¿Qué podría cambiar en el mundo en 2018?




Vivimos en un mundo de grandes personalidades políticas, de noticias de último minuto y eventos que se mueven rápido, pero para entender cómo el mundo cambiará en 2018, debemos mirar más atentamente a cuatro tendencias políticas importantes que se desarrollan de manera sutil.

Primero, es una tendencia regional, no global, la seguridad que importará más para la guerra y la paz. Los llamados de Donald Trump de llevar adelante una estrategia de política internacional en la que "Estados Unidos será primero" inspiró temores de que Trump fuera a desmantelar las alianzas que tomaron décadas para ser construidas. Su provocadora estrategia inicial respecto de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sumó más preocupaciones. Eso sí, Trump ha confiado principalmente en experimentados hombres que usan uniforme para establecer sus políticas, con un resultado, dejando la tormenta de tuits a un lado, que no es tan diferente de lo que podríamos haber tenido en el caso de que Hillary Clinton hubiera sido Presidenta.

El cambio real es una estrategia más regional respecto de la seguridad. En el futuro más predecible, Estados Unidos permanecerá siendo el único país en la Tierra capaz de extender el poder militar en cada región del mundo (Estados Unidos continúa gastando más que China en defensa por un margen de 3 a 1). Aun así, aunque resulte sorprendente, no hay más probabilidades que Trump use esa fuerza en comparación con Obama, a menos que fuera forzado por una crisis. Trump, al igual que Obama, está más interesado en ganar las batallas de la política interna.

Esto abre la puerta para destacar la competencia por la influencia global que incluye Estados Unidos y China, pero también India y Japón en el este de Asia, además de Rusia, Arabia Saudita, Irán y Turquía en Medio Oriente. Estas son las arenas de conflicto, y potencial conflicto que ahora más importan.

Segundo, las batallas ideológicas respecto de los valores políticos como la democracia, el respeto de la ley, la libertad de prensa, libertad de expresión están abriendo camino a luchas que se basan más directamente en el interés personal. Hace una década, los valores políticos "occidentales" parecían haber ganado la batalla. Los estadounidenses y los europeos asumieron que estos valores eran tan obviamente centrales a su seguridad y prosperidad que los poderes emergentes como China, Rusia y los Estados árabes seguramente los iban a adoptar. Ellos también creían que el auge de la clase media en los países en desarrollo iba a moderar su política al usar su recién descubierto poder económico para tener gobiernos más responsables.

Pero aquellos que lideran China, Rusia y la mayoría de los Estados árabes tienen otras ideas. Ellos creyeron que podrían construir prosperidad dentro de sistemas autoritarios. La estabilidad financiera y la disfunción política en Estados Unidos y Europa en los últimos años ayudó a que fueran exitosos, y los persuadió respecto que la prosperidad dependía en su negativa a abrir sus sistemas políticos al caos creado por la democracia multipartidista. Los gobiernos en otros países emergentes, como Brasil y Turquía, por ejemplo, han luchado por mantener el orden político, a medida que las clases medias hacen demandas que los gobiernos no pueden cumplir. En Turquía, Recep Erdogan ha respondido con una fuerte apuesta para tener más poder. La política de Brasil está agobiada con un cinismo generado por la corrupción, recesión y una sociedad polarizada.

En 2018 estas tendencias continuarán y la política internacional se convertirá en una batalla de cada nación y gobierno por separado.

Tercero, la naturaleza del comercio internacional continúa evolucionando. Trump ocupó los titulares en 2017 con una estrategia agresiva para los potenciales acuerdos y una estrategia beligerante para los que ya existían. Pero es China quien contará la historia comercial más dinámica en 2018. A medida que Trump se aleja de nuevos compromisos, el gobierno chino continuará avanzando el proyecto de la Ruta de la Seda para extender su influencia económica y, por lo tanto, política, en Asia, Medio Oriente y Europa, mediante la inversión en nuevas carreteras, puentes, puertos y otros proyectos de infraestructura de gran escala. Esta es la iniciativa que deja al descubierto a China como uno de los poderes mundiales más significativos en el mundo, con una estrategia de desarrollo global coherente para el siglo XXI. El comercio continuará siendo un tema controvertido en las elecciones de Estados Unidos en los próximos años y China continuará invirtiendo, expandiendo, construyendo y escribiendo nuevas reglas bajo las cuales mucho otros países harán negocios.

Finalmente, es en el ciberespacio que el equilibrio global de poder está cambiando más rápidamente. Esta es la arena donde los países más pobres pueden competir por influencia con otros más ricos. Aquí es donde los políticos dentro de los países pueden atacar a otros con nuevas armas. Aquí los criminales pueden crear nuevas formas de crimen, los hackers pueden exponer los más profundos secretos de los gobiernos y los terroristas pueden inspirar y dirigir ataques en nuevos países.

En 2017, las economías en todo el mundo ignoraron las turbulencias políticas nacionales e internacionales. En 2018 comenzarán a ver más claramente que las conexiones entre la política, la seguridad y nuestras economías están cambiando más rápidamente y se están convirtiendo en más complejas de lo que podríamos haber imaginado en 2017.

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