Si esto fuera economía, los números y la respuesta de Ases Falsos se grafican con una línea al alza. Hace tres años, cuando Cristóbal Briceño, Martín del Real y Simón Sánchez eran el núcleo de Fother Muckers, promesa inconclusa del pop rock chileno, ofrecieron en el teatro La Cúpula del Parque O'Higgins un concierto con poco público y para olvidar, en la primera versión de Lollapalooza. Anoche, el mismo lugar lucía abarrotado para el lanzamiento oficial de Conducción, el segundo álbum de Ases Falsos que en un día tuvo 20 mil descargas, el siguiente proyecto de estos músicos chilenos atildados ayer como universitarios que van a comprar el pan, para tomar once.
En directo es evidente que entre los seguidores del grupo, el disco resulta sustancial. Desde el primer título, el pop beatlesco y de ensueño contenido en la romántica Ivanka, el millar de asistentes cantó la mayoría de las canciones. Y no se trató del acto reflejo de sumarse al coro, sino de acompañar toda la letra, verso a verso. Para ser material que no circula libremente por el dial, es sorprendente la comunión de Ases Falsos con su audiencia.
Con Búscate un lugar para ensayar, esa canción que en el fondo dice "no jodas" a quienes protestan sin saber muy bien el trasfondo de sus reclamos, Briceño se descolgó la guitarra y comenzó a cubrir tímidamente el escenario, como tanteando el terreno y, a la vez, dominando los nervios. El tercer tema fue 2022 de Justo y necesario (2008) de Fother Muckers, una composición de soul a la chilena. Briceño alargó el final, jugó con la voz, ejecutó pequeñas acrobacias. La sala se hizo más íntima y el público celebro el momento. Tras el corte, el cantante dijo "estamos creciendo", algo cierto si se considera que el anterior estreno, el debut Juventud americana (2012), fue en la ex Oz.
Siguió La gran curva, otra de las nuevas, con las voces de Sánchez y del Real flanqueando impecables armonías. Cuando llegó Fuerza especial la gente de la cancha saltó como un resorte, la corearon todos y el remate fue con duelo de guitarras soleando. Con Plácidamente, Briceño acentuó aún más el énfasis de canción cebolla y garganta apretada de la interpretación, que caracteriza al estribillo del tema. Más tarde, asomó Mantén la conducción, un corte que recuerda a Weezer cuando revienta, pero que parte como grupo de parroquia. Siguió Nada, también integrante del nuevo álbum, con el chulo arreglo del teclado en primer plano.
Luego Simón Sánchez le preguntó al público si el disco les gustaba más que el primero y se llevó un no de respuesta. Por supuesto el programa no se alteró, y continuaron las canciones flamantes como la barroca Niña por favor, la clave pastoral de Una estrella que se mueve y Al borde del cañón, alternadas con Misterios del Perú, del anterior trabajo.
Con apenas dos discos, Ases Falsos tiene una barra detrás que crece sin reveses, entusiasta de canciones que asume como himnos.