ARA San Juan: la dramática historia del submarino desaparecido en Argentina que llega al streaming
En 2017, y en el marco de una serie de pruebas comandadas por la Armada Argentina, se perdió el rastro del submarino ARA San Juan. En la nave iban 44 submarinistas que nunca más volvieron a pisar tierra firme. A casi siete años, una serie documental de Netflix ahonda en las aristas que rodean su desaparición, que estuvo repleta de irregularidades en la lucha de las familias por encontrar justicia.
El 16 de noviembre quedó marcado en la historia de Argentina. Ese día, se confirmó la desaparición del ARA San Juan, un submarino con 44 tripulantes que realizaba actividades de patrullaje mar adentro. La tragedia escaló rápidamente en los noticieros del mundo, y no solo por la cantidad de vidas que estaban en juego.
Con el paso de los meses, los familiares de los submarinistas fueron revelando una serie de insólitas irregularidades que hoy son el centro de una nueva serie documental de Netflix. En ARA San Juan: el submarino que desapareció, un equipo dirigido por el realizador Mauricio Albornoz se sumerge en todas las aristas detrás del enigma tras el hundimiento del buque, cuyas causas todavía no han podido esclarecerse de forma oficial.
Se supone que sería el ejercicio más importante de la Armada Argentina en 30 años. El 25 de octubre del 2017, el ARA San Juan -un buque de origen alemán adquirido por el país trasandino en 1985- arrancó un período de pruebas que no solo evaluaría sus capacidades, sino también las de la aviación naval y la infantería marina.
No era una situación habitual para los argentinos. Por temas de presupuesto, las oportunidades para realizar ejercicios militares suelen ser escasas, por lo que se trataba de una ocasión excepcional para los 44 tripulantes que formaban parte del equipo del submarino.
El cronograma del ARA San Juan finalizaría con un patrullaje en la zona económica exclusiva del país. Un espacio marítimo que se extiende hasta 200 millas náuticas desde la costa, y que suele ser depredado por pesqueros ilegales que producen pérdidas anuales de miles de millones de dólares al país. Pero también tenía la misión de registrar e informar la actividad de los buques del Reino Unido que deambulaban en las cercanías de Las Malvinas.
Tras realizar todas las revisiones protocolares de los mecanismos y sistemas de la nave, el ARA San Juan partió mar adentro desde el puerto de Ushuaia. Cuando arrancó el patrullaje, el 12 de noviembre de ese mismo año, nadie imaginaba todo lo que estaba por venir.
Cuatro días después, y al cumplirse las 48 horas que establecía el protocolo para que el submarino se contactara con tierra firme, las autoridades confirmaron la desaparición. ¿La conclusión? Un hundimiento que derivó en una implosión, y que terminó con la vida de todos los tripulantes. Sin embargo, debió pasar un año hasta que un operativo a cargo de la empresa Ocean Infinity diera, por fin, con los restos del submarino.
Entre tanto, los familiares de los tripulantes denunciaron múltiples irregularidades en el proceso de búsqueda, que van desde malos tratos por parte de las autoridades -incluyendo al ex presidente Mauricio Macri- hasta el ocultamiento de información por parte de la Armada. Una seguidilla de situaciones extrañas que son centrales en el relato de la serie que captura la atención del streaming.
Las denuncias de los familiares
En sus 8 episodios, la producción dirigida por Albornoz recopila el testimonio de periodistas, expertos y autoridades que, de una u otra forma, fueron cercanos al caso de la desaparición del ARA San Juan. Una amplia lista de fuentes que tiene a los familiares de los tripulantes como la columna vertebral del relato.
Según relatan algunos de los cercanos a la tripulación y sus abogados, se trató de una investigación viciada y llena de anormalidades donde recibieron malos tratos por parte de las autoridades. Incluyendo al entonces presidente de Argentina, Mauricio Macri.
Tras la revelación de que en la última comunicación que se tuvo con el submarino se había dado aviso de un incendio controlado dentro del submarino, la hipótesis abrazada por la Armada fue que el presunto hundimiento de la nave fue culpa de la inexperiencia de los tripulantes. Una forma sutil de responsabilizar a las víctimas de lo sucedido.
“Creo que es más fácil echarles la culpa a ellos que ya no están, que hacerse cargo o responsables el gobierno o los altos mandos de la Armada a cargo en ese momento”, señala Malvinas Vallejos, hermana de uno de los submarinistas, en el documental. “Ellos estaban capacitados para estar ahí. No era gente que agarraron un día y dijeron ‘vamos a subirnos a un submarino’”.
Otro de los reproches de los familiares fue la nula proactividad de los encargados de la expedición en tierra firme para intuir la situación y enviar ayuda temprana, lo que pudo haber sido decisivo en el destino de los tripulantes. Al incendio producido en la embarcación, se suma el pésimo clima que dominaba mar adentro, con olas de hasta siete metros de altura y la imposibilidad para que el submarino navegara en el exterior.
Los cercanos a las víctimas también aseguraron sentirse víctimas de maltrato por parte de Macri y el resto de autoridades del gobierno y la Armada que estuvieron relacionadas al caso. “No tuvieron respuestas de Macri”, asegura la abogada Valeria Carreras. “Tuvieron distancia, frialdad y más ocultamiento”.
