Los beat 'em up marcaron a toda una generación con sus propuestas de acción inolvidable.
Llevándonos a enfrentar a oleadas interminables de enemigos, no pocos al día de hoy siguen recordando cada paso de aquellos escenarios side-scrolling que había que recorrer para salvar el día. No solo eso, también lo que había que hacer a la hora de avanzar de punta a cabo con la ayuda de armas o simplemente los puños y patadas.
A partir de la innovación de dos jugadores de Double Dragon, que marcó un antes y un después para este género, una seguidilla de títulos se hizo de un espacio para captar la atención durante la recordada era de las máquinas de arcade.
Ahí estaban propuestas como Streets of Rage, Sunset Riders y Golden Axe, que lograban distinguirse del resto, o aquellas que utilizaban a marcas más conocidas para dejar su impronta, como fue el caso de Las Tortugas Ninja, Punisher, Los Vengadores, Alien vs Predator o Los Simpson.
En ese escenario, la compañía Capcom golpeó la mesa con algunos de los beat 'em up más populares de la historia, caracterizados por contar no solo con buenos protagonistas, sino que también con reconocibles enemigos.
Pero a pesar de que Final Fight, Knights of the Round o Capitán Comando tuvieron muchos seguidores, un solo título destacabas con luces propias para ser el mejor de todos: Cadillacs and Dinosaur.
Cargado de una acción post-apocalíptica que entregaba un escenario de historia que destacaba con luces propias, pues humanos y dinosaurios compartían escena, el clásico juego de acción surgió como adaptación de Xenozoic Tales, el cómic independiente de Mark Shultz, pero promocionando una serie animada de corta vida que quizás lograron ver en TV.
Con la particularidad de permitir hasta tres jugadores, en la línea de Final Fight, las alternativas para la elección de nuestros personajes eran variadas, pues podíamos tomar control del mecánico Jack Tenrer, la ágil exploradora Hannah Dundee, el elusivo pero fortachón Mess O’Bradovich y el más popular de todos por este lado del mundo, el ingeniero dueño de la patada voladora, Mustapha Cairo.
A partir de ahí, la historia nos trasladaba hasta una ciudad en ruinas del siglo 26, en donde un grupo de maleantes conocidos como los Black Marketeers, nos encierran con la amenaza de que no podemos seguir arruinándoles los planes.
Pero como Jack y compañía no están para cosas pequeñas, inevitablemente todo da pie a un conflicto en escalada que nos lleva a atravesar ciudades, junglas, desiertos, garages y los más peligrosos lugares controlados por las pandillas lideradas por notables enemigos. Y aquello lo hacíamos utilizando golpes, patadas, movimiento en velocidad, agarras, “patadas chilenas” e inclusive súper ataque, con estos últimos ayudando a despejar el camino, pero costando un poco de energía.
Entre los emblemáticos rivales estaba el gigantón Vice Terhun, quien golpeaba a un dinosaurio con tal de hacernos caer a toda costa, el motoquero Hogg que teníamos que enfrentar a bordo de nuestro Cadillac que podía dañarse más de la cuenta o el infame dueño de los boomerangs, el pendenciero Slice.
Y claro, una vez que hemos derrotado a este último en la cuarta etapa, nos damos cuenta que solo vamos a mitad de camino, ya que los peligros se abren una vez que entra en acción la mutación de humanos en dinosaurios y nuevas formas de vida que amenazan a toda la existencia.
Aquello es desarrollado en un atractivo entorno, que es parte esencial de este videojuego que a partir de 1993 comenzó a causar furor en occidente. Por un lado están los niveles, muy bien diseñados en términos estéticos y repletos de ítems, sino que también la variedad de enemigos, la presencia de dinosaurios o las propias armas que podemos hacer uso durante nuestra aventuras. Desde cuchillos y pistolas hasta granadas y bazucas que convierten a los rivales en puré. Sí, en vísceras en donde solo son distinguibles los ojos.
En ese sentido, Cadillacs and Dinosaur también destacó debido a su tono maduro. Es muy sangriento, pero también el propio desarrollo de la historia se da un entorno de marcada violencia post-apocalíptica.
Por ejemplo, cuando nos presentan al villano Carnicero, este está literalmente fileteando a un pobre dinosaurio con sus machetes gigantes. En una de las secuencias más recordadas del videojuego, se da un giro y tenemos que empezar a evadirlo a toda costa, ya que el gordo gigante da saltos que nos aplastan. Si eso no resulta, busca filetearnos a toda costa.
El propio sentido de la presencia de los dinosaurios está pensando para sacar el jugo al entorno beat 'em up, ya que aunque pueden estar dóciles, al recibir un golpe pierden el control, se vuelven rojos de ira y se convierten en peligrosas bestias que pueden quitarnos mucha energía.
Todo lo anterior es clave para marcar el encanto de este videojuego, que lamentablemente en la actualidad no está disponible en ninguna compilación para las consolas actuales. De hecho, el juego de arcade nunca dio el salto a otras plataformas, ni siquiera cuando estaba recién salido del horno y otros títulos de Capcom de este estilo sí lograron llegar a consolas.
Pero más allá de esa situación que probablemente tiene relación con los derechos, revivir este videojuego en un emulador sigue siendo una experiencia gratificante hasta el día de hoy. Y eso se da porque la gran gracia de Cadillacs and Dinosaur es que era una aventura de tomo y lomo.
Cada capítulo, cada nivel, abría más el mundo post-apocalíptico, entregando una experiencia que tenía variedad, pese a que los enemigos básicos se repetían uno tras otro. Y eso es algo con lo que los beat 'em up tenían que batallar siempre, pero Cadillacs and Dinosaur ganaba la pelea con holgura. Y por eso hasta el día de hoy lo seguimos recordando.