El ministro de la Segpres, Álvaro Elizalde, sonríe cuando le preguntan si es una “misión imposible” la tarea que le encomendó el Presidente Gabriel Boric de conseguir los 2/3 para insistir con la reforma tributaria -ya rechazada en su idea de legislar por los diputados- en el Senado. La iniciativa respecto de la cual supeditó parte importante de la viabilidad de su programa. El ministro socialista, en el tradicional registro que arrastra desde que fue vocero de gobierno, responde de forma cuidadosa y casi aprendida: “Lo que realmente vale la pena para mejorar la calidad de vida de las chilenas y chilenos nunca ha sido fácil”.

En su cuenta pública el Presidente sinceró el cambio en las prioridades de su gobierno. ¿Es esa una derrota política?

No comparto esa afirmación toda vez que el eje del gobierno va a ser siempre poner en el centro a las personas. Tal como dijo en su mensaje el Presidente Boric, “las urgencias del pueblo son también las urgencias del gobierno”. Por tanto, sobre la base de principios permanentes y convicciones profundas, el Presidente ha establecido nuevas prioridades como expresión de su compromiso permanente con la protección de las personas.

Pero el hecho de que un gobierno tenga que modificar su hoja de ruta implica también un fracaso de su tesis inicial.

Es de la esencia de la tarea de gobernar enfrentar desafíos muchas veces inesperados. Si se revisa retrospectivamente los gobiernos anteriores, esta no es una excepción. Aylwin tuvo que responder ante el recrudecimiento de la violencia de grupos armados descolgados que cometieron una serie de crímenes en los inicios de la transición. Bachelet, en su primera administración, debió enfrentar la crisis económica “subprime”, y Piñera asumió su primer mandato tras un terremoto. Y no olvidemos el estallido social de su segundo gobierno. La pregunta, por tanto, a mi entender es otra: ¿Estuvieron a la altura del cambio de escenario los gobiernos anteriores? En el caso del Presidente Boric, mi respuesta es categórica: sí. Este es un gobierno que se ha hecho cargo de las urgencias e impulsa, al mismo tiempo, reformas sociales en el marco de acuerdos amplios con responsabilidad fiscal.

El Presidente no tenía el mismo diagnóstico hace un año. Y hay cosas a las que ha tenido que renunciar, dejar atrás un tono más refundacional con el que llegaron al gobierno, por ejemplo. ¿Cómo lee eso, entonces, si no es una derrota?

Le insisto. El Presidente fue claro en su mensaje. Mantiene intactas sus convicciones, pero readecuó las prioridades, tal como lo han hecho muchos gobiernos antes. Pero no me parece que se pueda calificar como derrota el reordenar las prioridades por un compromiso del gobierno con servir de mejor forma a las personas.

02/06/2023 ALVARO ELIZALDE, MINISTRO SECRETARIO GENERAL DE LA PRESIDENCIA FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

El combate a la delincuencia y la agenda de seguridad, que ahora son prioridad, no lo eran originalmente. No al menos con este ímpetu.

Este siempre ha sido un tema relevante que se ha agudizado en los últimos años producto de distintos factores. El Presidente lo dijo en su mensaje, el delito se ha sofisticado rápidamente y a nuestras instituciones les ha costado reaccionar a tiempo. De hecho, si usted mira los programas de gobierno de todos los candidatos presidenciales en 2021, todos se quedaron cortos en medidas y ninguno alcanza a mencionar siquiera la mitad de las leyes e iniciativas que hemos impulsado en los últimos meses.

Pero este gobierno quería refundar Carabineros de Chile. Ha habido giros significativos, ministro.

El gobierno está comprometido con el desafío de elevar los estándares de seguridad en nuestro país. En ese marco se está trabajando en la reforma de las policías. Asimismo, se están implementado múltiples iniciativas con el objeto de fortalecer las instituciones a cargo de la persecución penal, mejorar sus capacidades operativas y actualizar la legislación.

No responde sobre el cambio de tono o de tesis si quiere... ¿Lo reconoce?

No recuerdo otro Presidente que haya sido tan transparente y que haya respondido con tanta honestidad respecto de aquello.

¿Este cambio de prioridades se puede leer también como consecuencia del fracaso electoral del 7 de mayo y el evidente avance de republicanos?

Es absurdo señalar que el cambio de prioridades al que hizo referencia explícita el Presidente en su mensaje sea consecuencia del resultado electoral del 7 de mayo, por una razón muy simple: las decisiones al respecto el gobierno las adoptó y empezó a implementar desde mucho antes.

Usted fue parte del gobierno de Michelle Bachelet, el que acuñó el concepto de “realismo sin renuncia”. ¿Cuánto se parece el momento político que enfrenta hoy el gobierno de Boric a eso?

