Con una extensión de poco más de 30 kilómetros, cada vez los científicos han ido trazando con mayor precisión esta ruptura geológica, en la que hoy viven uno de cada cinco habitantes de Santiago.
Juan Carlos Arellano, historiador e investigador miembro de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía, señala que todo cambió a partir de 1974, trayendo consigo consecuencias económicas, administrativas, demográficas y sociales.