Uno de los procesos más importantes del ejercicio del poder se manifiesta en la selección de candidatos al Congreso, siendo el más complejo y conflictivo. Aquí se juega no solo el ciclo político completo, el periodo, sino también los alineamientos internos, la supervivencia de las coaliciones, la futura capacidad de articulación ya sea como gobierno u oposición y, por cierto, el liderazgo de las directivas.

En el caso de los alineamientos internos quienes resulten seleccionados no solo lo son por sus mayores chaces de ser electos sino porque representan a algún sector o facción de partido que desea ser hegemónica lo que de suyo es conflictivo.

La supervivencia de las coaliciones se ve afectada tanto por quienes sean seleccionados y en qué proporción. Si un partido estima que su participación y resultados electorales fueron afectados por las negociaciones, claramente tendrá a ser más reacio a cooperar a futuro.

Consecuencia de lo anterior es que una plantilla parlamentaria será exitosa no solo en términos electorales sino también de cuán afiatado sea el grupo de candidatos ganadores, de otro modo se arriesga la continuidad de la coalición.

Pero, sin lugar a dudas la característica más importante es el liderazgo de las directivas partidarias y de los presidenciables para sortear los desafíos antes descritos. En efecto, en toda negociación los partidos quieren todo y el rol de los dirigentes no puede ser un "todo o nada", eso es infantil. El liderazgo en política es ante todo pedagógico, supone "enseñar" que no bastan las legítimas intenciones sino que ellas pueden ser imposibles.

Pero eso no es todo, si en un partido o coalición los candidatos no entienden que son fusibles, dichos candidatos no entienden qué es la política. Ello no impide usar toda suerte de recursos políticos (prestigio, redes, conocimiento, etc.), sin embargo, reconocer que no es su momento es elemental. Ahora bien, si a pesar de ello los candidatos no son capaces de este reconocimiento, es rol de los líderes tomar las decisiones.

En el actual proceso es claro que la tónica ha sido la falta de liderazgos, y por el contrario, la mediatización de los conflictos ha sido el método. En el caso de Chile Vamos la intervención de Piñera fue efectiva y, caras buenas o malas, ya se tiene una lista, la que si bien pareciera que afectó a partidos como Evópoli, lo concreto es que terminó consolidando al entorno de Kast.

En el caso de la Nueva Mayoría y la DC la existencia de dos listas terminó aminorando los conflictos, aunque no todos y otro tema será el éxito electoral.

Finalmente, huelga señalar que para el Frente Amplio su éxito se juega en esta elección, una representación menor al 10% (tanto en votos como parlamentarios) sería un fracaso, luego su dilema es más bien político: seguir una estrategia tímida frente a la Nueva Mayoría o salir a competirle distrito a distrito, lo que supone una lista competitiva, que hasta ahora no parece clara y sus dirigentes no terminan por resolver.