El cantinfleo la lleva




Mario Moreno, "Cantinflas", fue un gran cómico mexicano que llegó a tener un enorme éxito como actor de cine en todo el mundo hispanoparlante entre los años 40 y 70 del siglo pasado, y actuó también en grandes producciones norteamericanas.

Para varias generaciones de chilenos fue un ídolo; cuando niño era una alegría y un gran premio ir a ver una película de "Cantinflas".

Viendo con los ojos de hoy sus películas, de estructura simple, ingenua y con decorados casi artesanales, sigo pensando que era muy bueno, su humor atraviesa con éxito la prueba del tiempo, sobre todo el de su primera época en blanco y negro y en algunas de sus primeras películas en colores. Después le dio por representar una moralina algo boba y perdió gracia.

En sus bueno tiempos encarnaba al pícaro popular, mexicano y universal, al "pelao" indigente, pero orgulloso, que se defendía de los abusos; de buen corazón, pero fresco y patudo. Sus trabajos solían ser pololos precarios y los ejercía sin saber sus rudimentos, independientemente de que fuera lustrador de zapatos, cartero, bombero, barrendero o policía, todo lo hacía de manera enrevesada y aproximativa.

Siempre perseguía alguna ventaja, como cuando siendo obrero de la construcción repartía con su colega un sándwich de queso, quedándose con todo el queso. Al reclamarle su amigo le dice: "Pos no sea ignorante, no ve que este queso es suizo y lleva hoyos, a usted joven le tocaron los hoyos".

El gran pintor Diego Rivera lo inmortalizó en el mural del Teatro de los Insurgentes, poniéndolo como ícono mexicano al lado de la Virgen de Guadalupe, lo que levantó un gran escándalo en un principio. Ahora nadie discute que era justo ponerlo como símbolo mexicano.

Mimo y bailarín, se formó en el circo y el cabaret, su mayor arma para hacer reír era, sin embargo, la palabra, su lenguaje enredado con giros absurdos, complicaba lo simple y oscurecía lo claro para salir con la suya, aunque cayeran heridos a muerte el léxico y la sintaxis; casi no respiraba en sus largos monólogos entonados con el encantador acento mexicano.

Sólo como muestra reproduzco un breve monólogo de la película Si yo fuera diputado, filmada en 1951, donde expresa su definición de democracia cuando derrota a un político autoritario y corrupto de nombre don Próculo.

Allí señala: "Democracia, mire usted, según la lengua española traducida al castellano quiere decir demos, como quien dice dimos, ¿y si dimos con qué nos quedamos? Y cracia viene siendo igual, porque no es lo mismo don Próculo se va a las democracias que demos cracias que se va don Próculo".

Así, "Cantinflas" dejó de ser un nombre artístico solamente para transformarse en adjetivo "cantinflesco" y en verbo "cantinflear" y, sobre todo, en sinónimo de "forma de hablar de manera confusa y contradictoria".

Es divertido cuando en la actividad política el espíritu de "Cantinflas" aparece en pequeñas dosis, pero preocupante cuando termina ocupando un gran espacio en el debate cotidiano, como parece estar sucediendo en la actual campaña presidencial. Eso ya no es bueno para la vida democrática.

Piñera, por ejemplo, cantinfleó de lo lindo sobre el tema de los paraísos fiscales. Insistiendo en el uso de la metáfora para lo cual ya está más que probado, carece de talento (no haré mención a sus bromas con las cuales ha alcanzado cumbres universales de zafiedad), los comparó con un bisturí señalando que podían ser muy buenos o letales.

Ante la insistencia periodística armó una mazamorra entre los impuestos debidamente pagados y la conveniencia, nunca explicada, de llevar allí su inversión para facilitar sus operaciones con los países desarrollados, pero puntualizando enseguida que daba lo mismo que hubieran estado en otros países y de paso reafirmando que era bueno terminar con los paraísos fiscales, porque allí abundaba el dinero de traficantes y maleantes varios. ¿Por qué llevar sus piticlines entonces a un lugar tan malsano, si no ganaba nada con ello?

Terminada la cantinfleada argumental quedamos en el más profundo misterio.

Ossandón no se ha quedó atrás diciendo que los presidentes tienen equipos y no deben ser expertos en todo. ¿Eso quiere decir que gracias a sus equipos alguien que aspira a ser Presidente de la República puede permitirse no conocer uno de los acuerdos internacionales más importante de los últimos años para el mundo y olvidarse de haberlo ratificado, por cierto sin tener idea lo que ratificaba? ¿También el conocimiento de los efectos jurídicos de la sentencia de La Haya se lo endilgamos a los equipos? ¿Qué clase de aspirante a presidente puede nadar en un océano tan grande de indigencia cogitiva? Cantinfladas puras y simples. Pero tampoco otras candidaturas se quedan atrás. En una entrevista realizada a la vocera Karol Cariola le plantean la siguiente pregunta: ¿Cree usted que un gobierno de Guillier garantiza la continuidad del proyecto reformista de Bachelet?

Respuesta textual: "A ver, no creo que sea un continuista, no creo que esto se trate de un continuismo de lo que hubo (sic)".

"Pero si hay un reconocimiento de lo que se ha hecho, Michelle Bachelet entrega un camino, ella inició un proceso que es inédito en Chile después de la dictadura, esos 25 años de democracia fue precisamente el continuismo de muchos gobiernos que lo que hicieron fue administrar la desigualdad, administrar el modelo, incluyendo el primer gobierno de Bachelet. Este, en cambio, ha abierto una infinidad de temas que son fundamentales para la construcción de un país distinto".

"Pero si y en esto nuestro candidato ha sido muy claro no podemos cegarnos a la realidad de que aquí se ha avanzado, pero las necesidades son tan profundas todavía, que los avances siguen siendo invisibles (sic)".

Dejemos de lado "el español traducido al castellano" como diría "Cantinflas" y procuremos entender.

La idea parece ser continuar "lo que se ha hecho", es decir, la apertura de infinidad de temas cuyos avances son invisibles y a discontinuar "lo que hubo", vale decir la administración del modelo y de la desigualdad que es lo que parecen haber apoyado con maldad y alevosía durante al menos 20 años tres de los cuatro partidos que hoy sustentan al candidato.

Si de eso se trata, será difícil encontrar razones para apoyar a quienes son responsables de un pasado oprobioso y de un presente imperceptible. ¿Dilema existencial o cantinfleo?

Podríamos prolongar la casuística de un debate pobretón acompañado de un espectáculo poco estético, con empujones ante las cámaras, acusaciones y contraacusaciones, propuestas que se cuelan y se descuelan de los programas, de avivadas argumentales para defender posiciones conservadoras con argumentos liberales, de declaraciones de nuevos profetas, poseedores de la verdad absoluta, quienes nos explican todo lo que no entendemos.

Pensándolo bien, el cantinfleo es, a fin de cuentas, la parte más inocente de un cuadro político gris y mediocre que no está a la altura de lo que este país ha logrado en su construcción económica, social y política en democracia.

Nos merecemos otra cosa, creo yo.

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