Review | Madame Web es una mala excusa de Sony para explotar una marca disponible que a nadie le interesaba

La vara del género está tan baja que el principal crimen de esta película no es que gran parte de lo que propone termine dando lo mismo.


Todo lo que conforma a la película de Madame Web representa una mala idea. De principio a fin.

De partida, su sola creación responde a la necesidad de Sony para mantener los derechos de Spider-Man a perpetuidad, pues el estudio requiere explotar la marca para evitar que el arácnido y su fructífera galería de personajes no vuelva a manos de Marvel y, por ende, Disney.

Al mismo tiempo, el propio personaje sigue ante esa necesidad una oportunidad de mercado bien particular, pero que no es atractiva. Para que lo tengan en claro, y considerando que Sony ya legó a Spider-Man a las pantallas de Marvel Studios con exitosos resultados, en paralelo en el estudio decidieron explotar a los villanos y personajes secundarios relacionados a Peter Parker para obtener una tajada que no tienen que compartir.

En términos económicos, aquello les resultó con las dos películas de Venom, pero fracasaron completamente con Morbius. Y aunque Madame Web inevitablemente está más emparejada a esa última película de Jared Leto, todas estas producciones se entrelazan como hermanas en un altar bien carente de calidad y que siempre deja en claro que estos solo deberían ser comparsas de historias del héroe original.

Ante esa situación, el problema mayor es que aunque Venom y Morbius dependen generalmente de Spider-Man, igual pueden funcionar de forma solitaria y por eso han tenido sus propios cómics. Pero históricamente la propia condición de Madame Web implica, desde su génesis, que siempre esté a la sombra de Spidey.

De ahí que esta elección para crear una película en solitario solo parece responder a una mera jugada random. Como si hubiesen metido un montón de propiedades intelectuales a una bolsa y metiesen la mano para elegir. Y es por eso que esta película se reduce a una elección de IP (propiedad intelectual, en inglés) que en Sony tenían al alcance.

Es en ese contexto en donde se establece la principal ofensa de esta película, ya que Madame Web termina instalada como el mejor ejemplo de la mera explotación de marcas que domina a la industria del blockbuster. Es una producción en donde todo parece dar lo mismo en su confección, en un escenario en donde la vara de este género está realmente muy baja.

Por todo lo anterior no sorprende que varios busquen elevar a esta producción como una de las peores películas de superhéroes del último tiempo, pero siendo sinceros el nivel en general está tan bajo, que Madame Web no se diferencia mucho de los colapsos creativos de producciones tan decadentes como Black Widow, Ant-Man 3 o Black Adam. Sí, algunas las defienden, algunos dirán que “están bien”, pero no por eso están en lo cierto. Son todas decadentes.

Lo importante es que aún cuando haya películas tan malas o peores que Madame Web, eso a la larga da lo mismo. La propia explotación de marcas al centro de esta película termina resaltando justamente porque en el fondo igual se merece todos los palos que uno pueda darle. Mal que mal, esto termina siendo un mero teaser de una futura película que probablemente nunca llegará.

Solo para ejemplificar, y sin entrar en tantos detalles de la historia, Madame Web comienza en el pasado, en 1973, presentando expediciones arqueológicas, villanos traicioneros y gente araña cuya sola creación hacen que Spider-Man pierda valor por si mismo.

A partir de ahí, la historia nos presenta a Cassandra Web (Dakota Johnson), una paramédico que inevitablemente sufre un accidente que despierta sus poderes de clarividencia.

En base a eso, y tal como sucede en los cómics, Madame Web comienza a jugar con el tejido del pasado, presente y futuro para resolver una situación que se le cruza en el camino: el mismo villano traicionero que nos presentan al comienzo, y quien básicamente tiene varias habilidades que a futuro debería tener el Spider-Man de este mundo, ha puesto en la mira a tres adolescentes que en el futuro tendrán habilidades especiales que lo superarán.

Todo lo anterior implica a sucesos que están en los primeros 30 minutos de una película que agrega a personajes directamente ligados con Peter Parker, carece de acción superheroica y se convierte en una experiencia en donde apesta el hedor de un explotación sin ideas. ¿Quieren ser una historia de origen? ¿Buscan dar los primeros pasos de una película de Spider-Girls que aquí no entusiasma para nada?

La respuesta es que quieren ser todo eso y más, incluido su propio universo cohesionado, pero en Madame Web nada resulta porque todo da lo mismo. El misterio, los conflictos internos de Casandra, la amenaza del villano, las secuencias de acción con efectos digitales, la mitología, aspectos técnicos como la edición o la música incidental, el trabajo con la fotografía con pantallas azulas. Nada tiene el cuidado suficiente ni una guía clara que las conduzca.

Quizás por eso Madame Web queda más como un fanfic de gente con plata que puede jugar con figuras de acción, pero que tienen dos problemas trascendentales:

  • No tienen idea de nada
  • Decidieron jugar con las figuras que estaban en oferta o, más aún, nadie realmente quería.

Es decir, básicamente en Medame Web eligieron al Finn que colmó los supermercados hace algunos años y no supieron qué hacer con ello. Así de simple.

Al final solo queda remarcar que Madame Web es un pretexto, una explotación de una marca comercial que está al mismo nivel que varias de las peores películas de superhéroes de los últimos años, incluyendo a Morbius obviamente, pero que al mismo tiempo representa una especie de anti-película de superhéroes que está tan mal que permite invocar a horrorosas experiencias como Catwoman o Elektra. Es ahí en donde termina compitiendo Madame Web.

Madame Web se estrena este jueves en cines chilenos.

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