La columna de Jorge Claro: “Sergio de Castro”

La columna de Jorge Claro: “Sergio de Castro”. En la foto: Sergio de Castro

"Quienes fuimos alumnos o profesores en esa época nos sentimos orgullosos cuando nos califican de “Chicago Boys”. A la luz de los resultados de la aplicación de las políticas diseñadas en segunda mitad de los años 70 Chile logró un desarrollo extraordinario, ejemplo para Sudamérica".


Si hay alguien que realmente merece un monumento en Chile hoy es Sergio de Castro.

Es seguramente la persona que ha generado mayor bienestar para la mayoría de los chilenos y lo hizo calladamente, sin ostentación y manteniendo su modestia de siempre.

Sergio era un excelente profesor. También un excelente polemista y en su vida diaria una persona amable, respetuosa, quitada de bulla y casi podríamos decir corto de genio. Hablaba poco y escuchaba mucho.

Sergio fue decano de la Escuela de Economía de la UC desde la segunda mitad de los años 60 y bajo su guía se cambió drásticamente la forma de enseñar esta disciplina: rigor, excelencia y exigencia, sin excepciones, en la tradición de lo que muchos profesores habían vivido en sus estudios de posgrado en la Universidad de Chicago, universidad que con diez premios Nobel es hasta hoy la número uno en el mundo.

Chile le tiene mucho que agradecer a quien hizo posible este verdadero milagro, el profesor Harberger de Chicago, una gran persona y un gran amigo de Chile.

Quienes fuimos alumnos o profesores en esa época nos sentimos orgullosos cuando nos califican de “Chicago Boys”. A la luz de los resultados de la aplicación de las políticas diseñadas en segunda mitad de los años 70 Chile logró un desarrollo extraordinario, ejemplo para Sudamérica.

Es de justicia reconocer la valentía e inteligencia del ministro Alejandro Foxley y el Presidente Aylwin que se la jugaron por mantener y desarrollar estas políticas, como así también lo hicieron los presidentes Frei y Lagos. Chile les debe mucho a todos ellos.

Sergio de Castro tuvo el mérito de explicar la lógica de las propuestas económicas y convencer a un gobierno militar cuya formación no era proclive a las ideas de libre mercado y apertura al comercio exterior.

Reconocer el inmenso aporte que hicieron Sergio de Castro y “sus” Chicago Boys es algo que no debemos olvidar. Nobleza obliga.

*El autor de la columna es ingeniero civil e ingeniero comercial de la Pontificia Universidad Católica de Chile

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