Columna de Jaime Orrego y Ricardo Hurtubia: Supermanzanas para ciudades chilenas

Un paseo peatonal en Barcelona.


Por Jaime Orrego Oñate, Investigador postdoctoral del Grupo de Estudios en Movilidad, Transporte y Territorio (GEMOTT) de la Universidad Autónoma de Barcelona y Ricardo Hurtubia, Profesor Asociado, Escuela de Arquitectura & Departamento de Ingeniería de Transporte UC. Investigador Principal, Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS).

En el reciente Día del Deporte, el Presidente Boric llamó a la ciudadanía a salir de sus casas y tomarse los espacios públicos, ya que con esta acción se puede recuperar el tejido social e incluso combatir la delincuencia. La evidencia confirma que, efectivamente, un mayor uso del espacio público genera entornos más seguros y amigables, donde se facilita la interacción social. En la disputa por recuperar espacios públicos, una gran barrera es la prioridad que se ha dado a los vehículos motorizados, muchas veces por sobre las necesidades de las personas. Este es un problema que se observa no sólo en Chile, sino también en otros lugares, desde donde emergen nuevas e interesantes soluciones.

Una de ellas es la supermanzana, concepto acuñado en Barcelona y que consiste en agrupar varias manzanas vecinas y transformar las calles al interior en un espacio peatonal, desviando a la mayoría del tráfico por fuera de la supermanzana. En estos nuevos espacios se pueden desarrollar áreas verdes, juegos para niños y otras actividades que contribuyen a una mayor calidad de vida urbana.

Los temores asociados a la implementación de estas políticas incluyen la posible reducción de la actividad económica debido a la disminución del tráfico y de estacionamientos. Sin embargo, el caso de Barcelona (con supermanzanas y “Ejes Verdes”, que siguen una lógica similar) ha mostrado que la implementación de estas estrategias tiende a aumentar la actividad económica local. Otra preocupación es la posible reducción en la accesibilidad vehicular para los residentes locales, la que no se materializa ya que la peatonalización de calles no necesariamente impide el acceso a residentes.

No hay razón para pensar que medidas similares no se puedan implementar en Chile. Un buen lugar para poner a prueba la idea es la punta del triángulo central de Santiago, el barrio Lastarria, que de facto comparte características similares a una supermanzana debido a las actividades que concentra y su alto volumen peatonal. El costo de este experimento será bajo comparado con los potenciales beneficios en términos de seguridad, activación del espacio público y, finalmente, aumento de la calidad de vida en nuestras ciudades.

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