Columna de Cristián Valenzuela: “Los momios están cagaos”

El senador del Partido Comunista (PC) Daniel Núñez.
El senador del Partido Comunista (PC) Daniel Núñez. Foto: Francisco Paredes / Agencia Uno.

El heredero de Allende ha fracasado y no tiene ni en La Moneda, ni en la calle, el apoyo suficiente para impulsar sus reformas, no porque haya una nación imperialista planificando un bloqueo imaginario, sino que simplemente porque son reformas de mala calidad, que no concitan ni siquiera el apoyo de la coalición que él aspira a representar.


Luego de 671 días de gobierno, los partidarios de la Unidad Popular salieron en masa a las calles, a celebrar el segundo aniversario del triunfo de Salvador Allende. Según los cálculos del propio gobierno, fueron más de 2 millones en todo el país. Allende, no cabía en sí.

Un pueblo que lucha por su Patria, por su destino, por la tarea histórica y colectiva que significa realizar la revolución chilena, para hacer Chile una patria de chilenos, un país independiente y soberano, dueño de su propio futuro” afirmaba el Presidente Allende, quien al día siguiente hizo un extenso análisis político de su gestión y reflexionó sobre la necesidad de la movilización social para afianzar el proceso revolucionario.

Los momios están cagaos…están cagaos” entonaban desde la gran masa que avanza por las calles de Santiago, los contingentes del MIR, del Partido Comunista, del MAPU y del Partido Radical, aplaudiendo y lanzando gritos de júbilo. “Solo en los momentos históricos decisivos, cuando la Patria ha estado en peligro, con amenaza inminente de conflictos, se ha movilizado un porcentaje tan alto de habitantes de cualquier nación” remataba Allende en el Estadio Chile, detallando los desafíos, obstáculos y singularizando a los objetores de su gestión que le impedían avanzar.

51 años después, el heredero de Allende también tuvo su propia celebración en las afueras de La Moneda. Esta vez, sin embargo, no fueron 2 millones, sino con suerte unas 800 personas, principalmente dirigentes de partidos políticos y funcionarios públicos de designación política. En un encendido discurso, el Presidente Boric afirmó que “van a hacer todo lo posible en evitar que avancemos en esa dirección. El camino va a ser largo, pero vamos a llegar igual”, agregando que para ello los necesitaba a todos, para no perder la brújula ni olvidarse de donde venían y hacia donde van. Poesía revolucionaria en estado puro.

En similar talante, la versión “a cuenta” de Luis Corvalán, el senador Daniel Núñez, emplazó esta semana al gobierno a convocar a la presión social de la ciudadanía para sacar adelante las reformas, emulando los llamados que dirigentes de su partido habían hecho en el pasado para “rodear la convención” o a mantener “un pie en la calle y otro en La Moneda”.

Pero lo que desconocen Boric y Núñez, es que la guerra fría terminó y que el muro de Berlín se cayó a pedazos; de la misma forma en que se despedaza lo que queda de Cuba, el otrora paraíso comunista donde hoy sus habitantes se mueren de hambre y sumidos en la miseria. Lo que la verborrea de Allende convertía en anhelos utópicos, hoy dejaron de ser sueños sino tristes realidades, difíciles de soslayar. El proyecto comunista fracasó estrepitosamente en todo el mundo y no hay ningún régimen comunista que sirva de modelo para el régimen que el Partido Comunista de Chile pretende implantar.

El heredero de Allende ha fracasado y no tiene ni en La Moneda, ni en la calle, el apoyo suficiente para impulsar sus reformas, no porque haya una nación imperialista planificando un bloqueo imaginario, sino que simplemente porque son reformas de mala calidad, que no concitan ni siquiera el apoyo de la coalición que él aspira a representar.

Quizás llegó la hora de preocuparse menos de los momios y más de los propios, y a no seguir culpando a otros de los continuos errores cometidos. Los que gobiernan son ellos y si la gente los rechaza, no es por culpa de la oposición, sino porque han sido incapaces para contener el avance del crimen organizado, incompetentes para poner a la economía en marcha e impúdicos a la hora de robar el recurso fiscal.

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