El Papa dice que la propiedad privada es un “derecho secundario” y advierte a sindicatos del peligro de la corrupción

El Papa Francisco preside la Misa de Pentecostés en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, el 23 de mayo pasado. Foto: Reuters

En un mensaje enviado a la Conferencia Internacional del Trabajo, el Pontífice destacó que el derecho primario es “el destino universal de los bienes”.


En un videomensaje con ocasión de la apertura de la 109 Conferencia Internacional del Trabajo, que se desarrolla en formato virtual desde Ginebra, el Papa Francisco exhortó este jueves a que “en este momento crucial de la historia social y económica”, debido a la pandemia, se produzca una “reforma a fondo de la economía” que proteja a los trabajadores, sobre todo, a los más vulnerables y a las mujeres. Al respecto, el Pontífice lanzó un fuerte concepto: “La propiedad privada es un derecho secundario”, que depende “del derecho primario, que es el destino universal de los bienes”.

“Siempre, junto al derecho de propiedad privada, está el más importante y anterior principio de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso”, indicó el Papa, en una cita de su última encíclica Fratelli tutti, sobre la hermandad y la amistad social.

En el mensaje, que dirigió en primer lugar al director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder, el Pontífice también insistió en que “a veces, al hablar de propiedad privada olvidamos que es un derecho secundario, que depende de este derecho primario, que es el destino universal de los bienes”, agregó, en una parte de su exposición, en la que les recordó a los empresarios que su verdadera vocación es “producir riqueza al servicio de todos”. Al respecto, los instó a que trabajen por la “superación de la miseria” y se centren en la creación de “fuentes de trabajo diversificadas”.

El Papa incide así en la idea que ya expresó el pasado mes de diciembre al inaugurar la conferencia internacional virtual de los Comités Panamericano y Panafricano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana, cuando afirmó que el derecho a la propiedad es “un derecho natural”, pero “secundario”, derivado del derecho que tienen todos, “nacido del destino universal de los bienes creados”, consignó la agencia Europa Press.

El Papa Francisco llega a su audiencia general semanal al aire libre en el patio de San Dámaso, en el Vaticano, el miércoles. Foto: AP

Advirtió, asimismo, del riesgo de que “las prisas por volver a una mayor actividad económica” tras la pandemia lleven a “las pasadas fijaciones en el beneficio, el aislacionismo y el nacionalismo, el consumismo ciego y la negación de las claras evidencias que apuntan a la discriminación de nuestros hermanos y hermanas ‘desechables’ en la sociedad”.

En ese sentido, el Papa abogó por un “nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva y que promueva el bien común”. Francisco pidió atención, sobre todo, “hacia los trabajadores que se encuentran en los márgenes” laborales y que “realizan lo que se suele denominar el trabajo de las tres dimensiones: peligroso, sucio y degradante”, como “los jornaleros, los del sector informal, los trabajadores migrantes y refugiados”.

Denunció que estos trabajadores, junto con sus familias, “normalmente quedan excluidos del acceso a programas nacionales de promoción de la salud, prevención de enfermedades, tratamiento y atención”. Jorge Bergoglio agregó que “este es uno de los tantos casos de la filosofía del descarte que nos hemos habituado a imponer a nuestras sociedades”. Se trata de una exclusión que complica la “detección temprana” y la “búsqueda de atención médica por el Covid-19” para refugiados y migrantes, aumentando el riesgo de que se produzcan brotes entre esas poblaciones.

Francisco también resaltó que la pandemia ha afectado duramente “a las mujeres de la economía informal, incluidas las vendedoras ambulantes y las trabajadoras domésticas”, cuyos hijos “están expuestos a un mayor riesgo para la salud”, ya que, sin “guarderías accesibles”, deben acompañarlas a sus lugares de trabajo o quedarse en sus hogares sin protección. “Es muy necesario garantizar que la asistencia social llegue a la economía informal y preste especial atención a las necesidades particulares de las mujeres y de las niñas”, dijo.

“Estatus de seudopatrones”

El obispo de Roma reivindicó el rol “profético” de los sindicatos, reiterando la necesidad de garantizar el respeto de los derechos fundamentales de los trabajadores, incluido el derecho a la sindicalización. “Unirse en un sindicato es un derecho. La crisis del Covid-19 ha ya incidido sobre los más vulnerables y ellos no deberían verse castigados por las medidas para acelerar una reactivación que se centre únicamente en los indicadores económicos”, señaló.

El Papa Francisco durante la audiencia general semanal en el patio de San Dámaso, en el Vaticano, el 9 de junio. Foto: Reuters

El Papa consideró, de hecho, que, en esta fase histórica, el movimiento sindical enfrenta dos desafíos trascendentales, según consigna el diario argentino La Nación. “El primero es la profecía y está relacionada con la propia naturaleza de los sindicatos, su vocación más genuina”, explicó. “Los sindicatos son una expresión del perfil profético de la sociedad. Los sindicatos nacen y renacen cada vez que, como los profetas bíblicos, dan voz a los que no la tienen, denuncian a los que ‘venderían al pobre por un par de chancletas’, como dice el profeta, desnudan a los poderosos que pisotean los derechos de los trabajadores más vulnerables, defienden la causa de los extranjeros, de los últimos y de los rechazados”, subrayó.

Como en otras oportunidades, al mismo tiempo advirtió del peligro de la corrupción: “Claro, cuando un sindicato se corrompe, ya esto no lo puede hacer y se transforma en un estatus de seudopatrones, también distanciados del pueblo”, lamentó. Por ello, invitó puntualmente a sindicalistas y a dirigentes de asociaciones de trabajadores “a que no se dejen encerrar en una ‘camisa de fuerza’, sino a que se enfoquen en las situaciones concretas de los barrios y de las comunidades en las que actúan y a volver a su ‘vocación más genuina’”.

Planteó luego como segundo desafío la innovación: “Los sindicatos no cumplen su función esencial de innovación social si vigilan sólo a los jubilados. Esto debe hacerse, pero es la mitad de su trabajo. Su vocación es también proteger a los que todavía no tienen derechos, a los que están excluidos del trabajo y que también están excluidos de los derechos y de la democracia”, destacó.

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