De la radio, el periodista Patricio Cuevas Figueroa (53) saltó a los libros. Su trayectoria tras los micrófonos es extensa: director artístico en radio Rock & Pop (1998-2006), donde condujo el recordado programa La Caverna; conductor y periodista de cultura en ADN Radio Chile (2008-2012); conductor de Expreso Bio-Bío, en radio Bio-Bío (2013-2016) y actualmente en Radio Futuro, protagonizó un salto que se da manera poco habitual, pero que él fue cocinando de manera lenta.

“Fueron muchos intentos desde niño por escribir ficción. El género de novela en particular siempre me interesó, pero nunca logré cuajar nada y en 2019 me resultó. Probablemente porque en un momento me di cuenta que tenía algo. Siempre pasaba que cuando llevaba 30-40 páginas se me iba todo, no resultaba o no me gustaba”.

Y ahora ya salió. Es una novela llamada La lluvia borra todo, y la publica la editorial Sudamericana. Su debut absoluto en las lides literarias. En estas páginas, da pie a una novela iniciática. Cuenta la historia de un adolescente de 14 años, Alonso, algo torpe (aunque quizás normal a su edad) y quien vive en el Chile de 1986. Es el año en que descubre la magia de la radio, en que se topa con Los Prisioneros (con el seminal disco La voz de los 80), escucha música en casete, juega pichangas con los amigos del barrio en la calle, mientras siguen las peripecias del Mundial de México y los goles de Maradona.

Pero no todo es feliz, en su casa se desata el drama. Su padre, un informante de la CNI, abandona a la familia dejando a Alonso junto a su madre y su pequeña hermana menor, de meses. Ello lo obliga a tener que cambiarse de colegio, por un Liceo más económico.

Al mismo tiempo, en su barrio de Santiago sur -que podría ser San Miguel, La Cisterna o El Bosque- vive una particular vecina, Doña Perpetua, quien es básicamente una hechicera que más de un problema de cabeza le dará al joven Alonso. Y por supuesto, el muchacho se enamora de una vecina, Tamara, hija de una socióloga de izquierda, quienes se ven compelidas a dejar el barrio para mudarse a Recoleta. Ello obliga al mozuelo a tener toda una odisea para poder ver a su amada. De modo que esta novela combina ese universo ochentero chileno con lo paranormal.

Patricio Cuevas. Foto: Mayra Ortega.

¿Cuánto de ti tiene Alonso?

Alonso tiene harto de mí. No soy yo. Pero el personaje debía ser un hablante que conociera el lugar donde estaba o que entendiera esta traslación de tiempo de manera nítida. Es una novela que tempranamente se definió como nostálgica por estar situada en los 80, en la dictadura. Pero también yo necesitaba que el personaje estuviese hallado en ese lugar, que tuviera claves culturales de ese tiempo para relacionarse. Ahora, el personaje en sí tiene muchísima más personalidad de la que yo tenía a esa edad. Me hubiese gustado tenerla. También está construido sobre la base de dos o tres personas que yo conocí, que eran un personaje femenino y dos personajes masculinos.

Cuevas se reconoce como lector de dos tradiciones: novelas de aventuras y del género fantástico y de terror. “Cuando niño leía a Emilio Salgari, Robert Louis Stevenson, Herman Melville y especialmente Ray Bradbury. Por supuesto, también a Stephen King, Georges Simenon, con el género policial. Adolfo Bioy Casares y su aproximación a lo sobrenatural, que es tan elegante que no suena burda”.

En la novela, hay un cruce entre lo fantástico y el temor a la dictadura, algo muy en la línea de lo que hace Mariana Enriquez, ¿hay algo de influencia de ella?

He leído mucho de ella. Sí. Yo creo que a uno se le sale, ¿no? Por supuesto uno lo reconoce con cierto pudor. Pero si uno pone, digamos, la obra de ella en frente de esto, digamos que lo único que trato de hacer es buscar el elemento sobrenatural de manera nítida, pero también de manera creíble, en oposición a lo real. Yo creo que Nuestra parte de noche tiene esa característica, es extraordinariamente oscura y perversa, pero resulta ser súper nítida en términos de su posición histórica. Además que la complejidad que tiene esta novela no es ni comparable, porque imagínate los años que lleva Mariana Enríquez. Pero claro, uno hace esos homenajes porque siento que si hay otros autores haciendo cosas, uno piensa que esto es posible de hacer. Así uno echa mano.

Quizás por ese cruce pop, como el de la trasandina, Cuevas siempre tuvo claro que no quería escribir una novela erudita, sino más bien, algo mucho más sencillo. “Mi objetivo siempre fue tratar de hacer un relato que fuera entretenido, que fuera sorpresivo, que tuviera cosas interesantes, que fuera nítido en términos de descripciones, que no tuviera tanto recorrido, que no tuviera saltos de tiempo”.

¿Qué expectativas tienes con esta novela?

A mí me gustaría que la leyera la mayor cantidad de gente posible. Y sobre todo gente que a lo mejor no lee mucho. O gente que lee por entretenerse en las vacaciones, que lee en el metro, que va al terminal de buses, al aeropuerto, tiene un viaje y agarra la novela para pasar el rato. Esta novela no está construida sobre la base de la erudición, todo lo contrario, es un producto de entretención y yo creo que es una buena historia. Y como buena historia, me gustaría que la gente que lee por diversión se entretenga. Básicamente, uno como escritor no tiene derecho a aburrir a la gente. Es una novela que conversa un poco con los 50 años del golpe. Afortunadamente llega en un momento adecuado a eso y mira la dictadura desde el punto de vista de un producto de entretención, con todo lo que eso significa.

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