The Visitor: como salga




El arranque con Already great arroja esperanzas: riff espeso y relajado, el quiebre coral, el cariz político y contingente de siempre. "Soy canadiense (...) y amo a los Estados Unidos, amo esta forma de vida", proclama la leyenda rockera Neil Young, hiperactivo a los 72 años, fiel a su cruzada de lanzar un disco anual desde 2014. El objetivo es replicar y disentir del eslogan "make America great again" de Donald Trump. Nuevamente se acompaña de Promise of the real, banda de rock clásico liderada por Lukas Nelson, hijo de Willie Nelson. El inicio prometedor pronto da paso a una constante en el guitarrista y cantante, un tipo de regla que para sus seguidores representa integridad artística y en el resto una interrogante. Neil Young cree que todo lo que se le ocurre y graba es digno de ser editado. No hay mucha tijera sino una espontaneidad auto condescendiente. Las canciones semejan monsergas decoradas con instrumentación rock tradicional -lo que sucede a partir del segundo tema Fly by night deal-, propuesta desabrida y sobre todo añeja. Es música acalambrada por la edad, de voces temblorosas y armonías semejantes a un trasnochado musical hippie. 

The Visitor es un álbum decrépito para quien no es converso del canadiense, y apto para fanáticos que valoran la autenticidad de este artista indiscutidamente singular e influyente, que cree en la expresión sin correcciones. 

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