En la vida -y especialmente en la política- las acciones valen más que las palabras, especialmente cuando está en juego la conducción del país por los próximos cuatro años. Hace 10 meses, el diputado PC Hugo Gutiérrez presentó una querella contra el expresidente Piñera por el denominado caso Exalmar. Los fundamentos de la acusación eran delirantes, resultaba evidente que el parlamentario solo tenía pequeños objetivos electorales. Abusando de las instituciones y los procedimientos judiciales, intentó minar al candidato mejor posicionado en la carrera presidencial. Pero las instituciones no se dejaron utilizar, funcionaron y la querella fue definitivamente rechazada la semana pasada; con un fallo unánime de la Corte Suprema quedó comprobada la total y absoluta inocencia del exmandatario.

¿Qué hizo el Senador Guillier en su momento? Trató de sacar pequeñas ventajas electorales y se hizo eco de las infundadas acusaciones que se lanzaban públicamente contra su rival: habló de "la doble moral", de que para algunos no es importante "la probidad o la transparencia en la gestión o el separar el dinero de la política" y usó frases como "sabemos de su amor compulsivo por las finanzas".

En estos días ha sido imposible dejar de apreciar el contraste entre la actitud del expresidente y la del senador. La semana pasada se conoció una denuncia periodística contra Guillier por el uso de sus asignaciones parlamentarias para asesorías externas. Se trata del pago de cuatro informes, por un monto de $19 millones, elaborados por la firma del abogado Omar Beltrán Valle -Beltrán Asociados Spa, que se habría constituido una semana antes de comenzar a prestar servicios al senador- y que resultaron ser un "copy paste" de información gratuita que está disponible en el sitio web del propio Congreso.

El caso, que ahora está siendo investigado por el Ministerio Público, encendió una aguda polémica y gatilló una lluvia de explicaciones: desde el tenor de las asesorías  que en total suman casi $47 millones -si fueron verbales, presenciales o telefónicas-, hasta la dudosa dirección de la empresa involucrada.

Como era esperable, la prensa consultó al expresidente Piñera y su respuesta fue clara: "No voy a caer en vicios de criticar sin tener los antecedentes, no voy a prejuzgar". Hay que investigar, obvio, porque se debe garantizar el buen uso de los recursos de todos los chilenos. Pero los temas hay que abordarlos con responsabilidad, no con la crítica destemplada y oportunista que solo intentar obtener un dividendo de corto plazo, con desprecio de la actividad política y las instituciones.  ¡Qué distinta ha sido la actitud del exmandatario ahora que es el senador quien está en el foco del escrutinio público! Para conducir el país se requiere seriedad, consistencia y serenidad. "No quiero hacerle a otros lo que me ha tocado recibir", dijo el expresidente, mostrando la coherencia que todos los chilenos esperan en un gobernante.