Columna de Valentina Rosas y Hernán Hochschild: Encauzar el malestar

Foto: REUTERS/Ivan Alvarado


Por Valentina Rosas y Hernán Hochschild, Tenemos que Hablar de Chile

Semanas antes del plebiscito reunimos a cientos de personas de distintas comunas, edades y realidades para dialogar en torno a cómo se sentían, los desafíos que enfrenta el país, cómo estos han cambiado desde 2020, si es que tenemos las condiciones para enfrentarlos y qué recomendaciones harían al mundo político.

Este tipo de conversaciones buscan rescatar no solo preferencias, sino también relatos que hacen sentido. Así, de los diálogos emergen preliminarmente cinco hallazgos que nos pueden ayudar a observar, desde una mirada ciudadana, el escenario post plebiscito.

Lo primero, hay una mezcla diversa de sentimientos de fragilidad, incertidumbre e inseguridad, a la que llamamos malestar y que aparece con gran intensidad en quienes participaron. Estos no solo aparecen ligados a desafíos políticos y sanitarios, que ya veíamos en nuestros diálogos desde 2020, sino también con causas más diversas. Se suman la violencia, los problemas económicos y la convivencia política, generando un cuadro agudo de estrés social.

Lo segundo es que esto no solo afecta los sentimientos sino también la perspectiva de los desafíos del país, donde vemos una percepción general de “estamos igual o peor que antes”. Si en 2020 se observaba la constatación y descripción de una crisis, hoy se percibe un agravamiento de esta.

Lo tercero es que la ciudadanía se siente más empoderada y es cada vez más exigente respecto a una clase política que ve transversalmente desconectada de la realidad del país y ocupada en sus propios intereses, pero a la que sin embargo le pone atención y expectativas.

En esta línea, un cuarto hallazgo es que, aunque no hay claridad en cómo se deben enfrentar los desafíos del país, para la mayoría de quienes participaron sí contamos con las condiciones para hacerlo, pero requerimos de “voluntad política” y “buena administración de nuestros recursos”.

Por último, si bien los participantes son críticos de los políticos, también exigen con claridad acuerdos entre ellos. En una sociedad diversa, el acuerdo parece ser el primer paso para cambios que integran diversas miradas y sean aplicables a diferentes realidades. En definitiva, los resultados del plebiscito no dejan espacio para ganancias particulares. Para lograrlo no hay hegemonía que logre reinar. Colaboración y diálogo es el camino.

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