Asunto de Estado: el último deseo de Nicanor Parra

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A un lustro de la muerte del antipoeta, surgen detalles de las desconocidas gestiones que realizó el gobierno de Michelle Bachelet para dar curso, en pocas horas, a la resolución sanitaria que permitiese a su familia cumplir con la voluntad de Parra de ser enterrado en el patio de su casa en Las Cruces. Sin siquiera formularios que llenar para cursar la petición, la gestión no era nada de simple.


Ana Lya Uriarte no había terminado de tomar su desayuno, cuando su celular comenzó a sonar de manera insistente desde un número de teléfono desconocido. Alguien trataba de localizarla esa mañana del 23 de enero de 2018. Eran apenas las 07:30.

-Aló, ¿quién llama? -preguntó la abogada especializada en derecho ambiental y quien, por entonces, se desempeñaba como jefa de gabinete de la Presidenta Michelle Bachelet.

Al otro lado de la línea, el músico, ex Upa!, Pablo Ugarte, pensó unos instantes lo que iba decir.

-Hola, soy Pablo Ugarte, exyerno de Nicanor Parra. Don Nicanor acaba de fallecer y por mandato de mi hijo Cristóbal y de la familia le pido que le cuente a la presidenta. Para la familia es muy importante que se cumpla la voluntad expresa de Nicanor de ser sepultado en el patio de la casa de Las Cruces –le dijo.

A Uriarte, actual ministra de la Presidencia de Gabriel Boric, la noticia la tomó por sorpresa. No por el hecho mismo de la muerte del antipoeta. A los 103 años, por más que él jugara con la idea de la inmortalidad, su deceso era algo esperable. Las semanas previas, además, su salud había estado muy decaída, incluso, debió ser internado en la Clínica Alemana por una infección urinaria que no respondía al tratamiento de antibióticos. Poco antes de su muerte, el antipoeta había retornado a su casa de La Reina.

Nicanor Parra falleció en su casa de La Reina, pero su voluntad era ser sepultado en el balneario de Las Cruces donde pasó las últimas décadas de su vida. /Foto: Laura Campos

Lo que llamó la atención de Uriarte fue la inesperada solicitud de la familia de que la sepultura fuera en el patio de la casa en el balneario de Las Cruces, la misma en la que Nicanor Parra había pasado gran parte de las últimas décadas de su vida. “Lo que comunicaron formalmente es que Nicanor Parra quería ser enterrado en su domicilio, por lo que a partir de ese minuto en adelante nos traspasaban a nosotros hacernos cargo de que averiguáramos y les comunicáramos qué había que hacer, porque para ellos no había otra opción que sepultarlo en el patio de la casa de Las Cruces”, comenta un cercano a Uriarte que conoció de las gestiones que se realizaron para llevar adelante los funerales de Nicanor Parra.

El código sanitario es claro. Las personas tras fallecer deben ser inhumadas en un cementerio o bien ser cremadas. Todo eso está regulado, no es llegar y ser enterrado en cualquier parte, menos en el patio de una vivienda.

MIRA AQUÍ EL PRIMER CAPÍTULO DE LA SERIE “5 AÑOS SIN PARRA”:

Pero Nicanor Parra, quien desafió varias normas durante su vida, también lo haría en su muerte. Su deseo, al menos la que transmitió a la familia, era ser sepultado a un costado de las ruinas del “Castillo Negro”, la vivienda que compró el antipoeta en el balneario de Las Cruces, huyendo del smog de Santiago que complicaba su asma, en 1985. La casa tenía cinco pisos, de alerce negro, con un torreón que miraba al mar, lo que inspiró a Parra para bautizarla con ese nombre. Apenas pudo habitarla por unos meses, ya que un incendió la dejó en ruinas. Entonces el poeta compró la propiedad contigua y ahí se radicó hasta prácticamente su muerte.

Aunque no estuvo en la mesa de conversaciones, quienes participaron de ella presumen que hubo otro hecho que alentaba el interés de la familia de Parra por darle sepultura en una de sus casas más queridas. La lógica era la siguiente: si los restos de Pablo Neruda y su mujer, Matilde Urrutia, estaban enterrados en su casa de Isla Negra, y los restos del poeta Vicente Huidobro descansan en una colina a metros de su residencia de Cartagena, Parra no podía ser menos.

