Todos y todas




Este domingo comienza a cerrarse el ciclo Bachelet en la política chilena. Independiente de las simpatías o antipatías que cada uno tenga, resulta imposible desconocer la relevancia de su figura en las últimas décadas.

Seamos francos. Nadie como ella supo leer el nuevo contexto social que emergía detrás de esos chilenos con tarjeta de crédito y estudios universitarios de dudosa calidad. Nadie como ella entendió que se podía avanzar en cambios más radicales sin preocuparse de los detalles ni de las cuentas fiscales ni de los consensos políticos. Porque a nadie, a fin de cuentas, le iba a importar. Bienvenida la gratuidad… ya veremos más adelante cómo la financiamos.

Bachelet se transformó en un factor clave en la reconversión de la izquierda. Destruido el socialismo de antaño (con sus puños en alto y las banderas rojas), ella identificó y popularizó los nuevos elementos que identificaran al sector. Yo lo resumo en una frase: "Todos y todas".

Comenzar hoy un discurso saludando a "todos y todas" es señal inequívoca que usted es de izquierda. Por el contrario, saludar solo a "todos", por mucho que la Real Academia de la Lengua lo condecore por su corrección, lo identifica como un simple y recalcitrante conservador.

Pero en esa pequeñez, en esa simpleza, radicó siempre la capacidad de Bachelet. Desde que la vimos arriba del Mowak. ¿Cuántos dirigentes de la izquierda la criticaban en los círculos más reservados por su aparente inexperiencia y escasez de contenidos? ¿Cuántos pensaban que les serviría para llegar a La Moneda y luego manipularla a su antojo?

No pudieron, evidentemente, porque detrás de esas frases simples y de su talento afectivo con los ciudadanos de a pie, se escondía una política capaz de conectar y entender de mejor forma los caminos que emprendía nuestro país. Así que, al final, la necesitaron no una vez, sino dos veces.

Siempre dije a quien me quisiera escuchar (o sea, casi nadie) que Bachelet terminaría este segundo mandato con un nivel de aprobación razonable y así está resultando. Pero será difícil que exista una Bachelet III. No solo porque ella no quiera (con justa razón), sino porque el "todos y todas" ya no es suficiente para interpretar a toda la izquierda.

Ahora se requiere otra bandera y esa es la que está buscando Giorgio.

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