Review | Skull and Bones, una batalla pirata colosal que queda al debe

La nueva propuesta de Ubisoft busca hacer tantas cosas a la vez, que su ambición termina revelando que varias cosas simplemente quedaron a medias o, por el contrario, habría sido mejor que se quedaran en el tintero. Si este fuese un videojuego de solo batallas navales, tendría bastante más puntos a su favor, pero lamentablemente no es solo eso y aquello termina pasándole la cuenta.


La compañía Ubisoft encontró hace rato una dinámica que le funciona en el campo de los videojuegos de mundos abiertos.

Nos presentan una historia épica, generan un gigantesco mapa en el cual podemos movilizarnos y, más aún, agregan un sinfín de misiones secundarias para que ocupemos tanto tiempo como sea posible en tareas que muchas veces van repitiendo dinámicas. Si suman los aspectos de personalización del personaje, con un árbol de desarrollo tan amplio y entrelazado con las misiones, que el tiempo de juego está completamente garantizado.

De ahí que Skull and Bones, su nueva propuesta de ese estilo, tiene obviamente todos los componentes que podríamos esperar de un videojuego de ese tipo. Es decir, en su quehacer existen tantas tareas pendientes, que la labor de avanzar en el mapa se transforma en una misión titánica, por lo que muchos aspectos ultra conocidos de las propuestas de mundo abierto de Ubisoft están presentes.

El gran componente diferente, al ser este un videojuego de piratas, es que en el propio avance por el mapa podemos colisionar con otros jugadores que tienen tanta hambre de destrucción como nosotros. Y es ese aspecto multijugador el que en ocasiones funciona como un arma de doble filo para lo que termina siendo Skull and Bones.

Solo para que se hagan una idea, el videojuego nos presenta un escenario muy complicado en medio de la edad de oro de la piratería en el Siglo 17, ya que a bordo de nuestro barco somos perseguidos por las fuerzas británicas superiores que destruyen nuestro navío. Tomando el control de uno de los piratas sobrevivientes, nuestra tarea es escapar hasta pequeños islotes, rearmar un pequeño barco, volver a los restos, encontrar al difunto capitán y tomar una información que nos enfilará hacia nuestro siguiente gran desafío: volver hasta el puerto pirata de Sainte-Anne, comenzar a subir en nuestro rango e ir mejorando nuestra nave hasta elevarnos como el rey pirata.

Toda esa base es uno de los aspectos más llamativos del videojuego, en donde básicamente estaremos movilizándonos constantemente a bordo del barco a menos que lleguemos a una isla y debamos tomar control de nuestro personaje en tercera perspectiva. Pero en aquella tarea de mejoramiento continuo de la nave, y de nuestra propia tripulación, en más de una ocasión es fácil toparse con la destrucción pirata de jugadores que tienen naves mucho más potentes y que no tendrán problemas en destruir a las miserables naves que inicialmente podemos controlar. Ahí la situación de inmediato se pone cuesta arriba, ya que rápidamente uno se da cuenta de que no tiene oportunidad contra los peces digitales más grandes.

Claro que ese aspecto multijugador es bastante llamativo en el juego, y le entrega un nivel de interactividad que pone un mayor desafío y cambia la dinámica de batalla, pero hay que decir que generalmente se siente a medias en el alcance de su propuesta.

Por ejemplo, en medio de la batalla naval, en donde cosas como el viento o el nivel de cada uno de nuestros cañones es clave, la fase final implica un abordaje que sella cada combate. Pero en vez de tomar el barco por completo, y entrar de lleno al modo de juego en tercera persona, el videojuego solo da el salto a una cinemática final que nos permite recoletar objetos y no mucho más. Aquí no esperen batallas de espadas o otro tipo de duelos, ya que solo podemos disparar mosquetes, lanzar artillería o, al estilo antiguo, embestir a los rivales hasta hundirlos. Y es en cosas como esas en donde el aspecto de guerra pirata se queda bastante corto en la variedad.

Otro aspecto importante es que podemos hacer aliados en el camino, para formar un grupo de ataque con otros piratas en aguas disputadas, mientras que también está la posibilidad de saquear fortificaciones de los diversos pueblos que están en medio de esta verdadera zona de guerra en la que podemos desplazarnos y que, como es habitual, también está plagada de los componentes de un videojuego por servicio: pases de batalla, tiendas con artículos cosméticos, eventos y la bendita moneda digital que todo eso conlleva.

Los aspectos anteriores implican que Skull and Bones es un videojuego gigantesco, y en muchas ocasiones tiene tantas tareas y contratos por cumplir que realmente se transforma en un avance agobiante en donde siempre hay algo por hacer. Pero esa propia experiencia se vuelve con facilidad tediosa, ya que todo el avance implica una escalera en donde siempre habrá muchos escalones por pisar antes de siquiera pensar en cumplir algún objetivo que requiera más experiencia, mejores armas o, definitivamente, un buque más poderoso. ¿Qué te piden cumplir con la cacería de un pirata en específico? Pues ten cuidado en ir de inmediato, porque probablemente necesitarás varias mejoras antes de siquiera entrar en contacto con sus aguas.

Ese último proceso de mejora, directamente ligado a su foco como videojuego de servicio, obviamente le pasa la cuenta, ya que tareas como recolección de madera o de un elemento en específico para cumplir una misión se vuelve algo bastante cansador de forma rápida. Más aún, como básicamente todo el videojuego funciona en base a ese impulso de recolección de artículos, no hay avance posible sin que tengamos que pasar mucho tiempo robando o recolectando ítems que no siempre entregan la mejor de las recompensas. O sea, pasar del pequeño bote inicial a nuestro primer barco pirata es bastante fácil, pero para desbloquear armas hay que tener el nivel o los artículos necesarios para hacerlo y obviamente para obtenerlos hay que cumplir una lista de requerimientos que se vuelve bastante cansina.

Lo que queda al final es un videojuego que hace valer como sea su alto costo, por lo que cumplir las misiones principales y secundarias se vuelve una experiencia bastante mecánica, pero que también se siente como una experiencia incompleta. Skull and Bones busca hacer tantas cosas a la vez, que su ambición termina revelando que varias cosas simplemente quedaron a medias o, por el contrario, habría sido mejor que se quedaran en el tintero. Si este fuese un videojuego de solo batallas navales, tendría bastante más puntos a su favor, pero lamentablemente no es solo eso y aquello termina pasándole la cuenta.

Skull and Bones ya está disponible en PlayStation 5, Windows, y Xbox Series X/S.

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