Carlos Meléndez, politólogo: “Con la eliminación del Senado no se está solucionando un problema, se está creando uno nuevo”

El sociólogo y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Notre Dame aborda dos temas relevantes que está discutiendo la Convención: la estructura del nuevo sistema político que se propondrá y lo ya aprobado -en particular- sobre asambleas regionales. En ambos puntos advierte cómo algunas de esas reformas, aplicadas de distinta forma en Perú, trajeron consecuencias negativas para el país vecino.


“Aquí ha habido una fe excesiva en que el cambio de una regulación lleva a cambiar automáticamente la realidad del país (...) Se ha caído fácilmente en el populismo, se ha caído fácilmente en la innovación institucional de manera irresponsable y se ha pensado más en la representación social y menos en los mecanismos de la democracia liberal”.

De esa forma, Carlos Meléndez, sociólogo peruano y doctor en Ciencia Política de la Universidad de Notre Dame, contestó la pregunta sobre cómo ve lo que está haciendo la Convención Constitucional por estos días. Una voz relevante, ya que el investigador de Flacso y el COES fue uno de los coordinadores de un programa de formación de constituyentes, y asesores de éstos, dictado por el “Observatorio Nueva Constitución”.

En esta entrevista, además, entrega su opinión sobre dos temas clave que está resolviendo el órgano constituyente: el sistema político y la nueva forma de Estado regional autonómica que ya está en el borrador de nueva Constitución. En ambos puntos, recuerda la experiencia peruana -él nació en ese país- y cómo algunas de esas reformas trajeron consecuencias negativas para ellos.

Una de las últimas propuestas que aprobó la comisión de Sistema Político, y que aún no es revisada por el pleno, es la que establece que tanto los partidos políticos como las organizaciones sociales serán reconocidos como “organizaciones políticas” y que podrán participar de elecciones de representación popular. ¿Qué le parece esa idea?

Crear un partido político tiene que ser un esfuerzo exigente. No puede ser algo que esté al alcance de la mano de alguien que haga mínimos esfuerzos porque se pueden filtrar muchos intereses, lamentablemente perversos, por personas oportunistas o representantes de poderes ilegales e informales. Si uno baja la valla para la formación de partidos políticos, se hace muy accesible el acceso a la política formal. Estoy de acuerdo en que la política y los partidos deben renovarse, requieren tener un mayor contacto con las organizaciones sociales, pero eso tiene que ser a través de más de prácticas que de normas. Es decir, que los partidos políticos busquen formar coaliciones con organizaciones sociales para justamente refrescarse de esa vinculación con una sociedad tan activa y movilizada como la chilena.

Y así darles más responsabilidades políticas a los partidos…

Claro, porque el partido político es finalmente el que tiene que dar la cara, el que tiene que ser el responsable de ello. Porque si uno abre la cañería a que cualquier tipo de esfuerzo organizacional puede convertirse en status partidario. Lamentablemente no solamente se hiperfragmenta la política, sino que se puede filtrar cualquier tipo de personas que ya sean por amateurismo o ya sea por tener vinculación con poderes ilegales, van a terminar equivocándose o teniendo agendas subalternas en la política. Eso es por lo menos lo que ha pasado en el Perú cuando se dio carta blanca a los movimientos independientes y se les dio el estatus de organizaciones partidarias. Eso permitió que poderes ilegales informales llegaran a la política y las consecuencias se ven ahora.

La misma comisión aprobó la creación de un Consejo Territorial que reemplazaría al Senado. Hoy la discusión está puesta en si debe tener más atribuciones legislativas nacionales y no solo regionales. ¿Cuál es su visión?

En ese sentido, soy bastante conservador. Creo que el modelo de una Cámara de Diputados y un Senado es eficiente y es funcional. No significa que hay que dejar todo tal como está. Me parece interesante, eso sí, avanzar en un Senado que tenga mayor sensibilidad territorial y que tenga una concepción de la representación del territorio. Sin embargo, crear una instancia que tiene algunas de las prerrogativas del actual Senado pero no forma parte de una cámara revisora, que es lo que se tiene pensado para este Consejo Territorial, creo que es una innovación de la cual no estamos midiendo y no estamos calculando cómo va a funcionar en la realidad.

¿Por qué?

Cuando estás en este tipo de reformas, cuando se hacen innovaciones que no tienen antecedentes, que no tienen ningún modelo, los creadores y los ingenieros constitucionales, están pensando en un actor que se va a comportar de manera virtuosa. Y creo que hay que pensar todo lo contrario, es un actor que va a tratar de sacarle la vuelta a la ley y aprovechar las regulaciones con comportamientos que no están planificados en la cabeza de estas personas.

