Suma cero




A ver si entendí bien: lo que los chicos listos de Giorgio declaran es que serán oposición a cualquier gobierno que venga por delante, sea encabezado por Piñera o Guillier, pero al mismo tiempo exigen que el exrostro incorpore sus propuestas en su inexistente programa.

No soy bueno para las matemáticas, pero mis cálculos preliminares indican que eso suma exactamente cero.

Piénselo bien: si se cumplen todos los deseos de estos Mapu con iPhone, como los llamó un brillante columnista, terminarían oponiéndose a sus propias ideas.

Eso, mis estimados y escasos lectores, resulta tan enredado como llamar a votar para derrotar al candidato de la derecha, pero sin apoyar al candidato de la izquierda, que es, más o menos, lo que el Frente Amplio consiguió hacer en su declaración pública del pasado jueves.

No sé a ustedes, pero a mí no me sorprende. Giorgio y sus chicos tienen una innegable e insaciable vocación por el poder y, en ese proceso, casi todo está permitido: apoderarse del Ministerio de Educación para luego arrancar cuando las cosas se pusieron difíciles, abandonar a doña Josefa cuando se destaparon los problemas financieros en Providencia, incluir a Pamela Jiles en su lista para luego intentar "domarla" y un extenso etcétera que no tengo tiempo ni ganas de reproducir.

Lo que importa, como queda de manifiesto, es mantener contentos a sus clientes electorales. ¿Y cuáles son esos clientes? Por lo pronto, todos los molestos. Molestos con cualquier cosa: con las AFP, con las isapres, con Entel porque se cayó la señal, con las farmacias porque cobran caro, con la productora de espectáculos por las entradas al concierto, con su jefe, con su banco, etc. Y luego están los hijos de papá: imberbes que neutralizan su leve sentimiento de culpabilidad con alguna bravuconada social para luego partir a surfear a Pichilemu.

Por lo mismo, no se desconcierte si observa que las promesas de los candidatos empiezan a desbandarse (¡900 mil empleos comprometió el exrostro! Tendrá que fabricar trabajadores).

Porque a estas alturas a nadie le importa. Cada uno votará por el que mejor represente su domicilio político, independiente de lo que proponga, anuncie o cambie de su programa.

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