Puntos sobre las íes




EL MOVIMIENTO  No+AFP -conformado por un conjunto de instituciones que se encuentran vinculadas al Frente Amplio- logró instalar en la opinión pública la urgencia de mejorar las pensiones. Tanto así que el gobierno consideró oportuno formular un proyecto de reforma políticamente consensuado. Esto último no se logró y el gobierno optó entonces por enviar su propuesta -que refleja el esfuerzo previo por dejar contentos a moros y cristianos- al Congreso.

¿Fue necesario ceder a las presiones de la calle y -más allá de hacer los ajustes paramétricos indispensables- reformar ahora el sistema de pensiones chileno? Probablemente no, dado que los datos de la OCDE muestran que las tasas de reemplazo (el valor de la pensión en relación a las últimas remuneraciones) en Chile corresponden aproximadamente a la mediana de los países afiliados a dicha organización.  

En todo caso, la propuesta tiene importantes virtudes. En lo esencial mantiene el sistema de pensiones mixto existente, que es de capitalización individual con un pilar solidario. Además, los aumentos de las cotizaciones propuestas, como del impuesto que introduce, son graduales y de magnitudes razonables.

Pero la propuesta oficial -hasta donde se conoce- tiene también importantes defectos y carencias. Primero, el proyecto financia el sistema de ahorro colectivo -un nuevo pilar que crea-  con un impuesto sobre las remuneraciones. En nuestra economía este impuesto -si bien físicamente lo pagarán las empresas- se traducirá en menores salarios. Lo obvio es reemplazarlo por un esfuerzo fiscal equivalente.

Segundo, la propuesta implica la creación -en buena medida explicada por motivos ideológicos- de una serie de nuevas instituciones públicas, que en general resultan ser innecesarias y costosas. ¿No es más económico combinar el manejo del actual pilar solidario con aquél de ahorro colectivo que ahora se está creando? ¿No es más lógico encomendarle a las AFP -que lo pueden hacer con un gasto marginal nulo- el manejo de las cotizaciones adicionales, en vez de encargárselo a un ente estatal carente de incentivos para ser eficiente?

Finalmente, es indudable que un aumento significativo de la tasa de reemplazo promedio pasa también por afiliar a los independientes y por reducir la informalidad. La sola evasión de cotizaciones reduce en la actualidad en un 25 por ciento el monto de las mismas.

En conclusión, la reforma al sistema de pensiones es el producto de un loable esfuerzo por alcanzar el correspondiente  acuerdo político. No se logró del todo y por ello, en el trámite parlamentario, se podrán corregir algunos de los principales defectos y carencias del proyecto. Si la razón prevalece por sobre la pura ideología, el fondo de ahorro debiera ser financiado fiscalmente y administrado conjuntamente con el actual pilar solidario, las cotizaciones adicionales debieran gestionarse por las AFP, y debiera darse una alta prioridad a la afiliación de independientes al sistema de pensiones y a la dictación de medidas para reducir la informalidad.

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