De Álamos a Bielsa




La eterna discusión: ¿quién le cambió el rostro a la selección chilena? Surge de inmediato el nombre de Bielsa. Se lleva todos los honores, copas y banderazos. Yo al menos, me declaro un admirador, pero sin fundamentalismos. Con nadie.

Lo conozco desde 1988, cuando era un estudioso preparador físico con los menores de Newell's Old Boys. Un obsesivo ayudante de Jorge Griffa, el gurú de la formación de talentos de aquellos años. Era la Masía de nuestro continente.

Visitó Chile el año 1991 y juntos vimos ese Colo Colo en Copa Libertadores. A los 10 minutos me dijo: "Si fuera entrenador del Real Madrid, me llevo al instante al lateral derecho, ese pelilargo que recorre toda la banda". Era el Coca Mendoza. Ojo clínico para detectar talentos.

De buzo llega a Pinto Durán para hacerse cargo de nuestra Selección. Pero ¿Habría venido a Chile si no hubiese detectado cual minero, ese inmenso filón de oro que era la Sub 20 de José Sulantay? Su ojo avizor no le falló. Un batallón pletórico de juventud se prestó para sus nobles y exigentes propósitos.

¿Y Don Lucho Álamos? adelantado para la época, que en los años 60 decía "que los conceptos de enseñar y rendir suelen aparecer como iguales, pero que los separa la finalidad y los objetivos".

En el Mundial del '66 declaraba: "Ese tercer lugar del 62 no corresponde al fútbol nuestro, eso fue un espejismo, lo mismo le sucedió a Suecia el 58". ¿Díganme que no ocurre lo mismo en esta época? El fútbol de la Roja es una isla en este lago de 16 equipos.

Otra del Zorro: "Técnicamente no tenemos que envidiar a muchos países. Lo hemos demostrado, que con una buena preparación atlética se puede superar a cualquiera fuera de Chile".

Creador del Ballet Azul y del Colo Colo 73, dos equipos espectaculares. Era un fútbol moderno, de ataque intenso, mezcla de técnica y velocidad ¡Que cosa más difícil! Y agregue precisión. ¡Más difícil todavía!

Dos entrenadores visionarios, que para ser completos en su enseñanza, tuvieron que quemar etapas sucesivas en la conducción de infantiles, juveniles y adolescentes. La mixtura perfecta; pasión y serenidad.

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