La apuesta fuerte del PS

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AGENCIAUNO


El episodio de la nominación de la académica Ángela Vivanco como ministra de la Corte Suprema, con la bancada de senadores PS sorpresivamente y a última hora en contra, mostró un episodio más de la apuesta fuerte que está haciendo ese partido. Queda poco de su historia de "hombres de Estado" que marcó la historia socialista durante la transición, y en su lugar hay una directiva que se mueve al ritmo de las redes sociales, privilegia el entendimiento con el Frente Amplio, les echa a perder la fiesta triunfalista en que anda La Moneda y construye un personaje en los medios.

El expánzer, José Miguel Insulza, en una entrevista a este medio, calificó esa estrategia como "el club de la pelea". Pareciera que el presidente del PS quisiera parecerse al personaje que representa Brad Pitt en la película del mismo nombre, que cobra notoriedad al pelear como hobby y ser contestatario a todo lo establecido. Pero hasta ahora funciona y marca puntos en la agenda. Prueba de ello es que el gobierno ha resentido el golpe y casi colada dentro de la nueva agenda de probidad pasó un artículo que se ha bautizado como la "ley hermanos Osorio", en homenaje al nombre de los abogados que en nombre del PS le han provocado varios dolores de cabeza al oficialismo. La ira incontrolada de La Moneda con el socialismo llegó hasta el punto de que el propio Presidente no pudo contenerse en la ceremonia de la cuenta presidencial, y su enojo lo llevó a faltarle el respeto a la presidenta de la Cámara de Diputados, con una burla machista impropia de estos tiempos.

Muchos en la plaza ven esta estrategia como cortoplacista. Finalmente, en un régimen presidencialista, la oposición no puede jugar tanto tiempo al chico duro del barrio, pues termina siendo castigada en las elecciones posteriores. También el Ejecutivo tiene un enorme poder y una estrategia hábil puede dejar a los inclaudicables mirando desde afuera, como lo hizo el gobierno anterior en el primer año, cuando la UDI se negó con dientes y uñas a cambiar el sistema binominal.

El senador Elizalde puede decir a su favor que escuchó críticas similares sobre su manera arriesgada de jugar a la política cuando se postuló a senador por el Maule y apoyó a Guillier. La primera de sus jugadas le funcionó contra todos los pronósticos de la clase política. Entonces, tiene a su favor haber derrotado con anterioridad, al menos una vez, al escepticismo. También su estrategia le ha permitido mantener unido al partido, y quienes lo critican en voz baja y en los medios, a la hora de los votos no se salen de la línea. Ha podido tener calmada a la expresidenta, muy preocupada por una oposición derruida que podría haber ido corriendo donde el gobierno actual a buscar acuerdos, dejándola sola. La actual dirigencia socialista olvidó las humillaciones pasadas y ha funcionado como pararrayos para defender al gobierno anterior.

Ocupando una metáfora propia del Mundial de Fútbol, lo que ha hecho el PS es apostar por Islandia, un equipo estiloso, de un país de pacíficos barbudos que hacen cine y mandan a la cárcel a banqueros corruptos mientras juegan con la pelota. Es arriesgada, pero suena bien en ciertos públicos, en las redes sociales y, en especial, en las nuevas generaciones. El problema es que, y en eso el fútbol se parece a la política, en las finales de los mundiales no están las apuestas entretenidas, sino los equipos aburridos con tradición y capacidad de sostener torneos largos.

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