Los partidarios de la eliminación del Senado señalan que esta cámara ha retrasado reformas importantes. Se ha hablado, incluso, de que ha desfavorecido la democracia…

Tenemos décadas de funcionamiento de la política chilena a través de una bicameralidad que no ha sido el principal problema de la democracia de este país. El principal problema de la democracia chilena tiene que ver con la representación. No tiene que ver con el equilibrio de poderes, no tiene que ver con la capacidad de legislación de sus representantes. Entonces creo que no se está resolviendo un problema, se está creando uno nuevo.

¿En qué sentido?

Este Consejo Territorial, combinándose con una pulverización del poder, creo que lamentablemente va a ser en vez de una cámara reflexiva, va a terminar siendo una cámara irreflexiva. Una cámara que simplemente sea la agregación de demandas microterritoriales, de demandas muy fragmentadas del territorio, que no tengan los elementos y los instrumentos para agregar los intereses. Ni por dar representación a todos los rincones del país necesitamos seguir perdiendo el espacio meso y esta Cámara y este Consejo territorial está pulverizando ese espacio meso. Desaparece el espacio meso y se deja a un lado la capacidad reflexiva que tiene el Senado. Creo que ambas son una mala combinación.

“Al abrir la competencia política a nivel subnacional estás creando nuevos espacios por donde pueden filtrarse caudillos regionales o líderes populistas”

La Convención también aprobó una serie de artículos que crean una nueva forma de Estado, con mayores autonomías regionales. Así como también la creación de asambleas regionales. ¿Cómo ve eso?

En términos generales, hay una presión por desconcentrar el poder. Pero el riesgo al momento de desconcentrar el poder es que puedes terminar pulverizando el poder. Fragmentándolo a un nivel en que sea muy difícil y casi imposible recomponer ciertos acuerdos colectivos que aseguren un mínimo nivel de gobernabilidad. Existe una presión de la clase política de resolver la crisis de representación y para hacerlo se cree que, automáticamente, el diseño de nuevas instituciones van a resolver este problema. Y lamentablemente, la ciencia política advierte de que no es tan fácil.

¿Por qué no es tan fácil?

No se requieren simplemente nuevas instituciones, sino que se requiere también mayor vocación de los actores políticos para terminar con este momento de polarización para colaborar y construir acuerdos. Y creo que, lamentablemente, el énfasis que se ha puesto en la Convención Constitucional va más por el lado de crear nuevas instituciones sin saber cómo van a funcionar. Y en ese sentido, lo que se está haciendo a nivel de política subnacional yo creo que imprime varios riesgos.

¿Qué riesgos ve?

Hay un riesgo de llevar adelante una descentralización política cuando los partidos políticos están débiles o cuando fuerzas políticas nacionales no gozan de legitimidad. ¿Por qué? Porque al abrir la competencia política a nivel subnacional estás creando nuevos espacios por donde pueden filtrarse caudillos regionales, líderes populistas y ya no solamente el típico outsider antisistema que aparece a través de la política mediática, sino que la arena subnacional se vuelve un canal de ascendencia de probables líderes populistas que utilizan precisamente las reivindicaciones locales o regionales para generar una narrativa anti establishment.

¿Y cómo ha funcionado en Perú?

Cuando tienes una asamblea regional, o por lo menos en lo que sucedió en el caso peruano, el presidente de la Asamblea Regional se convierte en el primer opositor a el presidente regional. Es decir, el líder de la oposición está en la misma asamblea. Entonces no estamos viviendo la dinámica política, la dinámica de confrontación que puede establecerse entre el presidente de la Asamblea y el Ejecutivo a nivel regional y lo que ha pasado en el Perú ha sido de que ha habido una confrontación permanente en cada región. De hecho, este choque de poderes que vemos en el Perú, normalmente a nivel nacional, ha sido producto de un escalamiento de choques de poderes a nivel regional que se han ido reproduciendo y que han ido siendo de ejemplo para lo que se ve en el Perú hoy a nivel nacional.

¿Cómo permeó lo regional a lo nacional?

Esto ha contribuido, junto a otras razones, a que el Perú hoy día viva una crisis de inestabilidad política. En parte por la falta de vocación de acuerdo de las élites políticas nacionales y en parte porque la cultura y las prácticas de la revocación de autoridades, de la remoción de autoridades, de la conflictividad entre poderes subnacionales que comenzó a nivel local, a nivel subnacional, terminó escalando en la política nacional peruana. Perú estaba dominada por una política limeña. Cuando se renueva el establishment con cuadros políticos que proceden de las regiones, llegan a Lima, a la política nacional, con los hábitos propios de la política subnacional, que fueron formados por una descentralización mal planificada.

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