Ran Heilbrunn, escritor israelí: “Comparar números de muertos en Gaza e Israel no implica tirar la moral por la ventana”

El académico redactó la carta que medios como El País y Newsweek publicaron esta semana acerca de la “insensibilidad” del progresismo internacional ante los crímenes de Hamás el 7 de octubre, y que lleva las firmas de 75 intelectuales y activistas israelíes de izquierda.


Le han dicho manifiesto, declaración, llamado, carta abierta. Apareció esta semana en medios como El País, L’Obs y Newsweek, y al menos el titular del diario español fue elocuente (“La insensibilidad moral de la izquierda”).

Resaltan en sus doce párrafos tres figuras de la cultura israelí (la socióloga Eva Illouz, el historiador Aviad Kleinberg y el escritor David Grossman) a cuyas firmas se agregan las de otras 72 personas, entre intelectuales, académicos, activistas por la paz y periodistas: gente que vive en Israel, que se considera de izquierda y que, por lo mismo, lamenta la reacción de buena parte del progresismo mundial antes los crímenes de Hamás del 7 de octubre.

“Para nuestra consternación, algunos en la izquierda mundial, personas que hasta ahora eran nuestros socios políticos, han reaccionado con indiferencia ante estos horribles sucesos y hasta han justificado en ocasiones los actos de Hamás”, se lee en el texto. “Algunos se han negado a condenar la violencia, alegando que los extranjeros no tienen derecho a juzgar las acciones de los oprimidos. Otros han restado importancia al sufrimiento y al trauma, argumentando que la sociedad israelí se ha buscado esta tragedia. Muchos se han protegido de la turbación moral mediante la racionalización y las comparaciones históricas. Incluso hay algunos —no pocos— para quienes el día más oscuro de la historia de nuestra sociedad fue motivo de celebración”.

Esta variedad de respuestas los sorprendió, dicen los firmantes: “Nunca imaginamos que gentes de izquierda, defensores de la igualdad, la libertad, la justicia y el bienestar social, harían gala de una insensibilidad moral y una temeridad política tan extremas”.

El autor del borrador original es el escritor y académico Ran Heilbrunn (33), quien reparte su vida entre Múnich y Tel Aviv, desde donde conversó con La Tercera vía Zoom. Cuenta que la sociedad israelí quedó traumatizada por estos acontecimientos y que, en lo personal, le fue “imposible no reaccionar”.

“Sigo medios de comunicación de izquierda, leo a intelectuales y escritores de izquierda, y me sorprendió el nivel de hostilidad y alienación que expresaban hacia los israelíes mientras seguía habiendo ataques. No me refiero a la gente de la calle, sino a prominentes intelectuales de izquierda europeos y estadounidenses que vieron fotos de niños israelíes inocentes asesinados, y simplemente se encogieron de hombros y dijeron, bueno, todo es por la ocupación [israelí]. Me pareció indignante. Estuve así durante unos cuatro o cinco días antes de decidirme a hacer algo. Le escribí a un par de amigos y les dije, miren, hay una reacción demencial en el mundo y creo que deberíamos responder. Y todo fue muy rápido, una operación de tres días”.

¿Esperaba otro tipo de reacción en las izquierdas del mundo? ¿Qué esperaba?

Si me preguntan ahora, con alguna distancia intelectual, puedo decir que esto es muy coherente con lo que se ha estado diciendo durante muchos años. Yo mismo he estado diciendo cosas parecidas sobre Israel y Palestina, porque también soy de izquierda: he tenido posiciones similares en cuanto a que Israel es el principal culpable de todo lo que está sucediendo en esta zona. Y he pedido disculpas a los palestinos por la opresión del régimen israelí. Pero [el 7 de octubre] el nivel de violencia fue tan extremo que no pude sino verme impactado. Y no puede sino reexaminar mis posiciones. Siempre he sido crítico con la izquierda, soy un izquierdista autocrítico, y esa es también mi identidad cuando escribo. Pero creo que en este momento, la crítica también fue una especie de autocrítica. Cuando vi estas imágenes, supe que tenía que reexaminar mis posiciones.

¿De qué forma?

Los izquierdistas en Israel tendemos a culpar a Israel de todo y tendemos a disculparnos con Hamás. Tendemos a pensar que Israel es la fuerza más dañina de la región, y probablemente lo sea en muchos sentidos. Sin embargo, Hamás debe rendir cuentas. Los palestinos también tienen margen de acción, y sería condescendiente eximirlos de eso.

