pareja, con mi hijo, con amigos, a ver a Chile en el mundial, a conciertos, pero casi siempre en busca de playas tan lindas como las de Jericoacoara, Itacaré, Ilha Grande y Trancoso. Más favoritos: Playa Blanca en el norte, el parque que está a los pies de la Torre Eiffel y Los Roques, en Venezuela.

¿Qué es lo más raro que te ha pasado en un viaje?

Quedar sentado al lado de Alicia Keys en un vuelo y no reconocerla hasta que se bajó con guardias y parafernalia. Otra cosa rara fue ir caminando por Barcelona y de pronto quedar en medio del rodaje de la película que Woody Allen estaba filmando ahí.

¿A dónde te mueres de ganas de ir?

Un gran pendiente que tengo es Italia. Siempre algo me lo impide. Más encima mi hijo es italiano… Espero ir pronto.

¿A qué lugar no irías jamás?

Una vez leí un reportaje sobre lo caótico de Ciudad del Este en Paraguay y me quedó grabado como el ícono del lugar para no ir.

¿Qué llevas siempre en tus viajes?

Un libro, zapatillas de correr, audífonos y algo de moneda local para llegar.

¿Qué cosas no llevas nunca?

Toallas. Siempre confío en que conseguiré.

¿Algún ritual?

Revisar de manera enfermiza el equipaje para ver qué puedo sacar para alivianarlo y qué se me está olvidando. Siempre hay algo que se me queda.

¿Ventana o pasillo?

Por la libertad de pararse en cualquier momento, soy pasillista de toda la vida.

¿Cómo te relajas en un vuelo?

Leyendo y escribiendo. Lejos donde más me rinde el escribir es en un vuelo. No hay distracciones y me veo obligado a concentrarme.

¿Qué usas para recorrer?

Datos de gente que conozco, pregunto harto a la gente local y algo de Google. También zapatillas cómodas. Ideal si se recorre en bicicleta o trotando, porque así se ven cosas que de otra forma no conoces.

¿En cuántos idiomas puedes pedir un trago?

La forma que supera cualquier barrera idiomática es la mano con el gesto del surfista moviéndola cerca de la boca.

¿Tomárselo con calma o verlo todo?

Con calma. Prefiero conocer bien pocos lugares que pasar por encima de muchos. Alguna vez tuve la ansiedad de querer conocerlo todo y matarse recorriendo superficialmente lugares que al final es lo mismo que verlos en fotos. Prefiero ir tranquilo, tener tiempo para conocer, disfrutar e incluso descansar. Menos es más.

¿El mejor hotel en que has estado?

El Ritz de Nueva York frente al Central Park. Mi pieza era como un departamento de un ambiente y en los pasillos andaban Ryan Gosling, Julianne Moore y Emma Stone promocionando una película.

¿El aeropuerto que más te gusta?

El de Montevideo. Es moderno y abordable. Además fue de los primeros en tener wifi gratis y sin pedir nada a cambio.

¿Qué lugares visitas siempre en una ciudad?

Parques y restoranes sencillos fuera del circuito turístico, tratando de dar con la verdadera comida local. Si es ciudad grande, un estadio de fútbol famoso.

¿Dónde comerías mil veces?

En Lima.

¿Qué te traes siempre de vuelta?

Por alguna extraña razón, siempre vuelvo con una o más picadas de zancudos.

¿Algún héroe de viajes?

Mi abuela materna. Una vez, a fines de los 60, viajó a Nueva York con una torta, ají cacho de cabra y un vino chileno en garrafa para celebrar el cumpleaños de mi abuelo Manuel.

¿Qué no hay que dejar de conocer en Chile?

El sur.

¿Y en el mundo, de qué no hay que perderse?

Del pasaporte. Es un cacho inmenso y seguro que te aguará la fiesta.

¿Tu mejor consejo de viaje?

Viaja liviano y sin prejuicios.