El nuevo Club de Toby: Los muy privados WhatsApp de papás

Dentro de la fiebre de los WhatsApp de apoderados, hay una tendencia que gana fuerza: de los grupos sólo formados por papás. Privados clanes virtuales donde no se habla de tareas ni de asuntos académicos de los hijos. Allí se organizan asados, partidos de fútbol, se mandan memes y, los más osados, fotos subidas de tono. No se habla de política ni se aceptan cadenas. En los tiempos que corren, esta red social se convierte en una especie de refugio para una masculinidad que va perdiendo espacios de manifestarse incorrecta y burlona en el ámbito público.


Juan: estimados, luego de algunas rondas de cerveza tenemos fecha para el asado y el paseo de fin de año

Pancho: productiva reunión! ?????

Esteban: estoy para las dos cosas ☝☝☝☝

Juan: Pancho, faltaste, te quedamos esperando ??

Esteban: es que no le dieron permiso ???

Esta es una conversación de un grupo de WhatsApp de papás de un colegio de Vitacura. El grupo se llama "papás de prekínder". Lo mismo pasa en otros colegios, donde van tomado nombres como Los Papurris, Los Vikingos, Los Peludos o los "super" con apellido -los Súper papás o los Súper campeones-. La foto que identifica a estos grupos, y encabeza sus conversaciones, muestra a los mismos papás en un asado o posando como equipo de fútbol. Basta incluso la imagen de una parrilla echando humo, porque el buen asado es su ceremonia de iniciación.

Estos WhatsApp de papás, un asunto estrictamente de hombres, surgieron poco a poco de la mano de la masificación de esta aplicación de mensajería creada en 2009. Lo más común es que se creen para organizar un evento determinado -como el mentado asado- y también ocurre que los papás más cercanos crean un grupo y luego van ampliándolo en la medida que conocen a otros papás que tienen la misma onda.

En estos espacios no se pregunta cuál es la tarea del hijo para el día siguiente ni qué materiales tiene que llevar. Tampoco se comenta lo difícil que estaba la pregunta 6 de la prueba de Naturaleza ni se coordinan para comprar el regalo para la miss en el Día del Profesor. Para eso están los WhatsApp generales del curso, donde participan papás y mamás; apoderados en el sentido amplio de la palabra. Los WhatsApp sólo de papás, en general, comparten alguna información del colegio y se ponen de acuerdo para hacer actividades de esparcimiento, como jugar fútbol o "parrillar". En algunos, se comparten noticias de actualidad -como la filtración de las tarjetas de créditos por parte de hackers- y charlas TED sobre educación, mientras en otros comentan los resultados del fútbol y se envían chistes subidos de tono y fotos de mujeres ligeras de ropa. Un clásico video que corrió por estas redes fue el de "las mejores jugadas de Messi", que en realidad -y tras pinchar la inocente imagen futbolera- contiene gemidos femeninos de connotación sexual y que ha hecho pasar vergüenza a varios hombres que tratan de bajar el volumen al celular mientras todo el mundo se ríe a su alrededor. Fue un hit en estos grupos.

Sólo en privado

"Las responsabilidades sobre reuniones y materiales, por ejemplo, recaen sobre las madres. Los temas de organizar asados, sobre los padres. Obviamente hay excepciones, pero culturalmente hay expectativas sobre los géneros que son difíciles de cambiar y que los colegios replican muy fácilmente", explica Mónica Peña, experta en educación y académica de la Facultad de Sicología de la UDP.

Milenko Valenzuela, ex profesor de varios colegios y director de la escuela Siempre Fútbol, ha participado en muchos grupos de WhatsApp con apoderados. Afirma que estos son efectivos en el objetivo de romper el hielo entre los papás y, dependiendo de los grados de confianza y el vínculo que se cree entre ellos, establece ciertos perfiles de grupos: "Hay unos más informativos, otros más alegres, más desordenados. Y otros más degenerados. Son como un Club de Toby".

