Largo de aquí, Mike




Mike Tyson no pudo ingresar a Chile. El exboxeador, que pretendía concretar un pitutito animando un evento en la capital, no contaba con la astucia y rigurosidad de la policía chilena, cuyos agentes aeroportuarios detectaron ágilmente el prontuario delictual del hombre que masticó la oreja de Holyfield ante millones de telespectadores del mundo entero, incluyendo a este humilde servidor.

Bien por nuestros vigilantes, dirán ustedes. Después de todo, el tipo carga, entre otras cosas, con una pena por violación, aunque Maradona estima que se trata de "problemas que podemos tener todos".

Pero detengámonos unos minutos en las imágenes que han acompañado la información periodística sobre esta mediática expulsión. Porque a través de este mismo periódico, al menos yo me entero que solo este año la policía suma más de ocho mil denegaciones de ingreso a Chile similares a la que afectó al popular Tyson. Luego me pregunto: ¿y la PDI ha tuiteado más de ocho mil fotitos con agentes acompañando a cada expulsado? ¿O Mike tuvo la fortuna de ganarse ese derecho solo por ser famoso?

En una foto lo vemos presentando sus documentos ante una funcionaria de la policía en esas casetas por las que, seguramente, usted mismo ha pasado. Sí, me refiero a esas casetas que, por lo general, están cerradas o con agentes en su interior que ni siquiera se animan a levantar la vista cuando la fila de espera da vueltas y vueltas hasta la eternidad.

En otra, figura mansamente caminando entre dos funcionarios ataviados con casacas azules y logos a la vista. Tyson no protesta, no arranca orejas ni conecta un gancho de izquierda. Más bien se muestra sometido a lo que, con toda seguridad, ya le ha tocado experimentar en el pasado: el show de turno de la policía local. Los 15 minutos de fama que él mismo otorga a gratuidad, mientras medita si los organizadores del evento le pagarán o no el pitutito.

Imagino cómo habrá operado la máquina comunicacional de los chicos de azul ante la aparición de Tyson. "Oigan cabros, en ese avión viene el Mike Tyson. Miren sus antecedentes, no lo dejemos entrar", habrá dicho uno. "Wena. Llámate al Lucho para que saque las fotos y las subimos al tuiter", le respondió el otro. "Oye, que lo acompañen un hombre y una mujer y así mostramos que somos inclusivos", agregó el de más allá.

Pero les recuerdo una cosa: estos son los mismos a los que se les coló Fujimori y que caminan a paso lento mientras usted se eterniza en la fila de espera. Funcionarios públicos, les llaman. No confundir con operadores políticos, por favor.

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