No creo que tenga sentido opinar sobre frases hechas o eslóganes que responden a contextos diferentes. Teniendo como eje a las personas y sus necesidades, el gobierno seguirá impulsando cambios estructurales para construir un Chile más justo, es decir, su sello transformador no está en duda. Lo haremos promoviendo el diálogo con todos. Esperamos, asimismo, que todos contribuyan. Porque no tiene justificación seguir dilatando la reforma de pensiones para avanzar hacia un verdadero sistema de seguridad social, solo por citar un ejemplo. Por ello, en su mensaje el Presidente Boric invita a todos a dejar de lado las peleas inconducentes para dar paso a acuerdos amplios que se hagan cargo de las necesidades de nuestros compatriotas.

Noam Titelman decía que esta cuenta pública evoca el tono de la Nueva Mayoría. ¿Ve algo de eso?

Más allá del debate sobre siglas y estereotipos, creo que el principal aprendizaje de este tiempo es la necesidad de constituir alianzas con vocación de mayoría, sin exclusiones. La Nueva Mayoría representó ese esfuerzo, con sus aciertos y errores, y ello debe ser valorado.

¿Y cree que el Presidente está en eso?

Cada tiempo tiene un desafío distinto, hay que aprender de las experiencias pasadas. Pero entendiendo que cada momento exige una respuesta conforme a su tiempo. No se trata de repetir formulas pasadas, sí de aprender de formulas pasadas, insisto, con sus aciertos y errores, y tomar las lecciones necesarias para en el tiempo presente hacer mejor las cosas. Creo que sí hay que rescatar la vocación de mayorías de esa experiencia.

El Mandatario supeditó a la reforma tributaria parte importante del cumplimiento de sus compromisos. ¿Hubo conversaciones previas con la oposición, dado que la derecha ya rechazó una vez esta iniciativa?

Tenemos un desafío importante: construir un apoyo amplio en el Senado para continuar con la tramitación de esta reforma. Para ello insistiremos en el diálogo. Es necesario destacar el llamado del Presidente para que dejemos de lado las peleas dentro del mundo político para hacernos cargo de las necesidades sociales. Es una interpelación por Chile. ¿O acaso tiene sentido seguir postergando las soluciones que nos demanda la ciudadanía? El llamado que hace el Presidente lo hace en su condición de Jefe de Estado, apelando a la responsabilidad de todos los actores, porque si queremos satisfacer necesidades sociales, se requiere aumentar la recaudación. Y si estos esfuerzos son de carácter permanente, el aumento de la recaudación también debe serlo.

Pero la derecha se sorprendió con esto, por eso le pregunto si hubo alguna conversación con ellos y si no fue así por qué no se hizo.

Le insisto, vamos a dialogar con todos los actores.

La oposición ya anunció que no hay votos para el proyecto. Un análisis de esto es que el gobierno busca deslindar la responsabilidad del cumplimiento de sus compromisos en el Congreso.

Esto no se trata de deslindar responsabilidades, sino de promover acuerdos que se hagan cargo de las necesidades de las personas. Doy un ejemplo. Existe desde hace muchos años un diagnóstico compartido respecto de la necesidad de una reforma previsional. A los pensionados de AFP no les alcanza para llegar a fin de mes. Tenemos, por tanto, dos opciones: continuar con una disputa inconducente o arribar a buenos acuerdos para Chile. Es precisamente a estos acuerdos a los que nos convoca el Presidente Boric.

Para que la oposición apruebe este proyecto el gobierno deberá hacer concesiones. ¿Hasta dónde se está dispuesto a ceder? ¿Cuáles son las líneas rojas del gobierno?

Más que líneas rojas, que tienen una connotación algo negativa, hablemos del propósito común que es lo que importa. Primero, aumentar la recaudación fiscal para poder enfrentar de forma responsable las demandas y necesidades sociales. Segundo, mejorar en justicia tributaria: hay múltiples situaciones que se deben corregir que complotan contra la legitimidad del sistema. Y si a lo anterior agregamos un compromiso del Estado de mejorar sustantivamente su eficiencia, no es entendible el sentido de oponerse a estos cambios. Por ello insistiremos en un proceso de diálogo y escucha con todos los sectores.

¿Pero qué van a ceder para hacerla viable? Algunos en el oficialismo consideran que la estrategia de la insistencia es arriesgada. Están 10 votos abajo si suman a los independientes…

Es un desafío que tiene como eje lo que Chile necesita. En todo caso, no corresponde negociar por la prensa. El diálogo debe hacerse de manera directa con todos los actores, no solo del mundo político, sino también social. Hay que escuchar las distintas miradas y entre todos tenemos que llegar a un entendimiento.

Se lo planteo de otra manera, ¿poner todos los huevos en la misma canasta no le parece que puede hacer que el costo de una eventual derrota sea mayor?

Usted insiste en su lógica de si gana el gobierno o la oposición, pero aquí lo que importa es la gente. El llamado del Presidente tiene esa orientación.

Es que si el gobierno fracasa en este afán se podría quedar sin cumplir parte importante de su programa, el propio Presidente supedita varios compromisos al éxito de esto. Una derrota política puede complejizar más aún su capacidad. ¿No le parece?

