Una reacción positiva




Las declaraciones de Beatriz Sánchez, aduciendo la presencia de Sergio Melnick en un programa de TV que la había invitado, como razón para no asistir, han provocado un efecto positivo dentro de todo. Salvo alguna defensa de incondicionales, el rechazo a su postura ha sido unánime y eso es un aporte en una sociedad que sufre de desconfianzas e intolerancias que se han transformado en dificultades serias para avanzar como país.

En una sociedad cada vez más diversa, culturalmente y en su representación política, la disposición a entenderse con los diferentes es de los mayores desafíos de la política actual. Chile no es gobernable sin el entendimiento entre los distintos. Lo vivimos como tragedia en La Araucanía; como nostalgia por los acuerdos durante la Concertación, cuyos balances, sin apelación, son mejores para los chilenos que la de los tiempos de retroexcavadoras y patines; como invocación para segunda vuelta en la centroizquierda; como convicción de cada político visionario, cuya ambición es no solo ganar elecciones sino hacer viable un Chile futuro mejor.

Las reacciones me abren esperanzas. Estoy convencido de que sin una disposición al acuerdo, sin una tolerancia a la diferencia mayor que en los últimos años, sin una capacidad para dejar de ser cautivos del pasado (lo que no implica negarlo u olvidarlo), no hay ganador en las próximas elecciones que pueda hacer algo valioso por Chile.

Los acuerdos fueron claves para una transición democrática en los 90, donde se olvida que 44% de los chilenos había votado por Pinochet, que este mantenía el control de las FF.AA. y que necesitábamos un acuerdo público privado para terminar con 5 millones de pobres y el sector privado desconfiaba de quienes habían ganado la elección. Los acuerdos fueron una necesidad política. Es discutible si pudieron ser mejores, pero no su necesidad política.

Hoy las razones son distintas y se requiere menos cojones que entonces para aceptar acuerdos en la actual diversidad de nuestra sociedad. La intolerancia, la cerrazón en la verdad propia hasta considerar traición cualquier acuerdo, es sinónimo de incapacidad de dar gobernabilidad a Chile. Ni más ni menos es lo que está tras las declaraciones de Beatriz Sánchez.

Y excúsenme una sensibilidad propia de quien ha vivido suficiente como para acumular mucho recuerdo. Cuando se considera "decente" excluir a alguien de los medios de comunicación aduciendo su pasado político, no puedo dejar de responder que eso fue exactamente lo que vivimos en tiempos de dictadura. Políticos, dirigentes sociales, cardenales, periodistas, vetados en los medios. Si Beatriz Sánchez fuera consecuente y ganara, debería adelantar desde ya cuales son los nombres que "la decencia" le exigen excluir de los medios. No era Sergio Melnick el único chileno que trabajó o apoyó a Pinochet, ni tampoco el único con quien ella tiene diferencias.

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