Lo que se da en estos grupos es lo que Mónica Peña define como una "conversación de camarín": una forma grupal de comunicación entre varones heteros bastante generalizada que se usa para reafirmar aspectos de su identidad masculina, donde las mujeres o cualquier cosa "femenina" es excluida. "Se trata, en general, de hablar de mujeres, sexo y actividades masculinas. Con o sin WhatsApp es común que estas dinámicas comunicacionales sean parte de la vida de los hombres", dice.

Raúl Carvajal, sicólogo de Clínica Santa María, dice que la motivación para pertenecer a estos grupos se explica "en el espíritu gregario y por la necesidad de ser parte del colectivo al compartir temáticas comunes, aunque sean triviales o a veces pueriles. Un chiste, un meme, un comentario divertido es suficiente para sentir que estamos compartiendo algo o siendo parte de algo".

Esto, porque la protección que entrega estar detrás de una pantalla permite hacer comentarios, contar chistes o mostrar fotos que probablemente no se ventilarían si se estuviera sentado en una mesa. Menos aún en los tiempos que corren. "La tecnología pone una especie de barrera que nos permite escondernos para decir cosas que no diríamos o no haríamos en persona", dice Eugenio Severin, experto en educación y consultor internacional. Estos grupos se convierten así en espacios para darle rienda suelta a expresiones y comentarios que antes eran celebrados en público, pero que hoy conviene mantener en privado.

Aquí no pasa

Estos grupos del tipo Club de Toby, sin embargo, no son tan extendidos como los de sólo mamás o los mixtos con padres y madres. En una consulta rápida para este reportaje, resultó que el fenómeno de los WhatsApp sólo masculinos se dan preferentemente en colegios particulares. En los públicos, los miran como una rareza.

Un recorrido por algunas escuelas municipales y colegios particulares subvencionados permite constatar eso. Los WhatsApp de papás son más comunes en los establecimientos privados, donde los ellos tienen mayores instancias y motivaciones para participar en actividades. Claudio Silva, apoderado del José Toribio Medina de Ñuñoa, lo explica así: "En los colegios gratuitos la gente no se ve tanto como en los privados. Eso de poner una cuota para el asado u otra cosa es más complicado. Es gente más humilde la que se viene por acá". Mientras habla, llega su hijo Vicente con una maqueta de figuras geométricas hechas con palos de fósforos y plasticina. Claudio agrega que sus amigos "de colegios cuicos" se juntan "tupido y parejo" con los otros papás a hacer asados o jugar a la pelota. "Lo pasan mejor", remata.

Afuera de la Escuela San Lázaro de La Salle, en calle Vergara, tres mamás que esperan sentadas que sus hijos salgan de un taller miran extrañadas cuando escuchan de los WhatsApp sólo de padres. Aseguran que aquí sólo hay grupos mixtos. Minutos más tarde, Álex, papá del prekínder, dice que entiende perfectamente de lo que se tratan, pero repara en un punto: "Para hacer un grupo de WhatsApp como un Club de Toby y juntarme a un asado, ya tengo a mis amigos. Y acá en el colegio no están mis amigos".

En una esquina de Plaza Ñuñoa, Carla Pla, apoderada de cuarto básico del colegio República de Costa Rica, cuenta que en su curso ni siquiera existe el grupo general de WhatsApp y que los padres prefieren comunicarse por Facebook, porque así evitan mandar cadenas o "leseras". "Sabemos que los grupos de WhatsApp se prestan para cualquier cosa", dice.

Códigos de camarín

Un papá manda un video de una mujer jugando fútbol que reparte patadas a las rivales a diestra y siniestra. Los otros comentan.

Pedro: Juega como Claudio.

Marcelo: ¿Claudio Álvarez juega? Yo pensaba que jugaba sólo el hijo ???

Claudio: Es un crack. Tenemos los mismos genes ⚽⚽

Luis: Si tiene los genes del padre va a ser bueno para la rayuela corta. ???