Pero cumplir con el deseo del antipoeta requería una resolución sanitaria especial, la que debía ser tramitada para estar lista el día de su funeral.

Gestiones contra el tiempo

Ana Lya Uriarte esperó hasta una hora más prudente para llamar a la Presidenta Bachelet e informarla de la muerte del ganador del Premio Cervantes y de las gestiones que solicitaba la familia.

Ana Lya Uriarte, exjefa de gabinete de Bachelet y actual ministra de la Presidencia.

La Presidenta Bachelet no sólo lamentó la muerte del antipoeta. “Chile pierde a uno de los más grandes autores de la historia de nuestra literatura y una voz singular en la cultura occidental. ¡Estoy conmovida por el fallecimiento de Nicanor Parra! Mi más profundo pésame a su familia”, reaccionaría más tarde la mandataria a través de sus redes sociales. También decretó duelo nacional de dos días y autorizó a su jefa de gabinete a ver personalmente el tema de los funerales.

Poco después Uriarte se comunicó con la Seremi de Salud de Valparaíso-San Antonio, bajo cuya jurisdicción están las localidades del llamado “litoral de los poetas”. Le explicó la situación en que estaban y que la voluntad de Nicanor Parra era ser sepultado en el patio de la su casa de Las Cruces, algo que la familia estaba pidiendo cumplir.

“Esto es algo completamente extraordinario, no hay un formulario que uno pueda llenar para una solicitud así”, comentaban ambas autoridades.

Para resolver las cosas, la seremi de Salud convocó a una reunión de urgencia al equipo jurídico de la secretaría y a los responsables de las áreas relacionadas con los permisos de funcionamiento para cementerios.

A eso de las 10:30, Uriarte volvió a comunicarse con la Seremi de Salud de Valparaíso-San Antonio. Ellos ya habían analizado la situación y explicaron a la jefa de gabinete de Bachelet todos los pasos y requisitos legales que debían cumplirse para dar curso a este entierro fuera de cualquier norma.

La lista no era pequeña.

MIRA AQUÍ EL SEGUNDO CAPÍTULO DE LA SERIE “5 AÑOS SIN PARRA”:

Así lo recuerda Pablo Ugarte: “Ana Lya me envió un mensaje de Whatsapp con todos los documentos que necesitaba, entre ellos, el carné fotocopiado por ambos lados, fotocopia por ambos lados del carné de la mandante, que en este caso era Colombina Parra, el acta de defunción, y un certificado médico que acreditara que Nicanor no había muerto de una peste o enfermedad contagiosa. Además, teníamos que presentar la escritura del terreno de Las Cruces que acreditara el dominio de la propiedad”.

La exigencia de acreditar legalmente la propiedad de la casa de Las Cruces no era menor. “No se podía autorizar la inhumación de un cadáver en un terreno y que después llegara una persona diciendo que era el dueño del lugar y qué hacía él con un cuerpo enterrado ahí”, recuerda una de las autoridades que intervino en estas gestiones.

Ugarte, quien ofició como una suerte de representante de la familia en este proceso, recuerda que “felizmente la familia dio con el paradero de la escritura, gracias a la diligencia de mi hijo Cristóbal”. El “Tololo”, como le dicen a uno de los nietos más cercanos al antipoeta, conocía cada rincón de la biblioteca del abuelo, “sabía dónde estaban los archivadores”, y así dieron con las escrituras de la casa.

Con los documentos ya reunidos faltaba un punto más por resolver. El lugar exacto del patio donde sería inhumado y quién se haría responsable de excavar y de levantar el cercado del lugar para evitar que ingresaran personas o animales. Todo eso debía quedar claramente precisado y su correcto cumplimiento sería supervisado en terreno por funcionarios de la Seremi, de otro modo no se expediría la resolución sanitaria para llevar adelante el funeral en los términos que pedía la familia.

