Para mejorar las pensiones




LAS POLÍTICAS públicas relacionadas con las pensiones afectan fuertemente la calidad de vida de las personas durante décadas. Ello exige que los gobiernos promuevan la búsqueda de acuerdos amplios a través de debates transversales, serios y responsables, al margen de la lógica propia de las campañas electorales.

Por lo anterior, resulta lamentable que respecto del destino del 5% de cotización adicional, la ministra del Trabajo haya declarado que "todo será en cuentas personales administradas por un ente público, porque estamos claros: ni un peso más a las AFP". ¿Existen estudios de expertos que avalen esta afirmación? Si se considera que este 5% extra será mejor administrado por un "ente público" en lugar de las AFP , entonces ¿por qué dejar en sus manos la cotización de 10%? ¿O acaso estamos frente a una mera consigna basada en un prejuicio ideológico como el "No + AFP"?

Aspirar a una vejez más digna para todos no solo es un deseo noble sino también una meta posible. Pero para avanzar hacia ella y no dar pasos en falso, tenemos que caminar sobre terreno firme con los ojos bien puestos en la realidad de los hechos y no en el vacío de las palabras. Y los hechos son claros.

En primer lugar, quienes responsabilizan a las AFP por el bajo nivel de las pensiones respecto de las expectativas de los afiliados, ignoran o callan que gracias a la buena administración de las AFP, la rentabilidad de los fondos de pensiones ha superado el 8% real anual en 35 años, período en el cual jamás se ha perdido un solo peso del ahorro de los chilenos.

En segundo lugar, el problema de las pensiones bajas se relaciona con la existencia de lagunas previsionales, ahorro insuficiente, períodos de desempleo y el bajo crecimiento de los salarios y la informalidad del trabajo, todo lo cual se suma al aumento de las expectativas de vida. Si queremos aumentar las pensiones, tenemos también que generar más y mejores empleos, recuperar la capacidad y el ritmo de crecimiento, incrementar el período de cotización e incentivar el ahorro, entre otras medidas.

Una medida efectiva es la cotización adicional de 5%, siempre y cuando se cumplan dos condiciones. Primero, que los trabajadores sean dueños de este dinero y segundo, que su manejo no signifique pagar costos extras. La primera condición se materializa depositando el 5% adicional en la cuenta individual de los afiliados.

Y la segunda se cumple permitiendo que las AFP lo administren con el resto de los fondos previsionales, lo que implica que no hay costo adicional para los trabajadores.

Esto no solo es lo más justo sino además lo que desea la mayoría de los chilenos, de acuerdo a la encuesta Adimark de enero pasado, que reveló que 61% de los afiliados a las AFP quiere el 5% extra en su cuenta. Darle otro destino al 5% adicional significa convertirlo en un impuesto al trabajo que frenará el empleo e incentivará la informalidad y precariedad de las condiciones laborales, deteriorando aún más las desigualdades en el país y el ahorro necesario para una vejez digna y tranquila. Justamente lo contrario que pretende la ministra del Trabajo.

Respetar la propiedad de los chilenos y la buena administración sobre el 5% extra no importa desconocer la necesidad de ampliar la cobertura y aumentar las pensiones solidarias. Sin embargo, no es justo que el fortalecimiento del Pilar Solidario sea a costa del ahorro para la vejez de los trabajadores dependientes, por lo que éste debe financiarse con cargo al presupuesto general de la nación, aplicando la progresividad propia del sistema tributario.

Esperamos que cuando el gobierno presente su proyecto podamos decir lo mismo que expresó la Presidenta Bachelet en 2008, a propósito de las nuevas pensiones solidarias: "con la reforma previsional no gana este grupo o aquel otro, sino Chile en su conjunto".

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