God save brutannia
Inglaterra está desnuda. Nadie sabe a ciencia cierta qué hizo a sus ciudadanos dispararse en las rodillas. Si fue el hartazgo de vivir con sueldos que no les alcanzan para vivir o el avivamiento de un grupo de dirigentes políticos, ligado a un empresariado minoritario, que no aprecia las restricciones de la Unión Europea. Probablemente la suma de ambos.
El caso es que se gatilló la salida de la UE sin que el Gobierno ni la Oposición sepan exactamente qué hacer ahora. Lo único que existe son eslóganes voluntaristas: recuperar la soberanía "para retomar el control de las fronteras"; salir del mercado único y de su unión aduanera "con el fin de ser más globales", quitarle el derecho a los europeos de asentarse y trabajar libremente en el país "para que los sueldos sean justos", o salir de las jurisdicción de la Corte Europea de Justicia "para que no nos juzguen extranjeros"
Si esto llegara a ocurrir, los posibles resultados entregados por respetables universidades e instituciones británicas son deprimentes: bajará el ingreso per cápita, la inflación se disparará, los sueldos se estancarán, no se solucionará el tema de la inmigración, ya que la mayor parte es la ilegal y la no europea; los bancos, por su parte, no podrán operar libremente en Europa, las aerolíneas no podrán acogerse a la política de cielos abiertos, las universidades disminuirán sus estudiantes y profesores europeos, los fondos de investigación se harán humo; los médicos y enfermeras de la salud pública escasearán, los recolectores de frutas también. Y, algo que duele, los equipos de fútbol no podrán tener tantos jugadores europeos ya que pasarán a ser extranjeros.
Una pesadilla completa que ya ha comenzado a ocurrir.
El Gobierno está desconcertado, unos ministros se acuchillan con otros por un soft o un hard brexit. El primero consistiría en permanecer "de alguna manera" dentro del mercado único y de la unión aduanera; el segundo contemplaría quedar fuera de todo acuerdo rigiéndose por las tarifas de la Organización Mundial de Comercio, lo que encarecería la canasta básica enormemente.
La Oposición del Partido Laborista, también dividida y llena de complots internos, ha sembrado la ambigüedad, prometiendo también que respetarán "la voluntad del pueblo" y se saldrán de ambos organismos manteniendo las ventajas de la pertenencia a la UE, sin estar en la UE.
Nadie sabe porqué estos líderes, educados en la mejores universidades de mundo, tienen estos felices pensamientos ya que la Unión Europea ha dicho que nadie que la abandone podrá tener las ventajas de estar en ella y no tener ninguna obligación con ella.
Parte del gobierno cree que es solo una amenaza, que los pobres italianos no se abstendrán de venderles prosseco, ni los codiciosos alemanes soportarán que no les compren sus Mercedes y BMWs. Otros piensan que la salvación vendrá de Estados Unidos que será gratuitamente solidario, que no pretenderá sacar algunas ventajas como, por ejemplo, ya se sabe, reventar el Servicio Nacional de Salud para que entren los seguros privados norteamericanos y vender, de paso, pollos bañados en cloro. Otros sueñan que se abandone el sistema métrico por ser una imposición europea y el ministro de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, ha llegado a proponer que se resucite el yate real Britannia, para que, como en la época del Imperio, la Corona vaya de país en país haciendo negocios a bordo en medio de fiestas y boatos.
Suena la canción de Mick Jagger sobre el Brexit: "Ubíquense" (You gotta get a grip). Los versos vuelan sobre una Inglaterra difícil de reconocer. "El mundo está patas para arriba, todos son locos y payasos. Nadie dice la verdad. La locura dirige la ciudad", grita Jagger solitario en medio de un verano lluvioso y gris.
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