Javier (43), apoderado del San Ignacio El Bosque que tiene dos hijos y está en dos de estos grupos, dice que la privacidad es la primera regla, como en El club de la pelea, la película de David Fincher: jamás se cuenta lo que se habla en un grupo de WhatsApp de papás. Siempre, sin embargo, hay traidores: algunos muestran a sus parejas ese contenido "porque no hay nada terrible", dicen. Aseguran que lo hacen voluntariamente. Pero hay otros a los que los han pillado con las manos en la masa.

-Cristóbal, ¿qué pasó en el grupo de WhatsApp de papás? Una mamá mandó este mensaje- dice la esposa.

Cristóbal (37), apoderado del Sagrado Corazón Apoquindo, no sabía de qué le estaba hablando su mujer. Entonces ella le empezó a leer un mensaje de una apoderada que acusaba a los papás de mandarse fotos y videos triple X, y alegaba que eso iba en contra de todos los principios y que estaban en un colegio católico.

La apoderada que había dado la alerta explicaba que se enteró de eso porque había revisado el celular de su marido. Cristóbal soltó una carcajada. "Lo primero que pensé fue 'qué vergüenza que tu señora te revise el WhatsApp y qué papelón mandarle ese mensaje a las otras mamás'".

Cristóbal dice que, a pesar de ese impasse, el grupo cumple su función: crear confianza con los papás para hacer actividades y tratar temas que no se hablarían si ésta no existiera. Y aclara la suerte que corrió el apoderado a quien su esposa le descubrió el mensaje: "Sufrió bastante bullying de parte de los papás, pero en vivo, no por el WhatsApp... ya no había garantías de privacidad".

El problema de Guillermo (45), papá con dos hijas en el colegio Manquehue, son justamente estas dos niñas, que a cada rato le toman el celular para jugar y él tiene que estar borrando fotos y videos continuamente (aclara que los responsables no son los papás -o no tanto-, sino sus amigos de la universidad). No es raro lo que le ocurre: según un informe de la organización Common Sense, los niños latinos de entre 0 y 8 años pasan 56 minutos al día con dispositivos móviles.

Guillermo está pendiente del grupo por el paseo padre-hija y por los asados. De vez en cuando aparece alguna foto o un meme subido de tono. Y asegura que nadie habla de las tareas ni mandan cahuines del colegio, lo que podría ser una segunda regla no escrita de cómo funcionan estos grupos. "Si fuera así, no aguantaría", dice. Algo parecido piensa Cristóbal: "La función del grupo de las mamás es 'la tarea'. El grupo de papás es para conocerse y más de hueveo, en general. Los roles se dividen automáticamente. No debiera ser así quizás, pero el papá está más preocupado de generar interacción, conocer a los papás, el asado, el carrete".

Según la sicóloga Mónica Peña, es común que las madres tomen responsabilidad sobre los fracasos escolares de los hijos, pero es muy común también que los establecimientos exageren la responsabilidad familiar en el aprendizaje de sus estudiantes y que reproduzcan prejuicios de género: cargan la responsabilidad más en las madres trabajadoras que en los padres, a los que muchas veces consideran simples proveedores.

Así, en los grupos mixtos se pueden leer comentarios y diálogos que provocarían burlas o rechazo en los grupos de hombres. Un ejemplo de esas conversas de madres:

-Hola! Una pregunta por el mail que llegó ayer pidiendo una piedra plana redonda… alguien tiene una idea de dónde se puede conseguir?

-¿Se puede hacer con yeso mejor?

Otro ejemplo:

-La miss requiere que se envíen calcetines guachos, no importa que tengan hoyos, solo pidió que vengan limpios, es para una actividad con los niños. Urgente para mañana.

Cosas como ésas a los papás les aburre, lo que podría ser una tercera regla de estos grupos: no dar la lata.

