We Tripantu de los niños




Cada solsticio de invierno, el pueblo mapuche celebra el nuevo año. El We Tripantu significa literalmente "nueva salida del Sol y la Luna" y constituye por cierto, un momento de agradecimiento por la vida que se renueva. Gran parte de los ritos ceremoniales involucran a los niños, que tienen un rol fundamental en la llegada del amanecer, donde en un baño ritual despiden lo malo antes que salga el Sol. El concepto de renovación es clave para entender esta ceremonia, ya que no supone algo que queda atrás, en el recuerdo, sino lo que se transforma a una nueva vida. Desde esa mirada de esperanza y gratitud, es importante entender el rol fundamental de los niños en el pueblo mapuche como conductores de cada nuevo amanecer.

Hoy la Infancia en nuestro país es el grupo de mayor vulnerabilidad y pobreza multidimensional, con cerca de un 22%. Particularmente, uno de cada tres niños nacidos en la Araucanía, nacen en esa condición. La población infantil de pueblos originarios es cercana a los 450 mil niños, de los que más de un 85% pertenece al pueblo mapuche. Según datos de UNICEF, el 88,3% de la población infantil indígena no habla ni entiende su lengua originaria. Sólo un 4,5% de la población infantil indígena habla y entiende su lengua. De los adolescentes entre 14 y 17 años de edad, un 2,4% habla y entiende su lengua en las zonas urbanas. En zonas rurales lo hace un 11%. En el caso del pueblo mapuche es muy relevante, ya en la configuración de su identidad, parte importante radica en el lenguaje. El mapudungun es el elemento de la transmisión del conocimiento ancestral.

En zonas rurales, más de un 40%  de los niños y niñas indígenas entre 4 a 6 años de edad, no asiste a un establecimiento educacional por problemas de acceso. El perfil más vulnerable se localiza en niñas de entre 6 a 13 años de la región de La Araucanía con un 9,4%, lo que representa más del doble del porcentaje promedio nacional. La situación de violencia y la exposición de los niños a ella, no ha contado con una respuesta en materia de salud mental, ni estudios ni evidencia que  se hagan cargo de desarrollar acciones preventivas  y protectoras. Cambiar esta realidad  de exclusión social debiera ser una de las prioridades del Estado de Chile si queremos abordar con perspectiva y no con violencia uno de los conflictos sociales urgentes de  nuestra sociedad. Invertir en la Infancia como grupo prioritario apunta a cambios profundos, valorando la multiculturalidad, reconociendo la historia y el legado a la identidad de la nación.

Ningún proceso de paz será efectivo si no somos capaces de aportar de manera contundente al desarrollo positivo de la Infancia de nuestros pueblos originarios, como piedra angular de las  políticas públicas de inclusión social. Los niños y niñas indígenas no sólo son el grupo más pobre entre los pobres, sino que sufren de segregación territorial y discriminación. Por esta razón, se hacen necesarias políticas locales que se inserten en esta realidad, un idioma que ocupe los ámbitos de la administración, la cultura, el gobierno y vaya ampliando su uso para volver a revalorizar su identidad, dispositivos sociales coherentes y oportunos que reviertan los altos niveles de exclusión social en materia de acceso a la educación, la vivienda y la salud entre otros. El We Tripantu de los niños es este nuevo comienzo, es la renovación a través de la Infancia, el ser capaces de ver con esperanza que podemos hacer un cambio.

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