David Gilmour: prestigio de marca




En los días que corren para el rock, si David Gilmour no llena el Nacional, entonces no lo llena nadie. Esa es la convicción que rodea el debut del ex Pink Floyd en Chile, quizás el último de los grandes de la vieja guardia del género que faltaba por venir y que está llamado a romper con la vieja creencia de que diciembre es el peor mes del año para organizar conciertos y, sobre todo, pensando en shows como éste que pretende llenar el coliseo ñuñoíno con capacidad por sobre las 50 mil personas.

Los temores, que los hay, vienen por lo obvio: fin de año, Navidad y un presupuesto previsiblemente alterado por las fiestas. Sin embargo, en este caso en particular, las certezas son mayores y tienen que ver con algo aún más difícil de soslayar en Chile que el prestigio de la marca.

Aunque técnicamente viene a mostrar las canciones de Rattle that Lock (2015), su primer disco solista en nueve años y que lanza el 18 de septiembre, el cantante y guitarrista británico de 69 años de edad no será tan descortés ni tan poco inteligente como para obviar en Chile el repertorio del grupo que finiquitó el año pasado con un álbum de sobras. La misma banda que vivió sus años de mayor gloria comercial bajo su mando y el de Roger Waters, un antiguo colega que ha venido tres veces a Chile (en 2002, 2007 y 2012) y que ha llenado los mismos pastos del Nacional recreando discos clásicos del conjunto de Wish you Were Here.

Y justo ahí, en el tema del repertorio, David Gilmour también suma por el derecho de propiedad. La mencionada melodía de 1975 es una de las muchas clásicas del grupo inglés que el guitarrista interpretó en Pink Floyd, sin ser el vocalista oficial.

Fearless (1971), Money (1973), Breathe (1973), Young Lust (1979), Comfortably Numb (1979), Learning to Fly (1987) y On the Turning Away (1987) son algunas de las que puede mostrar con total pertenencia en un show individual y que es lo que precisamente alimenta la idea de que, a pesar de la fecha y todo, lo de Gilmour en el Nacional no será un revés. Al menos no un revés del tipo Foo Fighters en enero pasado (que se tuvo que cambiar a la Pista Atlética, que tampoco llenó) o similar a lo que pasó con The Rolling Stones en 1995, Rush en 2010 o la decepcionante Britney Spears en 2011, shows que sin ser un fiasco de audiencia, no alcanzaron a completar el coloso de Ñuñoa. David Gilmour viene a Chile por la deuda con su culto local, para los que creen en eso, y por revertir el destino del último mes del año. Pero lo mejor de todo es que, contra todo pronóstico y en una cartelera que muchos estiman saturada, viene a confirmar que todavía hay nombres que generan este nivel de expectativa e interés. Santiago será testigo el 20 de diciembre en el Nacional.

*Texto referencia autor Aliciae doluptis ut eium rem il mincii

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