“Minimizaban lo que nosotros queríamos, sentíamos o pedíamos en ese momento. Que los busquen, porque nosotros no sabíamos nada. Sabíamos que había implosionado y nada más”, relata Isabel Vilca, otra de las familiares.
Una de las escenas más ejemplificadoras de esa indiferencia fue narrada por el abogado y padre de uno de los tripulantes, Luis Tagliapietra, que estuvo presente en una reunión ofrecida por el ex mandatario en la Casa Rosada. “Dijimos ‘bueno, es una bandera blanca, un gesto para empatizar con nosotros y preguntar qué necesitamos, qué hacemos’. No. Lo único que recibimos fue frialdad”.
“¿Sabes lo que es ver a quien es tu presidente, mientras una mamá llorando le ruega por su hijo, mirar al techo, por ejemplo, o jugar con la lapicera? Eso es lo que recibimos de Macri”, agrega.
Sin embargo, una de las acusaciones más graves hechas por los familiares apuntaba a un espionaje por parte de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), y que, tras ser negada categóricamente por el ex presidente y los encargados de la institución durante su mandato, terminó por ser confirmada.
Como parte de la persecución, las familias detectaron que las cuentas de WhatsApp de los tripulantes habían sido intervenidas. Asimismo, el historial de sus chats y sus correos electrónicos fueron eliminados, y sus llamadas interceptadas. Lo grave es que, según la legislación argentina, la AFI no tiene autorización para espiar a civiles sin una causa judicial de por medio. Excepción que, en este caso, no existía.
Y aunque se terminó confirmando, la causa fue desestimada tras argumentar que la seguridad del ex mandatario estaba en peligro. Según las sospechas de las familias, parte de la información recabada se utilizó para adelantarle a Macri las medidas que se discutían antes de las reuniones con las autoridades.
Todo esto también produjo que surgieran una serie de teorías sobre lo que pudo haber producido la implosión del submarino. A la negligencia de los altos mandos de la Armada, se sumó la posibilidad de que el hundimiento de la nave haya sido causado por un posible ataque de un buque del Reino Unido, uno de los adversarios históricos de Argentina por el territorio de Las Malvinas.
Otra de las sospechas de una buena parte de los familiares tiene que ver con el hallazgo de los restos del submarino, a un año exacto de la desaparición. Según las características de las fotografías obtenidas, varios expertos señalaban que se visualizaba una ausencia de sedimentos que no se condecía con meses bajo aguas salinas. Lo cierto es que sí hubo anomalías en torno al tratamiento de los discos duros con la información recolectada durante la expedición del Ocean Infinity, y que incluso apuntan a la intervención de las imágenes.
El recelo con el documental
En entrevista con La Voz, los realizadores de ARA San Juan: el submarino que desapareció dieron algunos detalles sobre la producción de la serie documental. Uno de los principales desafíos del equipo fue la revisión del material de archivo, que sumaba más de 100 horas sólo considerando la Comisión Bicameral Investigadora en el Senado de la Nación que trabajó sobre el caso.
Para el director, lo primordial era darle un espacio a todas las hipótesis en torno a qué sucedió con el submarino, “juntando las argumentaciones a favor y en contra, con el objetivo de volver a poner sobre la mesa la historia del ARA San Juan con sus 44 tripulantes de la forma más clara posible sobre la historiaclarecía”.
Sobre el punto de vista de la narración, Albornoz señaló que “hubo equilibrio en un montón de puntos. Algo que atravesaba la serie era tratar de vivenciar el relato en tiempo presente. Queríamos vivenciar eso desde los testimonios, las recreaciones que hay y la filmación en los lugares donde sucedieron las cosas. Y si bien tratamos de tomar la dimensión más general de lo sucedido, fuimos más por la visión de los familiares”.
Pero, a pesar de las intenciones de la producción, hubo cierto recelo por parte de algunos familiares con el proyecto. Tras el estreno del documental, Catalina Clar, madre de Diego Wagner, uno de los tripulantes, aseguró al diario Mejor Informado que la producción no tuvo en cuenta a las familias. “No pidieron nuestra opinión”, dijo.
“No vimos el documental. En la familia nadie quiere verlo, porque somos nosotros los que estuvimos ahí y los que seguimos sufriendo y padeciendo. Lo que pedimos es verdad y justicia. “Es muy doloroso volver a ver lo que vivimos como familia. Cuando supimos del trailer tuvimos que preparar a los nenes (los hijos de Diego), que ahora son más grandes y sufrieron mucho”, afirmó Clar.
La madre igualmente apuntó a los abogados que dan su testimonio en la serie: Tagliapietra -también padre de uno de los tripulantes- y Carreras, que representan a una buena parte de los familiares. “Ninguno de los dos abogados de la mayoría de los querellantes preguntó al total de las familias. Dos años estuvo guardado el tema y me pregunto esperando qué. Hemos retornado a los primeros días. Tuvimos un retroceso. Habíamos dejado de a poco la ayuda profesional y tuvimos que volver al psicólogo”.
“La angustia y dolor se revive. Nos damos cuenta de que el documental se manejó con algunos familiares y cada pena, cada dolor, cada pérdida en cada persona es diferente. Sólo hay una cosa en la que todos somos iguales y es en nuestro sufrimiento. En este caso se utilizó la pérdida de nuestro hijo y de sus camaradas para ello. Personas que participaron en este documental nos deben respuestas. Tendrían que ser juzgados”.
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