Elecciones e infancia vulnerable




Si pragmáticamente pudiésemos exigirle sólo una cosa al próximo presidente (a) de Chile, es que se comprometa con los niños de nuestro país, que están en situación de vulnerabilidad. A estas alturas del desempeño político exhibido, muchos ya no aspiramos a que se desarrollen planes coherentes en materia de Seguridad Ciudadana, ni que se perfeccione el sistema de justicia penal, ni siquiera que se legisle adecuadamente una nueva Ley Antiterrorista. Ello, porque sabemos que es muy probable que en exiguos cuatro años de gobierno, y como ha sido la tónica desde el retorno a la democracia, el próximo ejecutivo nuevamente pondrá el foco de la estrategia contra el delito en el aumento de los recursos policiales, adornándolo con un par de programas bien intencionados desde las subsecretarias del Interior y de Prevención del Delito, pero absolutamente insuficientes y desconcatenados. Sin embargo, el tema de la infancia vulnerable en Chile se encuentra en una etapa crítica, y posiblemente en nuestro país no está cumpliendo cabalmente sus compromisos internacionales en materia de Derechos del Niño, y de otras convenciones en temas de infancia y derechos humanos. Ello, porque los últimos sucesos conocidos respecto a la posibilidad de recepción de órganos, por niños de entorno vulnerable, significa sobrepasar un umbral de vulneración de derechos, por su carácter discriminatorio, con resultado de muerte de menores de edad por falta de atención del Estado.

Ya no sólo se trata de las decenas de muertes de niños en hogares del Sename, en circunstancias violentas o de abandono; ni de casos de explotación sexual de niñas y niños al cuidado de dicha institución; ni de la victimización y vulneración de derechos que aún sufren los niños, en su paso por el sistema de justicia penal, sea como imputados o víctimas, pese a la reforma procesal penal; ni de la falta de asistencia a menores extranjeros.

Es la suma de todas estas circunstancias, la que nos hace sostener con profunda convicción, que estamos en un nivel que puede tornarse crítico, si no se realizan acciones urgentes y profundas en materia de infancia, que están lejos de reducirse a la simple reestructuración del Sename. Por ello, a días de las elecciones, seguimos extrañando el compromiso de los candidatos, por una profunda reforma en materia de infancia vulnerable, que es sin duda el reflejo más doloroso de las profundas brechas sociales de nuestro país, y de la desidia de la clase política.

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