El 1 de Octubre quedará marcado por las imágenes de policías evitando que ciudadanos puedan votar. Requisando urnas, cerrando locales de votación y finalmente enfrentando a ciudadanos que pretendían ejercer un derecho por el que muchos españoles lucharon por décadas. ¿Cómo explicar esta situación? La historia de la España post Franco, los años de la dictadura, la importancia del pueblo y la cultura catalana, la crisis económica, la corrupción política, e incluso el desarrollo de nacionalismos de todo tipo, son elementos de un proceso complejo y de larga data. Estamos lejos del último capítulo de una trama que seguramente se pondrá más compleja antes de empezar a encontrar caminos de solución.
Más allá de nuestro interés por la situación internacional, el proceso en Cataluña evidencia una serie de lecciones que deberían ser analizadas para contextos aún tan lejanos como el nuestro. Por supuesto que no vamos a tratar de empatar fenómenos distintos y realidades que tienen composiciones diferentes, pero del proceso de deterioro de la relación entre Madrid y Barcelona hay mucho por aprender.
- La arquitectura institucional post dictadura tiene fecha de vencimiento. 42 años han pasado desde la muerte del dictador Franco en España, y parece ser tiempo suficiente para revisar algunas de los elementos del régimen político e institucional que se construyó después. Desde la Constitución hasta las misiones de algunas instituciones claves para el desarrollo de la democracia deben ser revisitadas con los ojos de una democracia diferente.
- Las reivindicaciones culturales son relevantes. Si bien los catalanes que buscan históricamente la independencia de España, representaban un grupo más bien minoritario; tampoco están dispuestos a ser pasados a llevar. Así, la violencia contra la minoría aumenta su tamaño. Paradojal, pero no poco común en el mundo.
- La política requiere acuerdos, negociación y entendimiento. Mariano Rajoy es el gran perdedor del domingo porque la legalidad del proceso, quedó en segundo plano y su legitimidad como autoridad nacional ha sido puesta en cuestión. La impericia que ha mostrado para enfrentar un incendio rociándolo de bencina será caso de estudio en unas décadas y ha puesto la alternativa de adelantar las elecciones en la agenda.
- La judicialización de los problemas políticos es un error. La permanente estrategia del Partido Popular que, desde un inicio buscó solucionar el reclamo catalán desde una mirada normativa, no ha traído buenos resultados. Por el contrario, ha dejado de lado las capacidades de negociación política y ha aumentado los niveles de conflicto.
- La policía no puede ser el "brazo armado" de la democracia. Más allá de la ilegalidad de los procesos o la resolución del Tribunal Constitucional, usar la fuerza para fortalecer la democracia no trae buenos resultados. Mucho menos en la época de las redes sociales y las imágenes en tiempo real que hacen mucho más claro el uso desmedido (en muchos casos) de la fuerza para evitar la votación.
- Nadie quiere pagar una fiesta que parece ajena. Los últimos años en Europa la crisis económica ha dejado en claro que el pago de impuestos para solventar el Estado de Bienestar es aceptado cuando los resultados son cercanos. Pasó cuando diversos países Europeos se negaban a apoyar al gobierno griego en la peor etapa de la crisis, y pasa en múltiples países donde las zonas "ricas" consideran que sus impuestos van a ayudar a los "otros".
Visto desde estas lecciones empezamos a entender que hoy en España y especialmente en Cataluña no se está dando una pelea por el nacionalismo, sino que se ha puesto en primera fila la democracia, la libertad de expresión y los derechos ciudadanos. Este debate nos atañe a todos y podría ser un resultado positivo en el marco de una coyuntura preocupante y aún con resultado incierto.







