El futuro del pasado




El futuro es intrínsecamente impredecible en el largo plazo porque el ver futuros posibles por sí mismo afecta el presente. Es decir, aunque parezca una paradoja, que lo es, el presente afecta al futuro de la misma manera que el futuro afecta al presente. La economía moderna ha avanzado mucho en este terreno y habla de las expectativas racionales (vs. adaptativas). En este gobierno no entienden mucho de estas teorías y por eso no logran comprender cómo han deteriorado todo. Cuando Guillier declara ser el continuador de este gobierno, si sube su probabilidad de gobernar, la economía se deteriora de inmediato, para qué hablar de otras posiciones más extremas.

Entonces, en los hechos, hay un futuro del pasado cuando solo proyectamos historia o cuando queremos volver atrás, un futuro del presente en que nos creemos dioses capaces de construir el futuro que nos plazca, y un futuro del futuro que emerge de lo que aun ni siquiera conocemos. Del conflicto e interacción de estos tres futuros emerge el que finalmente lo será.

Pues bien, la política chilena, con honrosas excepciones, parece solo conocer el futuro del pasado. Sorprendentemente, los jóvenes talentosos del Frente Amplio, que para mí debieran representar el futuro de futuro, apenas repiten añejas ideas de sus abuelos. Peor aún, lo hacen como si se hubieran iluminado. "Hay que terminar el modelo extractivista y generar más valor agregado" es la revelación creativa que proclaman. Una idea más vieja que el hilo negro; de hecho, partió en los años 40 del siglo pasado. Hasta los radicales la sabían e impulsaron la Corfo y la industrialización vía el Estado. Pero no era fácil. El proteccionismo que requería no permitía que fueran competitivas. Hasta autos se trataron de fabricar en Chile en el intento de tener más valor agregado.

Por otro lado, el actual gobierno solo cree en el futuro del presente mirando por el retrovisor. Dicen que por las reformas hay que pagar un costo, que los beneficios son a largo plazo. Lo cierto es que da lo mismo el "costo" de las reformas estructurales y si dejan al país más atrás que donde partió que es lo que ocurre en Chile. Creen que están avanzando y creando historia. La cosa de fondo para ellos es el poder, y hay que mantenerlo a como dé lugar, el síndrome de los Castro. Es que ellos se sienten moralmente superiores y por ello "deben" gobernar.

La derecha no lo hace mucho mejor. También es ejemplo del futuro del pasado. La derecha no se caracteriza por ser ni muy creativa, ni de aportar nuevas ideas para el desarrollo nacional. Tiende a ser conservadora y una buena parte de ésta sigue anclada a religiones en que el futuro deseado está en el "otro mundo". La derecha cree en la libertad, y postula que es el ejercicio de ésta la que genera el mejor futuro.

Todas las vertientes del populismo, que hoy brotan a raudales en nuestro país, son expresiones del futuro del presente. Pan para hoy, hambre para mañana. Jamás el populismo ha logrado el desarrollo cuando se ha intentado.

Necesitamos a los millennials más involucrados en lo colectivo. Las viejas ideologías ya no responden a los problemas de la actualidad, menos las del futuro. La democracia no se ha modernizado en siglos y ya no es capaz de resolver las dinámicas sociales de la actualidad. En la era del conocimiento no hay espacio para políticos ignorantes pero populares. En la era de internet y de la inteligencia artificial no hay espacio para asambleas y cabildos. La pobreza y segregación del futuro viene de la brecha digital, no del ingreso.

Todo lo anterior descansa en la calidad de la educación, no de la gratuidad para un sistema del pasado. También de la modernización (calidad) del Estado, no de su creciente obesidad (tamaño). El mejor futuro posible resulta de la colaboración, no de la eliminación del adversario, menos de las retroexcavadoras.

Como vemos, Chile es un país que mira hacia atrás más que adelante y, de seguir así, el futuro será repetir una y otra vez los mismos errores.

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