Profesores, profesores y profesores




La investigación confirma que toda innovación pedagógica es gradual, y la experiencia enseña que la realización de un estilo pedagógico y curricular a presión es de corto aliento. Lo que importa verdaderamente es la reflexión y el diálogo abierto y sustentado a partir de  la actividad de los docentes. En otras palabras, hay 3 claves para mejorar la educación: en primer lugar buenos profesores; en segundo lugar, buenos profesores y en tercer lugar, pero no por eso menos importante, buenos profesores.

Hoy existe amplia evidencia que indica que la calidad de la educación depende principalmente de la labor y tarea que realiza el profesor en el aula, y no necesariamente de la estructura que asuma el sistema educativo. Lo anterior vuelve a poner en el centro del proceso educativo la formación docente como  requisito fundamental para mejorar lo que ocurre al interior de nuestros centros educativos.

Richard Ellmore nos habla de la importancia de las vinculaciones que se deben dar  en el núcleo pedagógico, entre los alumnos, el docente y el contenido para obtener aprendizajes de calidad.

La gran pregunta es qué entendemos como aprendizaje de calidad. Lo primero es establecer que el aprendizaje debe comprometer todas las potencialidades del alumno, no sólo su memoria e inteligencia. Esto implicará asumir que cada alumno tiene sus propias capacidades e intereses y que el profesor deberá conectar su metodología, con esa esencia. 

Respecto de la memoria e inteligencia, lo que importa es  lograr que el alumno comprenda en forma adecuada a su edad y madurez, y a partir de sus experiencias,  vivencias e identidad, el significado del mundo sobrenatural, natural, social y cultural que le toca vivir.

Robindronath Tagore, creador de la primera Escuela Nueva de Oriente en 1901, en un discurso en el Instituto Juan Jacobo Roussea de Ginebra en 1921, señalaba que "el niño vive hasta los doce años, más por el subconsciente que por la conciencia clara, y lo que importa en sus primeros años no es que su memoria se pueble de conocimientos que tiene muy presentes en el espíritu, sino que su subconsciencia se llene de belleza al contacto de la naturaleza viviente".

Para lograr lo anterior el rol del profesor en la conducción pedagógica es clave a través de la estructuración del ambiente de aprendizaje, dentro y fuera del aula, con el fin de despertar en el alumno el deseo de explorar y descubrir sus propios significados y sentidos. ¿Por qué esto se hace tan relevante? Porque la mayor tarea de las disciplinas académicas es tratar el significado del entorno. Es por esto que nuestra dinámica curricular debería ser siempre una co-construcción del aprendizaje entre el alumno, el educador y el mundo (contenidos), mediante el diálogo sistemático que conduce a aprender a pensar.

Entonces, una exigencia de nuestros tiempos es que cada institución escolar y aula sea estimulada para seguir su propia modalidad de desarrollo. En consecuencia, las escuelas y sus profesores, deben estar atentos para responder al desafío permanente e intituivo de realizar hoy, una labor que supere la que realizada ayer.

Tagore en el año 1906 en un artículo llamado "El problema de la Educación" señalaba: "Para que respondan a las necesidades  de nuestra época , las escuelas han de cumplir las condiciones siguientes: que sus enseñanzas sean a la vez  actuales y variadas, que se nutran el corazón en la misma  medida del intelecto, y que ningún desacuerdo o contradicción turbe la mente de nuestros jóvenes; que la educación no se convierta en algo irreal, pesado y abstracto ni influya en los alumnos sólo durante las horas de clase".

El gran desafío pendiente es el reconocimiento social a la importante labor del profesor. Un gran avance en esta línea, ha sido la creación en el año 2015, del Global Teacher Prize, cuya convocatoria local la dirige Elige Educar y que ha permitido comenzar lentamente a visibilizar a docentes que trabajan silenciosamente en lugares lejanos con pocos recursos y condiciones muchas veces poco favorables, pero que con gran abnegacion y una gran vocación, logran inculcar en sus estudiantes el valor del esfuerzo y del aprendizaje.

Sería injusto, sin embargo, decir que nada se ha hecho en nuestro país en materia de políticas públicas. Hay que reconocer el esfuerzo importante que se ha hecho por mejorar las condiciones de los docentes. El Sistema Nacional de Desarrollo Profesional Docente es la más reciente concretización de dichos esfuerzos. Este, y no otro, es el camino central para mejorar la calidad del aprendizaje.

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