Alberto (44), papá del San Ignacio de El Bosque, este año tiene un nuevo grupo de papás porque revolvieron los cursos. Dice que el grupo ya tiene éxitos pese a su corta vida: "Se han concretado asados y pichangas". Él asegura que los papás son más criteriosos para usar el WhatsApp y se queja del grupo donde hay mamás y papás, el que decidió poner en silencio. "Hablan todo el rato. 'Oye, voy atrasada a buscar a mi hija, alguien que le avise a la tía', o sea, llama a la tía, para qué le contai a todo el mundo. Creen que todos tenemos que estar atentos a los que les pasa. 'Oye, tengo una amiga que tiene tal emprendimiento y vende cuestiones de arte que hace no sé quién...' No me interesa. Para qué chacrean el cuento".

Rodrigo (46), apoderado del María Inmaculada en Providencia, concuerda: "No diría que los papás somos menos involucrados, pero sí más prácticos. No les damos tanta vuelta a asuntos domésticos", y pone el ejemplo de una discusión eterna de si la cuota debería ser cinco mil o seis mil pesos. Javier va más lejos: dice que los grupos de mamás son "nefastos. No dejan a los niños tranquilos, les hacen todo y ellos no hacen nada solos". Cuenta que Francisca, su mujer, dejó los grupos de mamás después de una cadena donde se advertía de un paro de combustibles a nivel nacional en 2015, lo que provocó largas filas en las estaciones de servicio. "La mezcla entre cadenas falsas y las frases de Pilar Sordo que ponían las otras mamás colmaron su paciencia y se salió de todos los grupos".

Alto al fuego

Javier dice que sólo una vez tuvo un conflicto en uno de sus grupos: reaccionó cuando un papá mandó la foto de un amigo que iba de candidato a parlamentario. "Le paré el carro, le dije que el grupo no era para eso. Pero con respeto", dice. Otra regla más, la cuarta: no hablar de política ni de temas conflictivos. En ese punto, en algunos colegios incluso se les ha advertido a los delegados de curso que ellos administren estos grupos y pongan los límites.

Álvaro Ballero, apoderado de un colegio de Las Condes, dejó el grupo de papás porque dice que "terminó siendo cualquier cosa": "Me salí porque no cumplía la función de lo que debiese ser un grupo de WhatsApp de un colegio y más de uno de niñitas".

El subgerente en el área comercial en Canal 13 dice que entiende el Club de Toby en el WhatsApp, pero con amigos. "Tú no tienes un grupo de WhatsApp con los apoderaros del colegio para compartir el primer chiste que se te ocurra o viralizar cualquier tontera", dice Ballero, y agrega que una vez pidió en el colegio que los grupos fueran mixtos y que a las mismas mamás no les gustó la idea. "Como que el papá para qué se va a hacer cargo de esas cosas que las tenemos que ver nosotras, dijeron".

Según él, en los grupos de WhatsApp no hay reglas de lo que puede o no publicar, porque nadie las pone. En cambio, sí existen, al menos de manera tácita, en los grupos de trabajo: "Como está el jefe y te puede echar por un comentario huevón, no lo haces. Los colegios deberían poner límites".

El experto Eugenio Severin sentencia: "Las comunicaciones privadas entre adultos son comunicaciones privadas entre adultos y la escuela no tiene ninguna responsabilidad en eso". Agrega que a la escuela se las suele recargar con materias que van más allá de su labor educativa.

Pese a que trabaja en temas de educación, Severin no sabía de estos grupos. Estaba en un asado hace un par de semanas y un amigo le dijo: "Oye, hay un desubicado en el grupo de los papás que se pone a mandar chistes subidos de tono". Él, que es apoderado de los colegios Saint George y del Dunalastair, asegura que en ese momento se enteró de que existían estos grupos: "A lo mejor me encontraron demasiado serio y no me invitaron al club", dice entre risas. Eso, lo de ser demasiado serio, recuerda el caso de otro papá que participaba en uno de estos grupos y que hablaba poco, optando casi siempre por el silencio: un día trató de ver en qué iban las conversaciones, y recién entonces se dio cuenta de que había sido eliminado.

Ballero, por su parte, reconoce que su mirada puede ser algo exagerada. "Puedo parecer el talibán de los grupos de WhatsApp, pero no quiero que mi teléfono sea un almacén de porno".

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