La familia invisible: el derecho de los niños a vivir en familia




El pasado 15 de mayo se celebró el Día Internacional de la Familia, que evidencia la importancia que la comunidad internacional le confiere, buscando asimismo relevar su rol en la sociedad y los desafíos y dificultades que enfrenta.

Nuestras familias enfrentan desafíos cada vez más complejos, particularmente en contextos donde existen altos niveles de exclusión social, donde escasean los modelos de referencia positivos o el abandono del hogar se inicia tempranamente y la droga arrebata la tuición de los hijos.

El Estado reconoce este escenario de vulnerabilidad y lo enfrenta en sus dimensiones más amplias, como cuando hablamos de seguridad pública, pero muy pobremente desde la intervención sistémica con las familias desde el ámbito reparador y mucho menos desde el preventivo. La oferta de servicios y programas ha sido insuficiente a la hora de situar al Niño y su familia en el centro de su accionar. En el mejor de los casos ésta ha sido sólo un contexto referencial, pero no un foco de intervención.

En 2015, en el marco  del Programa de Familia de la Fundación San Carlos de Maipo, se publicó un estudio de  Evaluación y Sistematización de los Proyectos de Intervención Focalizados en Familias con Niños, Niñas y Jóvenes Vulnerados en sus Derechos,  ejecutado por la Universidad Diego Portales. De las principales conclusiones que se desprenden se hace evidente cómo las miradas institucionales sobre la familia han repercutido en el diseño y ejecución de los programas y la política de infancia.

Los objetivos que definen los programas relacionados a infancia en Chile son altamente focalizados y  aunque en algunos casos incluyen a la familia,  aún no parecen contar con una visión sistémica y muchas veces se superponen entre sí sin lograr impacto en la intervención. Al contrario de lo que sucede en Chile, a nivel internacional se otorga prioridad al enfoque preventivo, centrándose en el fortalecimiento de factores protectores en la familia, bajo una visión ecológica.

Es así entonces, aunque el discurso la releva,  la Familia continúa siendo anulada en los modelos de intervención, relegada a la sombra de las políticas públicas. Son esas familias las que peregrinan en tribunales en búsqueda de la reunificación familiar con escaso apoyo en materia de representación jurídica, cargan con prejuicios institucionales, que caen sobre ellas desde la institucionalidad, son consideradas por equipos terapéuticos como  factor de riesgo sin comprender que la intervención con ellas puede marcar una diferencia fundamental a la hora de reparar el bienestar del niño.

Esas son las invisibles, las que pasamos por el lado como si no existieran, las que están desnudas, desprovistas de las herramientas, estigmatizadas por la pobreza y la marginalidad, las que como sociedad apuntamos con el dedo y que no logran comprender  por qué no pueden vivir este día como todos nosotros, con el derecho pleno a vivir en familia.

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