Bélgica se suma a los países que trabajan cuatro días a la semana

Salida de la estación de metro Brussels-Schuman en Bruselas, Bélgica. Foto: REUTERS.

Los empleados belgas podrán solicitar que sus 38 horas semanales se concentren en un día menos. La reforma impulsada por la coalición en el poder incluye el “derecho a la desconexión”, con el que los trabajadores podrán ignorar mensajes de sus jefes en sus días libres, sin temor a represalias


De lunes a jueves trabajo y libre de viernes a domingo. El gobierno belga anunció una reforma laboral cuya medida más llamativa ha sido la posibilidad de reducir la semana laboral de cinco a cuatro días. Tras negociaciones entre los siete partidos que forman la coalición gobernante belga, el primer ministro Alexander de Croo, del partido Liberales y Demócratas Flamencos, anunció junto a tres ministros la reforma, que tiene listo su camino a la aprobación en el Parlamento. La ley busca mejorar la conciliación entre la vida familiar y la laboral, en un país que ya cuenta con una jornada de trabajo de 38 horas.

La reforma viene con otras medidas, que tienen por objetivo volver el trabajo más flexible y atractivo, en miras a subir las tasas de empleo belgas del 71% actual al 80% para 2030. Con el 58% de los escaños en la Cámara de Representantes de Bélgica, la llamada “Coalición Vivaldi”, que reúne desde liberales a ecologistas, tiene en sus manos la aprobación de la reforma al mercado del trabajo. “Hemos vivido dos años muy difíciles. Con este acuerdo ponemos un faro para que la economía sea más innovadora, sostenible y digital. Con esto pretendemos fortalecer a las personas y los negocios”, declaró De Croo en una conferencia de prensa.

El aspecto más comentado de la reforma es que los empleados belgas podrán solicitar un horario de cuatro días, durante un periodo de seis meses, a sus empleadores. Luego de eso, tendrán el derecho de mantener el régimen o volver al anterior. A diferencia de otros proyectos, como uno presentado en España, este corte en la semana no implicará menos horas de trabajo, sino la concentración de las 38 horas semanales en cuatro días, pudiendo llegar a trabajar hasta 10 horas en una jornada.

Según RTBF (Radio Télévision Belga Francophone), los asalariados también podrán optar por un régimen semanal variable, lo que implica que puedan trabajar un poco más durante una semana, para así tener más tiempo libre en la siguiente, y que se mostraría particularmente interesante para aquellos trabajadores en situación de coparentalidad.

Uno de los puntos fuertes de este proyecto, en comparación con otras experiencias internacionales, es que será el empleador quien, en caso de negarse a hacer el cambio horario, tenga que justificar la negativa. La decisión queda entonces en el empleado. “Esto tiene que hacerse a la solicitud del trabajador, con el empleador que tiene que ofrecer razones sólidas para cualquier rechazo”, aseguró el ministro del Trabajo belga, Pierre-Yves Demagne.

Un trabajador evaluando la calidad de los pescados en una pescadería de Ostend, Bélgica. Foto: AP.

En miras a mejorar la calidad de vida de los trabajadores de Bélgica, el gobierno ya había anunciado que sus miles de trabajadores estatales ya no tendrían que responder llamadas o mails de sus jefes fuera de las horas de trabajo. Así, 65 mil empleados públicos ganaron lo que se está conociendo como el “derecho a la desconexión”, en miras a un mejor balance entre la vida privada y el trabajo. La nueva reforma negociada este martes amplía el derecho a apagar los teléfonos e ignorar mensajes laborales también en el mundo privado.

Con esto, Bélgica sigue el ejemplo que hace unos meses ya dio Portugal, cuando aprobó la Ley del Teletrabajo a causa del aumento de este durante la pandemia. Esta ley prohíbe a los jefes que llamen o envíen mensajes a sus empleados fuera del horario de trabajo, sancionando a quienes incurran en estas prácticas.

En el contexto de la pandemia, la legislación del trabajo se ha vuelto una prioridad en la Comisión Europea, que presentó hace unos meses una propuesta directiva que plantea presuponer que los trabajadores de plataformas digitales tienen estatus de asalariados. En este contexto, se espera que las empresas sean las que tengan que demostrar lo contrario. La idea sería así regularizar la situación de más de cuatro millones de “falsos autónomos” en el bloque europeo.

Un trabajador monitoreando la línea de producción de botellas en la fábrica de Stella Artois, en Lovaina. Foto: AFP.

La experiencia de cortar la semana no es nueva, ya que una serie de países han avanzado en esta dirección en los últimos años. En Escocia, el gobernante Scottish National Party lanzó un “ensayo” para reducir las horas de trabajo un 20%, apostando a que los empleados no sufran ninguna pérdida en sus sueldos. Para eso, el gobierno lanzó un programa de 10 millones de libras esterlinas, en miras a financiar a las empresas que se sumen al ensayo.

Con el mismo ánimo experimental, España lanzó un programa piloto para reducir la semana a cuatro días, aún más arriesgado que la reforma belga: incluye bajar la jornada semanal de trabajo a 32 horas, y durante sus próximos tres años esto se haría sin cortes en las compensaciones de los trabajadores. Parecido al modelo escocés, será el gobierno el que arregle las diferencias de salarios con los empleados que pasan a cuatro días de trabajo.

En un país con una cultura de trabajo tan arraigada como Japón, la idea de cortar la semana también hizo eco. En sus guías económicas para el año pasado, entre sus recomendaciones estaba que las compañías permitieran a sus equipos optar por los cuatro días. Microsoft Japan ya había hecho experimentos en esta dirección. El objetivo fue evaluar la relación entre la reducción en los tiempos de trabajo y la productividad, descubriendo que los trabajadores que trabajaron cuatro días eran más felices y un 40% más productivos que antes. Otras empresas que se subieron al tren de la semana corta fueron Panasonic, la farmacéutica Shionogi y la desarrolladora Encourage Technologies, y según el periódico Nikkei, el 8% de las compañías han ofrecido alargar el fin de semana a sus empleados.

Uno de los países pioneros en esto fue Islandia: entre 2015 y 2019 se experimentó bajar a 35 horas la jornada semanal de trabajo. Luego del programa piloto, el éxito fue tal que los sindicatos islandeses comenzaron a negociar una reducción general en las horas de trabajo. Actualmente, el 90% de la población que trabaja en el país escandinavo ha reducido su jornada, llevando a una disminución del estrés y el “burn-out”, “síndrome del trabajador quemado” en español

En los Emiratos Árabes Unidos, a principios de año se aprobó adoptar la semana de “cuatro días y medio”. Así, el fin de semana empezaría el mediodía de los viernes, en tanto que de lunes a jueves el horario es entre 7.30 y 15.30 horas.

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