Por otro lado, no se puede politizar todo. Ninguna cantidad de análisis políticos, por convincentes que sean, puede justificar el asesinato de niños. Hay una brecha irreductible entre los argumentos políticos y estas acciones horrorosas. Y me sorprende que la gente de izquierda -aunque, claro, estoy generalizando- reduzca a Israel a su política. Parecen olvidar que Israel es una sociedad, y que la sociedad es un fenómeno multidimensional. Israel no puede ser reducido a la ocupación. Y creo que muchos izquierdistas han venido haciéndolo por muchos años.

¿Hay en los demás firmantes, o en algunos, una reconsideración política como la suya?

Para muchos de ellos, este fue un momento decisivo. La mayoría no habría firmado esta carta tras otros episodios de violencia. Tampoco yo la habría firmado, mucho menos organizado y redactiado. Pero este fue un shock muy serio para todos nosotros. Y creo que mucha gente de izquierda siente la misma necesidad de autocrítica. En la carta hay gente que siente eso y hay gente que no. En la política israelí hay personas de las que decimos, un poco peyorativamente, que están sobrias. Después de la segunda Intifada, a principios de los 2000, había toda esta gente que tradicionalmente votaban por la izquierda y que ahora afirmaban que se les había pasado la borrachera: que la Intifada los convenció de que tenían que virar a la derecha, que la paz era una ilusión de la izquierda. Y se convirtieron en una fuerza centrista. Es interesante saber si veremos algo de eso nuevamente.

Tal vez veamos otra ola de sobriedad en la que mucha gente de izquierda abandone la causa de la izquierda. Esa es una opción. Otra opción es que, como vimos en décadas anteriores, la guerra produzca un sentimiento y un movimiento antibélicos muy fuertes. Por alguna razón, sin embargo, en las últimas dos décadas esa dinámica cambió y las guerras ya no tienen ese efecto. Es demasiado pronto para decir si pasará esta vez, pero tengo cierta esperanza.

Como en 1973, para la guerra de Yom Kipur, ¿ve la necesidad de los israelíes de articularse en torno al Estado frente a una amenaza?

Acá hay un aspecto emocional y psicológico muy poderoso. La gente en Israel siente en el trauma un aspecto intergeneracional. Lo del 7 de octubre gatilló pensamientos sobre el Holocausto, sobre pogromos, sobre la guerra de 1973, sobre crisis existenciales. No es algo racional. Ahora, Hamás en sí mismo no representa una amenaza existencial para Israel, pero hay una ansiedad sicológica, emocional y existencial que surge en estos momentos. Racionalmente, no hay una amenaza real a la existencia de Israel por parte de Hamas. Tal vez por otras fuerzas, no por Hamás.

La de 1973 fue una guerra interestatal en gran medida, una guerra clásica. Lo de ahora se parece más a lo que los historiadores llamarían “guerra total”, cuando no hay distinción entre civiles y combatientes en ambos lados, como si todo se reclutara para apoyar el esfuerzo de guerra. No es un conflicto entre ejércitos, sino entre sociedades. Y el propósito es la rendición total o la aniquilación total, no un acuerdo de ningún tipo. Y eso es cierto para ambos lados.

Lo otro es el lugar del Estado israelí en todo esto, porque los ataques de Hamas se produjeron en el contexto de una ausencia total del Estado. El Estado no estuvo allí durante las primeras horas y los primeros días del ataque de Hamas. Y mucha gente siente que una parte muy importante de lo ocurrido es un fracaso del Estado. En este momento, la articulación de la sociedad israelí se está dando, no en torno al Estado, sino a las organizaciones de la sociedad civil, a todo tipo de iniciativas. Existe una profunda suspicacia y hostilidad hacia las instituciones estatales en la sociedad israelí, porque muchos sienten que deben rendir cuentas: no estaban allí, no hicieron su trabajo.

¿Cómo describiría esa aproximación?

Hay una especie de ethos muy profundo en la sociedad israelí y que tal vez tenga que ver con el judaísmo en general: una especie de mentalidad que en Israel llamamos humorísticamente “el mundo está contra nosotros”. Y por lo general usamos esta expresión para burlarnos de otras personas, pero hay esa especie de mentalidad. No creo que sea cierto, aunque a veces lo parezca. Tal vez haya una especie de “solidaridad negativa”. Los israelíes se odian entre sí, Israel no es una sociedad armoniosa. Las divisiones son muy profundas

¿Qué significa hoy ser progresista en Israel?

