Sin complejos




SE HAN levantado algunas voces que advierten de una supuesta derechización de Piñera, los primeros en decirlo fueron dirigentes de la Nueva Mayoría y la DC, lo que no debiera sorprender en un contexto electoral, por cuanto generar un ambiente de ese tipo dificulta el objetivo del expresidente de obtener la mayoría absoluta de los votos. Pero cuesta entender la lógica que tiene validar ese discurso desde la propia centroderecha.

El tema requiere un pequeño análisis, porque no es tan simple como atribuirle al proceso de primarias el efecto mecánico de extremar las posiciones. Habría que ser ciegos para ignorar que, en los últimos años, la política se ha movido hacia la izquierda; desde el discurso socialdemócrata de tercera vía, que encarnó la Concertación en los años de la transición, al de derechos sociales garantizados, bajo la fundamentación conceptual del régimen de lo público, que se desarrolla en "El otro modelo", hay una enorme distancia.

Las políticas públicas han vuelto a girar alrededor del Estado, los subsidios y el gasto público como motor del progreso individual. La carga tributaria ha crecido desmesuradamente, pero la recaudación no ha subido o incluso ha caído, como consecuencia del estancamiento brutal de la actividad económica. Los compromisos fiscales, tanto formales como asociados a expectativas políticas, son insostenibles; la cultura del igualitarismo solo puede ser enfrentada con proyectos políticos que le contrapongan principios como el de la movilidad social y la libertad de educación, plasmada en instituciones privadas apoyadas activamente por el Estado. De manera que es pertinente preguntarse, qué se ha desplazado más ¿Piñera a la derecha o el debate político a la izquierda?

Es indudable que el tema valórico está jugando un rol, pero también aquí la situación no es la misma que hace ocho años, cuando el expresidente hizo su campaña anterior. Entonces, un signo de apertura era plantear fórmulas como la de la unión civil, para parejas del mismo sexo. Hoy la discusión está en el matrimonio homosexual y la adopción por parte de estas parejas, así como el aborto; no es razonable que alguien hubiera esperado que, en esos temas, un católico más bien conservador como Piñera tuviera posiciones distintas de las que ha tenido.

Pero, también es digno de tomarse en cuenta que la centroderecha ha sido capaz de formar un pacto que incluye a intelectuales y dirigentes que, incluso en esos temas, tienen posiciones completamente liberales, aunque todavía minoritarias. Un desafío importante de Piñera es liderar ese pacto, de manera que en su interior puedan convivir posiciones liberales, inevitablemente al alza, con las visiones conservadoras, que marcan una tendencia a la baja en el conjunto del país, especialmente entre los jóvenes.

Por último, la mayoría del país cree que Piñera será el próximo Presidente, está primero en todas las encuestas y su gobierno anterior es prueba de su moderación política. Al final del día, es el candidato de derecha y tiene que seguir siéndolo sin complejos, porque, como dice la sabiduría popular, "si con aguita va mejorando, aguita sigámosle dando".

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