Un desafío




En círculos políticos, cada vez es más extendida la convicción de que los partidos que pierdan la elección vivirán una profunda crisis. Y quienes la ganen, solo la postergarán. También la viven. Hay razones diversas para esto. Unas más de cambio de mundo, otras de pérdida de calidad política. La conservadora derecha chilena suena hoy extravagante, incluso a derechas de otras latitudes. Intelectuales y dirigentes jóvenes de sus propias filas llaman a la renovación. En el caso de la centroizquierda, la desaparición de los fenómenos históricos que dieron origen a la socialdemocracia y al socialcristianismo; y la incomodidad para conciliar el mundo del siglo XXI - su vértigo científico tecnológico, las demandas emergentes de nuevo tipo, la certeza de que la economía de este siglo será de mercado y la claridad de que en la sociedad del conocimiento la creación de valor y plusvalía pasó a manos de quienes lo tienen - anuncia la urgencia de su puesta al día.

Pero en los partidos de la centroizquierda su amenaza más inmediata es la creciente muestra de incapacidad para dar gobernabilidad, su captura por redes burocráticas y su salida del visor de generaciones jóvenes e intelectuales. Mucha militancia lo resiente. La crisis es destino anunciado.

El PS no es el único caso, pero soy sensible a él. Tiene responsabilidades mayores en el actual gobierno por las cuales responder. Solo en el último tiempo, defenestró a Lagos por un candidato presidencial no socialista, de menor talla política y que, de perder, a diferencia de Lagos, dejará solo culpas para el futuro. También, sacaron de carrera a Fernando Atria y a José Miguel Insulza. Luego, quitan su candidatura senatorial por Atacama a Insulza que contaba con todo el respaldo de las bases socialistas de la región, para apoyar un candidato PC a cambio del apoyo PC a candidaturas "más queridas" de la directiva. Se rebela el regional de Atacama y recibe el apoyo del regional de Talca, por donde postula Elizalde.

Pero faltaba la guinda de la torta. El Informe Especial del TVN reforzado luego por Ciper, denuncia entrecruces políticos y de negocios del alcalde con narcotraficantes, concesionarios de la municipalidad y funcionarios de ella. Más preocupante aún, el alcalde llega a la máxima dirección en el PS gracias a haber sido campeón en el refichaje; logrando, no solo él, sino familiares y colaboradores, acceder a su Comité Central.

No es un asunto menor. De los refichados del PS solo alrededor del 40% eran militantes desde antes. Sospecho que en la angustia de refichar a tiempo, todos los partidos cerraron los ojos respecto a los antecedentes y trayectoria de quienes firmaban.

El PS no es el único partido que sufre el problema. Es consecuencia de una forma adoptada por la política. Para recuperar confianza en ella requerimos otra forma de hacerla. ¿Serán rescatables los actuales partidos para ese desafío?

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