Es difícil de decir. En primer lugar, “progresista” no es la forma en que me describo: prefiero decirme “de izquierda”, sólo porque creo que está un poco más alejado de la política identitaria que los progresistas, este tipo de nueva izquierda millennial. Soy más bien tradicional en ese sentido: mi izquierdismo echa sus raíces la economía, no en cuestiones identitarias. Ahora, esa identidad política entró en crisis tras la reacción de la izquierda global ante lo sucedido en Israel. No sé si podría seguir diciéndome de izquierda después de ver este increíble colapso moral e intelectual; después de ver a figuras inteligentes y destacadas disculpándose, incluso apoyando a Hamas o encogiéndose de hombros ante las imágenes de las guaguas muertas.

Espero haber sido capaz, a través de esta carta, de canalizar de alguna manera esta crisis en algo constructivo y decir, mira, ser un israelí de izquierdas me permitió ver algo que la izquierda internacional olvidó. Sabemos que no se tiene que elegir entre preocuparse por los niños palestinos y preocuparse por los niños israelíes. Y sabemos que uno no tiene que elegir entre estar contra la derecha israelí y estar contra Hamas. Y hemos estado practicando esto durante décadas.

Parece que la izquierda internacional ha olvidado esos principios tan básicos. Sabemos que tienen muchas críticas contra todos los que vivimos en Israel, incluidas las personas de izquierda. Pero quizá, si nos escuchas por un momento, verás una posición que deberías apoyar intuitivamente.

No parece que algo así esté pasando.

No, y probablemente no pasará. Es lo deprimente del asunto: si no responsabilizas a Hamás por matar guaguas, ¿qué tienen que hacer? ¿Necesitas un ataque más extremo para decir, oye, llegaron muy lejos? Nunca lo harán. Nunca dirán que Hamás fue demasiado lejos. Si no fueron capaces de decirlo después de este ataque, nunca lo harán.

Algunos de sus contradictores han visto en los ataques una medida desesperada tras años de opresión y violación de los derechos humanos. ¿Cómo lo ve?

En primer lugar, está la insistencia en el contexto: esta idea de enmarcarlo todo en la ocupación israelí es muy importante. Sin embargo, la demanda de contexto a menudo funciona como un escudo contra la conmoción: para blindarse esgrimiendo el contexto. Es importante insistir en el contexto, pero también prestar atención a la forma en que esta insistencia nos blinda de cambiar nuestros puntos de vista o de ser más flexibles.

Estoy conmocionado por lo que está pasando en Gaza y no me cuesta decir que los gazatíes deberían vivir vidas buena y prósperas y que nadie debería bombardear a los niños. Creo que es incuestionable, asimismo, que Israel es responsable de más asesinatos que los gazatíes. Eso es empíricamente cierto. Pero no creo que esta comparación -quién mató más- justifique tirar la moral por la ventana.

¿Cree que Netanyahu debería dimitir como primer ministro, como hace la gente de la izquierda israelí, incluso en medio de una guerra?

No sé si debería hacerlo ahora. ¿Es responsable? Absolutamente: es responsable del fracaso del Estado y se aferra a su cargo de manera oportunista mientras socava el tejido de la sociedad israelí, mientras envenena la esfera pública israelí. Lo ha estado haciendo durante un año. Y lo que es más importante, encarna el tipo de giro político israelí que condujo a la situación actual. En 2009, revirtió la agenda política de su predecesor, Ehud Olmert, y decidió debilitar a los moderados del panorama político palestino. Esta es una agenda que él no solo apoyó, sino que representa. En ese sentido, es absolutamente responsable del empoderamiento de Hamas y es parte importante de la actual crisis interna de Israel.

Sin embargo, no debemos olvidar que los terroristas de Hamás son personas, no son máquinas ni son salvajes. Son agentes, tienen una especie de subjetividad ética y eligen qué hacer. Así que si deciden matar guaguas, son ellos los responsables, no Bibi Netanyahu. No tengo ninguna simpatía por Netanyahu, pero él no mató guaguas, sino los terroristas de Hamas. Es importante recordarlo.

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