El lugar exacto donde quedaría la tumba se fijó de una manera muy poco convencional. La familia envió una vieja fotografía, tomada muchos antes, en la que aparecía Nicanor Parra apuntando con el dedo índice al suelo, a un punto concreto del patio de la casa, junto a las ruinas del Castillo Negro. “Ahí es donde él quería ser enterrado”, explicó la familia. Nunca quedó claro si efectivamente Nicanor Parra se tomó esa fotografía con ese fin o para cualquier otro. Pero, ante la urgencia de empezar a cavar, nadie lo discutió.

25 de enero del 2018. Vista de la tumba donde fue sepultado Nicanor Parra, en su casa de la localidad de Las Cruces. FOTO: HANS SCOTT / AGENCIAUNO

Así, Ana Lya Uriarte y Pablo Ugarte hicieron todas las coordinaciones entre la familia y la Seremi de Salud de Valparaíso - San Antonio para que se cumplieran los requerimientos necesarios para dar curso a la resolución exenta que autorizaba la sepultación.

Fue increíble, porque todo se dio en el momento justo. Yo tenía en el Whastsapp las fotografías de los documentos, pero no tenía las copias físicas, éstas me llegaron apenas 10 minutos antes de que llegara el funcionario de la Seremi a fiscalizar. Si no las hubiera recibido en ese momento, no lo habríamos podido sepultar”, recuerda Pablo Ugarte.

Velorio en la Catedral

El plan original de la familia era hacer un velorio muy íntimo en la casa de La Reina, el mismo lugar donde falleció el antipoeta. Pero a las 17 horas de ese 23 de enero, cambiaron de parecer.

Atendido el carácter universal de la figura de Nicanor Parra, él debía ser velado en la Catedral Metropolitana”, fue el mensaje que transmitió la familia a Ana Lya Uriarte, quien pidió que le ratificaran que esa era la decisión definitiva antes de proceder a realizar las gestiones con el Deán de la Catedral.

Pasarían cerca de tres horas antes de que Uriarte recibiera un nuevo llamado de Pablo Ugarte a nombre de los hijos y nietos de Nicanor Parra para confirmar su deseo de que el cuerpo fuera velado en la Catedral.

“Cuando llamaron al Deán para explicarle que se trataba de Nicanor Parra y la importancia que tenía el antipoeta, él respondió que por supuesto que podía usar la Catedral, pero que como era tan tarde, ellos no podían suspender la misa que estaba programada a las 10 de la mañana del 24 de enero, así que el féretro con el cuerpo de Nicanor Parra sólo podía llegar a partir de las 11 de la mañana”, recuerdan personeros que estuvieron detrás de la organización del sepelio.

A la familia no les gustó mucho esto, pues preferían que el traslado se hubiese efectuado al amanecer. No fueron los únicos temas en los que hubo desavenencias o cambios de opinión.

SANTIAGO 24 DE ENERO 2018. En la Catedral Metropolitana se realizó el multitudinario velorio del antipoeta Nicanor Parra. La familia decidió que fuera en ese lugar a último momento. FOTO: JAVIER SALVO/ LA TERCERA

En un primer momento la familia quería que todo se hiciera con la mayor discreción, pero luego solicitó que se dispusieran de escoltas policiales y de medidas de seguridad en todo el trayecto y los lugares donde iba a permanecer el cuerpo. Por lo que hubo que organizar a última hora todo el despliegue policial.

25 de Enero del 2018/Las Cruces Cientos de personas acompañaron el cortejo fúnebre del antipoeta Nicanor Parra, quien luego fue sepultado en su casa de la localidad de Las Cruces. FOTO: HANS SCOTT / AGENCIAUNO

“En mi rol de colaborador en ese momento para que se cumpliera la voluntad de Nicanor, no tengo más que agradecimiento a Ana Lya, la verdad es que sin ella no sé qué hubiera pasado. Ella ayudó a coordinar todos los traslados, los sistemas de seguridad de las casas y de las gestiones con el Deán de la Catedral para que se pudiera hacer el velorio en la Catedral”, reconoce Pablo Ugarte.

El 25 de enero de 2018, dos días después de su muerte, Nicanor Parra volvería, esta vez para siempre, a su casa de Las Cruces.

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