Review | The Flash, una celebración de la mejor DC

La película dirigida por Andy Muschietti es divertida, sorprendente, irrisoria y, en última instancia, totalmente jugada para abordar la historia de Barry Allen y enmarcarla en todo el legado de las obras basadas en los personajes de DC Comics.


Hay un montón de DC que han dejado mucho que desear. Está aquella que no supo confiar en sus decisiones [Batman v. Superman] y se espantó cuando la gente no respondió.

Está la que se saboteó a si misma [Suicide Squad] e intentó cocinar gato por liebre [Justice League], dejando aún más la embarrada tras bambalinas. Con eso, condenó al fracaso a cada uno de los intentos posteriores que buscaron crear una nueva ruta en su camino lleno de piedras y maleza [Wonder Woman 1984 y Black Adam, por nombrar solo un par].

Tampoco podemos olvidar que está la DC que jugó en contra de sus propia carrera, anunciando la creación de un nuevo universo cuando el anterior aún tenía pasteles por vender. Y está aquella que es súper amarilla, aunque esa es otra película completamente distinta.

Pero aún con todo lo anterior en cuenta, también está la DC que lo originó todo [Superman], la que fue un éxito total [Batman], la que apostó por los autores [The Dark Knight] y la que quiso hacer su propia jugada [Man of Steel] fuera de los confines de la fórmula que terminó adueñándose de todo [Marvel Studios].

Y en esa ahora “vieja DC” que se extingue, antes de la irrupción de la nueva era que crearán James Gunn y Peter Safran para generar un “nuevo DC”, uno no puede obviar el hecho que también lograron pararse ante la adversidad [The Suicide Squad], creando propuestas que lograron conectar con las audiencias [Wonder Woman] e inclusive nos sorprendieron con lo imposible [Snyder Cut]. Verdaderos milagros.

The Flash, la nueva película que estrena Warner Bros como parte de su grilla de superhéroes, es una celebración de la mejor DC y, visto desde una óptica optimista, una validación de la peor DC.

Es obviamente un cierre para toda la etapa del primer intento de universo cinematográfico DC, pero sin apostar por su extinción o su excomunión de la memora. The Flash impulsa un futuro en donde todo es posible, en donde nada es descartado y, como en las mejores historias del multiverso, literalmente todo vale. Lo increíble, lo inimaginable y lo irrisorio.

Más importante aún, esta película es una celebración de una idea: en las luces y aún en las sombras, nadie puede decir que todas estas películas han sido cortadas con la misma tijera.

Siguiendo esa idea, y situada después de los sucesos de Justice League, pero dejando la puerta abierta para que inclusive el Snyder Cut sea parte del canon, The Flash ahonda en la vida de Barry Allen para irradiar todo lo que está en pantalla con el optimismo que siempre ha marcado al personaje en los cómics, inclusive en sus momentos más oscuros.

El comienzo de The Flash presenta así una secuencia de acción que sirve para ver una última gran aventura de parte de la Liga de la Justicia, con momentos realmente ingeniosos para sacar partido a la supervelocidad del héroe al centro de todo, pero solo para presentar los contrastes en el día a día de Barry. Mal que mal, es y se siente como un mero actor secundario en el equipo y su propio trabajo de civil.

Sin entrar en mayores detalles, la película dirigida por Andy Muschietti explora las carencias personales y sociales de Barry, quien ha estado marcado siempre por la tragedia que representa la muerte de su madre y el arresto de su padre. En el camino, también profundizan en su relación con Bruce Wayne, quien básicamente es su mejor amigo. Y aquí logran transmitir exitosamente esa idea.

En todo ese camino, y como es de esperar para todos los lectores de cómics, The Flash aborda cómo Barry Allen puede viajar en el tiempo para intentar modificar lo que nunca debería cambiar, lo que inevitablemente lo lleva a entender aquél costo del juego espacio-temporal que conoció Marty McFly en Volver al Futuro 2.

Y siendo así una adaptación absolutamente libre de la popular saga Flashpoint, esta producción se transforma en el mejor viaje live-action por el multiverso realizado a la fecha, entregando también la mejor explicación posible para los cambios en las líneas de tiempo. Tanto o más llamativo aún es el hecho de que en ese mismo proceso, recuperan a un Michael Keaton que vuelve a brillar en el rol de Batman. Y ante eso solo puedo agregar que este viejo corazón DC simplemente se encendió en más de una ocasión.

Al mismo tiempo, y convirtiéndose en una especie de celebración de la trascendencia de Man of Steel, y por extensión del propio universo DC que ahora dejan atrás, The Flash también es el mejor escenario para hacer gala del talento de Ezra Miller.

Tal y como han dejado en claro los tráilers, pósters y toda la promoción, el actor tiene la tarea de interpretar a dos versiones de Barry Allen completamente distintas, las cuales se instalan como personajes individuales completamente validados en pantalla y en la narrativa. Aquello es logrado por la historia misma, pero también por el talento de Miller, quien literalmente se echa la película al hombro a toda velocidad-

Podría seguir, pero en the Flash existen elementos altamente spoileables que es mejor guardar para futuras conversaciones. Lo importante es que más allá de las sorpresas o los giros de la historia, The Flash está visualmente creada de una forma en donde la enrevesada narrativa se entiende claramente y, más importante, uno como espectador puede conectar con todo el factor emocional que está en juego.

¿Es perfecta? Obviamente no, pero nada lo es. Tiene momentos de efectos digitales que no están a la altura, aunque en algunos casos aquello también responde a decisiones creativas. Por otro lado, depende mucho de que la audiencia haya visto las películas anteriores para que puedan invertir de forma emocional y, quizás más llamativo, esta propuesta toma decisiones que van a encender la discusión. Para bien y para mal.

Pero The Flash tiene clara la película, es jugada, es divertida y no tiene miedo a hacer lo imposible. También invierte bien en su narrativa para que su villano tenga sentido y, en esa exploración de la historia DC, es sorprendente hasta el final.

Pero sin entrar en comparaciones que todos tendrán en la cabeza, esta es la película que los fans de las películas de superhéroes se merecen y, al mismo tiempo, el que el fan de DC necesita ahora mismo. Y como decían en otra película superior, quizás será perseguida, pero lo que hace Andy Muschietti y su equipo podrá resistirlo porque simplemente The Flash es una celebración que va a mantenerse para la posteridad.

The Flash ya está en cines.

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