Columna de Georgeta V. Pourchot: ¿Cuál es la apuesta de Putin?

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Por Georgeta V. Pourchot, Directora Asociada para el Centro de Estudios de la UE, Transatlánticos y Transeuropeos Espaciales de Virginia Tech

El 21 de febrero, el Presidente Vladimir Putin pronunció un discurso en el que expuso sus argumentos a favor de la integración de Ucrania en la Federación Rusa, aunque no precisamente con estas palabras. Recordó a su audiencia que desde el siglo XVII, los “territorios históricos del suroeste de la antigua Rusia se llaman a sí mismos rusos y cristianos ortodoxos”, y que Ucrania fue “creada enteramente por Rusia, más precisamente, por la Rusia comunista bolchevique”. Pocos estudiosos o expertos pensaron que llegaría a invadir Ucrania e intentar anexionarla. Sin embargo, eso es exactamente lo que hizo tres días después, el 24 de febrero de 2022.

A los 74 días de la invasión, durante su tradicional discurso del 9 de mayo en el Día de la Victoria, Putin reiteró sus razones para lanzar “operaciones militares especiales” en Ucrania: en primer lugar, el genocidio de rusos que las autoridades ucranianas han denunciado a menudo en las provincias del Donbas; en segundo lugar, la afirmación de que Ucrania está dirigida por nazis que suponen una amenaza para Rusia; y en tercer lugar, que Ucrania anunció su intención de adquirir armas nucleares. Por primera vez, reconoció que “Rusia lanzó un ataque preventivo ante la agresión. Fue una decisión forzada, oportuna y la única correcta”.

Lo que Putin no explicó es por qué los militares rusos invadieron desde el norte y el sur, y sólo dos meses después dirigieron su atención a las provincias orientales. Si el genocidio estaba en el este, ¿por qué atacar Kiev (centro-norte) y Mariupol (sur)? En segundo lugar, si el llamado régimen nazi de Kiev era una amenaza para Rusia, ¿por qué no encontrar métodos de cambio de régimen menos dramáticos y que cambien la vida de las personas en lugar de destruir ciudades y pueblos y desplazar a más de cinco millones de personas? Para que conste, el Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, es judío, por lo que la afirmación de que él y su administración son nazis es ridícula. En tercer lugar, si Ucrania pretendía adquirir armas nucleares, ¿por qué no invocar el Acuerdo de Budapest de 1994, cuando Ucrania renunció a sus armas nucleares a cambio de garantías de seguridad de Estados Unidos, Reino Unido y... la Federación Rusa?

La respuesta a todas estas preguntas es evidente: estas no son las verdaderas razones de la invasión, son pretextos. En consonancia con la opinión de Putin de que Ucrania es un país inventado que pertenece a Rusia, la toma estratégica de partes de Ucrania en el sur, donde los nombres de las calles están siendo cambiados por nombres rusos, los planes de estudio escolares cambiados por planes de estudio rusos, y los administradores locales ucranianos hechos desaparecer, reemplazados por rusos, se deduce que la intención de esta operación es una toma de tierras. La apuesta de Putin es que su público ruso en casa seguirá creyendo sus pretextos. Sin embargo, hay indicios de que este apoyo está empezando a cambiar.

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