Diferencias consistentes




Finalmente, la ciudadanía pudo anoche ser testigo de un verdadero debate, un intercambio de opiniones sustantivo, gatillado por la en general correcta labor de los periodistas. El formato fue, con seguridad, el que un importante sector de la opinión pública esperaba, un espacio de interacción real donde quedaron expuestas con claridad las definiciones programáticas y, también, el manejo de los temas y las capacidades de cada candidato para abordarlos. Así, en un interesante intercambio de opiniones, los contrastes fueron visibles; entre otras cosas, Sebastián Piñera debió precisar su giro en materia de gratuidad universitaria y sus dichos sobre los 'votos marcados'.

Por su parte, Alejandro Guillier debió aclarar también su posición sobre el futuro de las AFP y la eventual condonación o suspensión del CAE. En definitiva, las ambigüedades y contradicciones que los candidatos han ido dejando en evidencia durante estos largos meses de campaña, pudieron ser confrontadas, en un ejercicio que sin duda terminó siendo aclarador para la decisión que los electores deberán tomar el domingo. En términos de evaluación en el desempeño de ambos contrincantes, siempre es difícil, subjetivo y polémico intentar precisar un juicio general; con todo, resultaría aún más difícil no reconocer que el representante de Chile Vamos mostró anoche un manejo riguroso de los temas y propuestas, frente a un representante del oficialismo que tuvo mayores complicaciones a la hora de exponer con claridad sus planteamientos y compromisos.

En los hechos, Sebastián Piñera consiguió anoche exhibir bien los atributos que otorgan los largos años de experiencia en el servicio público, es decir, una mayor prolijidad en los aspectos técnicos y de gestión asociados a su oferta programática. Alejandro Guillier abordó, en cambio, los temas con más dificultad, sobrevolando en muchos casos los lugares comunes, y con menor capacidad de precisión en los asuntos sustantivos. Será muy difícil -y quizás también inútil- tratar de evaluar los efectos de este debate en el electorado, intentar precisar cuál puede ser el grado de incidencia de lo observado anoche en el resultado final que entregarán las urnas. Sin embargo, no puede subestimarse que en un tiempo especialmente complicado para la política y su credibilidad, el formato de este intercambio de opiniones resultó un aporte innegable. Tener la oportunidad de ver y escuchar un debate consistente, en el que se repasaron los planteamientos en las áreas de gestión más relevantes, y observar diferencias, resultó a estas alturas casi estimulante.

Por último, a pesar de la aspereza que irrumpió en varios pasajes, el tono general se mantuvo en un clima de respeto y relativa cordialidad, algo que también marcó un positivo contraste con las dinámicas de campaña observadas en las últimas semanas. En resumen, un buen ejercicio en lo general, donde los contrastes en materia de propuestas, experiencia y manejo de los temas, al final no brillaron por su ausencia.

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