La espesa cortina que cubre la guerra en Siria




La Casa Blanca en una declaración  del 26 de junio advirtió que Estados Unidos podía atacar a Siria nuevamente. Según su información, el gobierno Sirio estaría preparando un ataque con armas químicas que resultaría en "un asesinato masivo de civiles, incluyendo niños inocentes". La información no detalla a qué fuerzas estaría dirigido el ataque del Ejército Árabe Sirio que enfrenta hace seis años una guerra irregular con terroristas infiltrados por las fronteras con Turquía  y Jordania principalmente, que se han hecho llamar Estado Islámico.

Al anticipar el "asesinato de niños inocentes", el mensaje de la Casa Blanca responde a una pobre manufactura. No solo del hecho, sino también de cómo se difunde la información para justificar un ataque que nuevamente violará la Carta de Naciones Unidas y el alicaído Derecho Internacional

Las pruebas de la Casa Blanca son unilaterales. Estados Unidos una vez más, en caso de atacar, continuará lo que ha estado haciendo hace más de seis años con la guerra en Siria: mantener una espuria alianza con el terrorismo para derrocar al presidente en Siria. Estados Unidos formó al ISIS o Estado Islámico, según la propia declaración del actual presidente Donald Trump durante su campaña presidencial. Lo que no admite Trump es que un aliado, Arabia Saudita, dispuso de una buena parte del financiamiento para formarlo e introducirlo en Siria.

Pareciera ser que el apoyo irrestricto de Trump a Arabia Saudita, contradiciendo la moderación de su secretario de estado Rex Tillerson, es también una señal de que la Casa Blanca va por el tema mayor: derrocar a Assad. Frente a los reiterados fracasos con China y Corea del Norte, podría ser la asignatura más viable en política exterior, aunque Rusia e Irán serán obstáculos formidables.       

La espesa cortina  que no deja ver la realidad de esta guerra también es obra de los que producen información y análisis. En los centros de estudio de Estados Unidos y el resto de las potencias  de la OTAN, la formación de un estado islámico, está instituido como un elemento central de esta guerra. La existencia de un plan para derrocar  a Assad que es de larga data y que se reactivó con las primaveras árabes, no forma parte central del análisis. Es como una variable de hecho consumado y allí está la falla. Los medios de alta difusión como The New York Times, The Guardian , Le Monde , El País de España, The Financial Times,  activos con el tema, siguen esa misma línea y trabajan su información centrados en el estado islámico.  

Uno de esos elementos que forman la cortina  que  impide ver esa realidad, la del plan para derrocar a Assad,  es el haberle hecho creer al público que el objetivo central de la guerra en Siria consistía en acabar con el llamado Estado Islámico, en circunstancia de que esta fuerza de terroristas, en su versión siria, forma parte del conjunto de acciones para derrocar al presidente Sirio. Está ampliamente demostrado que ha sido financiado por las monarquías del golfo pérsico, incluidos Arabia Saudita y Catar, formando parte de una alianza con Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. Ahora han separado aguas al observar que la defensa del Estado Sirio se consolida con el apoyo de Irán, Irak, y un actor fundamental como Rusia.

Cuando se habla de ponerle fin al estado islámico, no se debe confundir con el fin del plan de derrocar  a Assad.  Por el contrario. El estado islámico dejará de existir cuando el principal objetivo para el cual se financió, se logre, y ese es el derrocamiento de Assad. Sin embargo, los sostenedores de este plan ahora están divididos a partir de la ruptura de relaciones entre Arabia Saudita y Catar y el financiamiento disminuye.  

Se propaga mucho en la prensa que la nueva cercanía política y económica de Catar con Irán es la causa principal de la ruptura, aduciendo que Arabia Saudita e Irán son dos potencias regionales disputando zonas de influencia. También se propaga que la ruptura de Arabia Saudita con Catar se debe al apoyo de Catar a la Hermandad Musulmana, considerada una entidad terrorista. Hay que destacar que ambos países han financiado el terrorismo en Siria. Catar detuvo ese financiamiento hace poco y es probable que esta ruptura con Arabia Saudita se origine allí. Arabia Saudita es el principal financiador del plan para derrocar a Assad y del terrorismo del llamado Estado Islámico que golpeó en París, Orlando, Bruselas, Niza, Londres  y Teherán. La información sobre el financiamiento saudita al Ejército Islámico fue ampliamente ventilada durante la campaña presidencial en Estados Unidos en algunas intervenciones de la candidata Clinton y el vicepresidente Joseph Biden.   

La espesa cortina continuará mientras exista una guerra  irregular financiada para derrocar un presidente y destruir un estado. Seguirá esta cortina construyendo realidades destructivas de estados que no entran en el área de influencia de la OTAN y la Alianza Transatlántica. Estas entidades atraviesan una de sus peores crisis existenciales debido a la ausencia de una amenaza real que justifique el costo de un aparato institucional gigantesco y de una carrera armamentista que atenta contra los principios de los acuerdos de París (2017) sobre el calentamiento del planeta.

La creación del Ejército Islámico para derrocar a un presidente en Siria, constituye sin duda una jugada maestra  en los anales de la inteligencia. Todo por obra de una Alianza, como la que se despliega en torno al poder Transatlántico, que no será juzgada por crímenes de lesa humanidad al tener todo el espacio del poder a su disposición. El problema es ético, porque detrás de la operación de crear un estado islámico, se ocultaba  la realidad del plan para derrocar al presidente Sirio, objetivo principal para montar una falsa guerra civil.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.