Pío IX con Santa María




No es novedad que Derecho-UCh siga en toma. Nunca allí deja de haber tomas y paros, pudiendo significar hasta dos o más meses sin clases como en 2016. Lo novedoso esta vez es lo que ha estado saliendo a la luz sobre el manejo de la Escuela y la furia contra el decano Harasic, desproporcionada con lo que los estudiantes piden, por cierto, aunque no nos engañemos, el asunto es más complicado de cómo se informa.

El ambiente se ha vuelto a enrarecer. Las movilizaciones han estado escalando, también los quiebres entre quienes apoyaron su elección de decano el 2015 (algunos sin vergüenza habiendo sido antiguos enemigos); claramente, haber fomentado tomas en contra de otros en el pasado poco ha ayudado. Motivos además no han faltado para cuestionar su administración: aumento de matrícula, incapacidad física para atenderla, temor de que se tengan que duplicar cargas para acoger a más alumnos, malestar entre funcionarios, problemas económicos, despido de profesores para hacer hueco a nuevos nombramientos con infladas remuneraciones, una inédita plantilla de periodistas a cargo del bombardeo permanente de autopromoción interna, además de las dos conocidas empresas contratadas para trabajar los medios (recurso frecuente entre abogados litigantes).

Nada de raro, la Escuela ha seguido decayendo, en puntajes, con deserciones, en rankings (debajo de la PUC y la PUCV), en egresados contratados por los mejores estudios. Y no es para menos. Cuando desde una de estas agencias de comunicaciones se les encuesta para que digan cómo perciben la Escuela (cuán "seria académicamente la ven"), es obvio de que se van a generar dudas. Si la universidad no tiene claro que no es una empresa y no sabe evaluarse a sí misma, seria no está siendo (sus egresados tampoco quizá). Por su parte, los "investigadores" recién contratados no han hecho diferencia académica alguna; dos de ellos son candidatos en la próxima elección.

Otra razón es que la estrategia de Harasic y Vivaldi de movilizar al alumnado, en colusión con organizaciones estudiantiles para reforzar el cariz estatista de la reforma educacional, y así neutralizar las demandas de base, falló. En efecto, varias veces se ha cerrado la Escuela sin poder hacerse clases para escuchar cuentas públicas, para asistir a "conversatorios", o marchar a Casa Central (funcionarios también). El rector Zolezzi lo dijo con todas sus letras: "Hay algunos que jugaron a la revolución", y así nomás les fue. En el frontis de Pío IX, esta vez, apareció un lienzo proclamando "La Revolución es la única fuente del Derecho" (la memoria con que egresara Harasic el '72, dirigida por E. Novoa Monreal, se titula "Derecho y Revolución").

El tema de nuestros días es la descomposición, degeneración y obsolescencia institucional. Lo que viene sucediendo en Pío IX lo confirma.

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