La Corte Suprema a la medida de Trump



Ruth Bader Ginsburg, la jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos que falleció el viernes a los 87 años, no fue la primera mujer en integrar el máximo tribunal estadoundiense. Sin embargo, fue pionera en la lucha por la igualdad legal de las mujeres. Su propia formación como profesional forjó su cruzada: en la Facultad de Derecho de Harvard fue una de nueve mujeres en una clase de unas 500 personas, mientras que un juez la rechazó como su abogada asistente, según ella, solo por su género.

Ginsburg, hija de inmigrantes judíos en Brooklyn, nació en 1933, una época en que las mujeres no tenían los mismos derechos que los hombres. Tras graduarse de abogada, se transformó en docente y fundó el proyecto de derecho de las mujeres en la Unión Estadounidense de Libertades Civiles. Al mismo tiempo, comenzó a desarrollar casos de prueba para desafiar las leyes relativas a la discriminación de sexo y la segregación racial.

La carrera de Ginsburg dio un salto en 1980, cuando Jimmy Carter la nombró como parte del Tribunal de Apelaciones para el circuito del Distrito de Columbia. Trece años más tarde, Bill Clinton la nominó como jueza de la Suprema. Desde entonces, se convirtió en una juez muy influyente en el ala liberal del órgano judicial, aunque también estrechó vínculos con los jueces conservadores.

En Estados Unidos, la máxima corte del país tiene una relevancia gigantesca. Esto, porque tiene poder de decisión en una amplia gama de temas que impactan directamente en la vida de los ciudadanos, desde temas valóricos y migratorios, a derechos reproductivos y acceso a la salud.

El pesar por la partida de esta jueza ha sido transversal en Estados Unidos, pero también ha producido una bomba de alto tonelaje en la campaña presidencial con miras a las elecciones del 3 de noviembre, en las que Donald Trump se juega su reelección. Hasta antes de la muerte de Ginsburg, la Suprema estaba compuesta por 4 jueces liberales y 5 conservadores. Sin embargo, no ha sido raro que, de tanto en tanto, un juez conservador vote en sintonía con la “bancada” más progresista.

Trump anunció el lunes que dará a conocer su carta para la Corte Suprema el viernes o sábado. El “problema” es que si el Senado confirma ahora al nominado o nominada de Trump, la Suprema quedaría con 6 conservadores y 3 liberales. Actualmente, los republicanos tienen mayoría en la Cámara Alta. Por eso, la controversia tiene que ver con que si es más sano esperar a resolver todo después de las elecciones. Es decir, que la decisión la tome el Presidente electo.

Como los cargos en la Suprema son vitalicios, en caso de que prospere el plan de Trump el máximo tribunal quedará prácticamente a su imagen y semejanza. Esto, porque el Presidente republicano ya ha nominado a dos de los jueces que actualmente forman parte de la Suprema: Neil M. Gorsuch (2017) y Brett M. Kavanaugh (2018).

De todos modos, que en un solo mandato un gobernante estadounidense tenga la “suerte” de nominar a gran cantidad de jueces para la Suprema no es algo fuera de lo común en el país. Richard Nixon nominó a 4 jueces en un período presidencial, mientras que Ronald Reagan nominó a 3, aunque en sus dos gobiernos.

Consciente de que una tercera nominación a la Corte Suprema amplificará su legado por años de años, Trump advirtió: “La votación final (en el Senado) deberá tener lugar antes de las elecciones. Tenemos tiempo más que suficiente para eso”.

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