El 5 de septiembre llegó a nuestro país, la abogada norteamericana Rebecca Kiessling, presidenta de la fundación Save de One, y activista pro vida que ha promovido en su país legislación que prohíbe derechos parentales a violadores. Esto, cuando a niños concebidos en una violación o incesto, se les permite nacer. Rebecca tiene autoridad para decirlo, ya que ella misma fue producto de una violación. Su madre la entregó en adopción en lugar de abortarla, ya que aún no era legar hacerlo en Norteamérica. Cuatro meses después del nacimiento de Rebecca, se aprobó el aborto en Estados Unidos. Por ello, afirma que le debe su vida a una ley pro vida, que ahora como sabemos, no existe. En su fundación, dedicada a apoyar a niñas y mujeres que han sufrido abusos, violación o incesto, tienen claro que el aborto lo único que logra, además de matar a un inocente, es perpetuar la impunidad del violador.
En nuestro país, la tercera causal del proyecto ley de despenalización del aborto, precisamente en caso de violación, fue desde el comienzo la más polémica. Ello, porque produce bastante "ruido" a nivel ético el permitir la eliminación de un miembro de la especie humana sano, por el crimen cometido por su progenitor biológico, crimen del cual el niño o niña concebido son una segunda víctima, además de la madre.
El Tribunal Constitucional, dio a conocer hace unos días atrás los argumentos del fallo que dio luz verde a que el aborto en nuestro país sea legal, también en caso de violación (única causal que podría haber peligrado, según los expertos). A muchos nos llamó la atención algunos de los argumentos esgrimidos. Por ejemplo, señalan que la Constitución no le otorga al que está por nacer la categoría de persona, aclarando que ello no implica que el no nato sea un bien jurídico de la "mayor relevancia", de modo que "el costo de interrumpir la gestación de una vida humana con expectativas de alcanzar el estatus de persona, es alto". Para los ojos no expertos de quienes no somos juristas, esta distinción entre vida humana y persona es chocante. Llamar a un ser humano en su etapa inicial de desarrollo, un "bien jurídico" puede interpretarse como ser el equivalente a una cosa. Sobrecoge que hecho de que el legislador tenga el poder de determinar qué vidas humanas o seres humanos tienen en efecto, status de persona y cuáles no. Algunos explican que la categoría de "persona" se refiere más que todo a asuntos patrimoniales y civiles, pero… ¿No es acaso el derecho a la vida anterior y superior a una inscripción en el registro civil o al derecho a la propiedad?
La historia está plagada de ejemplos en los que grupos de miembros de nuestra especie fueron considerados "infrahumanos" o humanos de segunda clase, despreciables incluso, por diversos motivos. Por su etnia, religión, nacionalidad, raza, pensamiento político, etc. En los mayores de 35 podrá resonar aún la palabra "humanoide" tan utilizada en el período de la dictadura. De más está decir, que esta "deshumanización" del otro, de quien es diferente, sigue plenamente vigente en el siglo XXI. En varios países donde ya se discrimina y aborta libremente a los no nacidos, también se han comenzado a discriminar a los enfermos y ancianos. El aborto eugenésico y la eutanasia, son manifestaciones de las prioridades de una cultura de la muerte que saca calculadora para determinar que es más económico la "muerte digna" de enfermos, ancianos y no nacidos que los costos de hacerse cargo de esas vidas. Darwiniano escenario en que la supervivencia de los más aptos impera.
También llama la atención otro argumento que se puede encontrar en el fallo del Tribunal Constitucional, que señala: "el que está por nacer mantiene en el vientre materno una existencia común con la madre, sin vida individual ni autónoma, constituyendo una existencia condicionada al nacimiento…" Ello es refutado por la ciencia. El feto es completamente autónomo e independiente de su madre, lo único que necesita de ella es alimento y cobijo, tal como lo necesita un recién nacido, un bebé de 6 meses, de 1 año o un niño de 3 o 6 o 10.
El año pasado, la revista Nature Cell Biology (perteneciente a la pretigiosa publicación "Nature") publicó el estudio: "Auto-organización del embrión humano en ausencia de tejido materno" (Revista Nature Cell Biology, volumen 18 - n°6, junio 2016) Éste concluía que un óvulo fecundado (o cigoto) no es un mero conjunto de células, sino que es un ser vivo autónomo. Ya que, además de contar con un genoma completo que lo define como un ser humano de características únicas, independiente de las de sus padres, produce su propio desarrollo incluso en un tubo de ensayo o en una incubadora.
En el estudio, publicado por Marta N. Shahbazi y varios colaboradores en el Reino Unido, se descongelaron embriones donados a su grupo de investigación por una clínica de fecundación in vitro. Los embriones habían sido congelados tras la fecundación y cuando fueron descongelados se encontraban en diversos estadios del desarrollo de la primera semana (pre-implantación). Utilizando un sistema de cultivo in vitro diseñado por ellos mismos, dejaron crecer esos embriones más allá del momento en el que normalmente se implantarían en el revestimiento del útero. Como afirman los autores en el artículo, su sistema de cultivo "permite a los embriones humanos continuar la transición de pre-implantación a post-implantación in vitro, en ausencia de cualquier tejido materno".
Como vemos, el feto, incluso el cigoto desde sus primeras horas de vida, no es un apéndice del cuerpo de su madre, sino que es un miembro de la especie humana único, irrepetible e independiente, en una etapa inicial de desarrollo. Un desarrollo continuo que culmina en la muerte y que necesita de otros, a lo largo de toda la vida, pero en especial, los primeros 18 años y en la tercera y cuarta edad. Nuestros legisladores pueden ocupar su libertad para elegir si a toda vida humana se le considerará por su valor intrínseco o bien, se determinará por cualesquiera razones, ciertas condiciones para conferir personalidad ética y legal a algunos de sus miembros. De momento, decidieron que la vida de personas como Rebecca, no tiene cabida en nuestra sociedad. ¿El día de mañana, quiénes más quedarán fuera?