Si esta reforma no se aprueba, son los chilenos y las chilenas los que pierden. Porque el Presidente, de manera responsable, señala que para acometer una serie de desafíos sociales se requieren recursos, los que se hacen posible con la aprobación de la reforma tributaria. Por tanto, quien pierde si se rechaza es la gente. Y por eso me parece imprescindible sacar este debate de la lógica gobierno-oposición o de la disputa entre un sector político y otro.

¿Y qué pasa si no se aprueba esto? ¿De dónde van a sacar los recursos o simplemente no se cumplen los compromisos?

Espero que finalmente prime una actitud constructiva de todos los actores. No hago política de ficción, varios acuerdos que parecían muy difíciles terminaron prosperando. Sin ir más lejos, la rebaja del horario laboral a 40 horas.

Varios dicen que esta es misión imposible, ¿usted la califica así?

Lo que realmente vale la pena para mejorar la calidad de vida de las chilenas y chilenos nunca ha sido fácil.

El Presidente Boric hizo un mea culpa por el fracaso de la Convención señalando -entre otras cosas- que debieron ser más firmes ante las señales de alerta. ¿Cuál será el rol que el gobierno va a desempeñar frente al nuevo proceso constituyente?

Tal como he señalado en reiteradas oportunidades, el éxito del proceso requiere un diálogo inclusivo. No se aprueba una Constitución por mayorías circunstanciales. Se necesitan acuerdos amplios. Creo que eso faltó en el proceso anterior. Creo, asimismo, que la propuesta de la Comisión Experta fue elaborada con esta lógica incluyente y espero que prime esta misma disposición de todos los integrantes del Consejo Constitucional recientemente electo, independiente de la lista por la que compitieron.

Pareciera que el Presidente optó por no resolver la discusión que hay en sus coaliciones respecto de profundizar o insistir en su programa inicial o reconfigurar su eje programático. ¿Es esta una salida salomónica para no seguir tensionando la convivencia de las coaliciones?

Entiendo que a veces a los analistas les gusta escribir acerca de bandos internos en los gobiernos, duros y blandos, halcones y palomas. Lo cierto es que hay un gabinete afiatado que trabaja bajo las órdenes del Presidente. Es más, no creo en la tesis de las dos coaliciones. Por el contrario, creo en una amplia unidad de todas las fuerzas progresistas comprometidas con las transformaciones que Chile necesita.

Pero, ministro, hace solo algunos días tuvimos a sus coaliciones enfrentadas con frases como “los monos peludos”.

He respondido en reiteradas oportunidades a esta consulta. No creo en las caricaturas. Es más, la propia presidenta del PPD señaló que sus diferencias con la agenda de la diversidad había sido un error. No creo que nadie pueda sentirse avergonzado de una agenda de esa naturaleza, pero adicionalmente la agenda del gobierno es mucho más amplia. Y tiene sellos importantes en materias sociales, a través de transformaciones tan relevantes como las reformas tributarias y de pensiones, y en materia de seguridad pública que impulsa la ministra Tohá. Por eso el gobierno tiene un claro compromiso con los derechos sociales, con la seguridad pública y con el crecimiento sostenible. Esos tres ejes estuvieron presentes en el mensaje del Presidente y dan cuenta de las prioridades del gobierno, las que en absoluto dicen relación con la caricatura a la cual usted hace mención.

Sobre los 50 años del Golpe, el gobierno compromete un tono unitario y conciliador. ¿Cómo se articula esa promesa con el afán de una parte de la izquierda que piensa que al coincidir los 50 años con un gobierno de ese signo podía haber una reivindicación del legado de Allende?

Soy militante del partido del Presidente Allende. Admiro su consecuencia democrática expresada en su larga trayectoria de servicio público. Pero creo que la verdadera reflexión, al conmemorarse 50 años del Golpe de Estado, no es la opinión que unos u otros puedan tener sobre el gobierno de la Unidad Popular, sino la necesidad de asumir como sociedad un compromiso claro con el cuidado y profundización de nuestra democracia, así como con el respeto irrestricto de los derechos humanos. El Presidente Boric nos convoca a todos, sin excepciones, a reafirmar este compromiso sobre la base de nuestra memoria histórica con un “nunca más” como eje fundante de nuestra convivencia democrática que se proyecte a las próximas generaciones.

La Presidenta Bachelet tuvo un fuerte protagonismo en la cuenta pública. Usted también fue su ministro, ¿cómo interpreta esta exposición pública?

Ella asistió invitada en su condición de expresidenta. Verla allí tomando apuntes en su cuaderno demuestra su compromiso con nuestro país. La presidenta tiene una pasión por Chile y su gente. Siempre va a estar disponible a contribuir.

¿La ve como candidata a algo para el futuro?

Le insisto, ella siempre va a querer contribuir. Está en su ADN. Por ello, no creo que deba entenderse su conducta como parte de un diseño electoral.